Un nuevo tesoro subterráneo se ha descubierto en las entrañas
de Mérida. Se trata de una cueva inundada o cenote ubicado al
norte de Mérida, que ha sido registrada por la Secretaria de Desarrollo
Sustentable, el Ayuntamiento de Mérida y el Circulo Espeleológico del Mayab
A.C., y que resultó ser el tercero más grande del municipio con 400
metros de extensión.
En el interior de la cueva se puede encontrar restos óseos
humanos y una vértebra fósil, que según expertos corresponde a un animal
extinto de gran talla, aún por identificar.
Durante este año se han realizado diversas inmersiones en
una de las cuales la espeleobuza y fotógrafa subacuática Kay Nicte Vilchis
Zapata encontró un diente de tiburón y a partir de ese momento se inició
una búsqueda de más evidencia por el resto de la cueva, dando como resultado
nuevos hallazgos paleontológicos correspondientes a fósiles dentales,
indicativo de la diversidad de la fauna de la época.
De acuerdo a su morfología y un análisis superficial es muy
probable que los dientes pertenezcan a tiburones de las familias de los
megalodones, makos y sierra, géneros Carcharocles, Pristis e Isirus, que
vivieron hace más de 5 millones de años en Épocas llamadas Mioceno y Plioceno.
La identificación tentativa fue sugerida por Jerónimo Avilés
Olguín Segovia, investigador en Museo del Desierto y Director en Instituto de
la Prehistoria de América, quien realizó un análisis de las fotografías tomadas
a los fósiles del cenote.
Respecto a los restos humanos ya se realizó una primera
visita de registro por parte del Antropólogo Físico Salvador Isab Estrada de la
Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología
e Historia, quien implementó un levantamiento fotogramétrico de los huesos. Los
resultados del análisis preliminar, indican que los restos óseos corresponden a
un individuo juvenil o de edad inferior, sin embargo serán necesarias futuras
visitas para recabar mayor información.
En cuanto a la biodiversidad se ha contado con la
participación de los espelobuzos Luis Arturo Liévano Beltrán y Efrain Chavez
Solis, biólogos especialistas en estigofauna de la Unidad Multidisciplinaria de
Docencia e Investigación Campus Sisal de la Universidad Nacional Autónoma de
México. Esto ha permitido confirmar e identificar la presencia de 12 especies
de fauna estigobia, de las cuales 6 se encuentran enlistadas en la
NOM-059-SEMARNAT-2010 y son endémicas de la Península de Yucatán.
Impresionante y enorme
Derivado de las recientes inmersiones en búsqueda de mayor
evidencia histórica se han realizado recorridos minuciosos por todas las
secciones de la cueva, lo cual para sorpresa de los exploradores, dio como
resultado el hallazgo de una nueva sección del desarrollo subacuático,
creciendo 220 metros más de los 400 antes registrados. Para esto ha sido
necesario sortear pasajes estrechos por los que solo cabe una persona a la vez,
pero que a su vez conducen a grandes bóvedas inundadas de hasta 30 metros de
ancho y 10 metros de altura.
Después de recorridos los 200 metros nuevos se llega a otro
pasaje estrecho, pero este es mucho más restringido que los anteriores, si bien
es evidente que hay una continuación, la exploración se encuentra en pausa por
ahora, ya que se está planificando la estrategia para poder continuar.
En el proyecto de exploración, registro y digitalización
colaboran la Arquitecta María Isabel Rodríguez Canto, los espeleobuzos Kay
Nicte Vilchis Zapata, Cesar Sánchez y Erick Sosa Rodríguez, director del
proyecto. Por lo delicado de los elementos que alberga la cueva y por seguridad
del proyecto la ubicación de la cueva se mantiene confidencial y el acceso es
restringido, además de que se ubica dentro de una propiedad privada.
Cabe destacar que el presente proyecto se dio gracias a la
atención por parte de la Secretaria de Desarrollo Sustentable a una denuncia
ciudadana en 2017 y al reporte técnico del Biol. Manuel Bojórquez Acevedo;
posteriormente el proyecto ha sido financiado de manera personal por los
participantes previamente mencionados.