El presidente Andrés Manuel López Obrador hizo oficial este viernes que la administración federal determinó rifar vía la Lotería Nacional... lo que siempre sortea: ¡dinero! Recordemos que por ley dicha dependencia no puede rifar objetos, a menos que —claro— por deseo expreso de AMLO, el legislativo (poder independiente solo en el papel) hiciera los cambios normativos que se requieran.
Así, será dinero lo que se sortee. Aunque aparecerá la imagen del avión presidencial en las series de los boletos y se compre equipo médico con las ganancias, lo que se rifará este próximo 15 de septiembre en la sede de la Lotería Nacional será el equivalente en efectivo del supuesto valor comercial del avión presidencial.
Si parece un galimatías o un trabalenguas, no lo es. Tan solo es la forma con la cual López Obrador podrá seguir sacando raja política del avión presidencial (nótese que ya lo ha utilizado más que Peña Nieto sin siquiera haberse subido). Ya lo había anunciado yo en este espacio en diciembre pasado, pero me quedé corta al decir que el primer mandatario sacaría provecho electoral de la aeronave hasta el día de La Candelaria...
Así, la rifa del avión, que no es rifa, será parapeto para esconder todos los problemas reales que deberíamos estar solucionando. Servirá también como una forma de fijar una nueva contribución, voluntaria, pero contribución al fin. En resumen, este sorteo es para recaudar recursos. Por cierto, ahora se habla de que se hará lo que recientemente se había prohibido para siempre jamas: condonar impuestos a los ganadores. Esto es, las autoridades (que presentaron una ley para eliminar las condonaciones fiscales), ahora dicen que condonarán los impuestos a los ganadores del sorteo en cuestión, cuando que todas las ganancias de sorteos en efectivo pagan 35% de ISR federal, mientras que la CDMX cobra un impuesto adicional de 10% sobre el monto de cualquier apuesta.
Por cierto, a todo lo anterior, la idea de vender el avión presidencial tampoco es una original de Andrés Manuel; hace más de 20 años, la tuvo Hugo Chávez siendo presidente de Venezuela y ¡oh coincidencia de coincidencias! el dinero también sería usado para los hospitales… Ya sabemos cómo termino eso.
Expectativas frustradas
La rifa/no rifa del avión presidencial se está presentando como la panacea para que, con el dinero obtenido, se puedan comprar equipos médicos de última generación para los hospitales. Siendo congruentes, sería lógico que el dinero que dicen que ya tienen para premios en un fondo del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (a menos que eso también sea falso), algo así como 4000 millones de pesos, en lugar de esperar hasta septiembre para destinarlo, fuese dedicado de inmediato a los hospitales; no esperar 7 meses y días para utilizarlo.
Más todavía. La compra de dicho material médico pasará a recaer de manera directa en la generosidad de los ciudadanos para comprar un cachito, cuando por ley no debiera ser así. En principio, el gobierno tenía que haberlo considerado en el presupuesto federal de este año. No lo hizo o no correctamente. Eso sería priorizar y gestionar gubernamentalmente hablando; esto otro es pura demagogia.
Ahora bien, ¿qué pasaría si no se llegaran a vender todos los cachitos? ¿O no los mínimos necesarios? El gobierno tendría que endrogarse para pagar a los 100 ganadores. Sería el fin aparatoso de la Lotería Nacional, misma que aparentemente AMLO quiere resucitar, además de un fracaso para el presidente.
No se han dado cuenta o le tiene sin cuidado que en este albur, el presidente rifa, pero también apuesta: ha puesto en juego toda su credibilidad.
Si esto resulta una pérdida para el país, ya no será suficiente para detener la crisis con culparnos a las personas que no compremos un cachito... Ni tampoco será eficaz achacar las pérdidas a Salinas, a Calderón, a Peña Nieto, a las mafias y a los medios fifís: en realidad los únicos culpables serán el presidente, los aplaudidores y todos aquellos quienes no le señalaron el brete en el que nos metía.
El presidente no debiera andar generando expectativas que después se convierten en imposibles. En el caso del avión, López Obrador ha provocado un sinnúmero de expectativas en torno a este, sin llegar a cumplir aún ninguna de ellas. ¡Ni siquiera va a rifar el avión! ¿Cuántas obras, proyectos y material se han prometido en su nombre? Reconozcámoslo, el fuerte de AMLO no es la administración o, bien (bueno, en realidad no es excluyente), ha vivido del dinero que le han dado algunas buenas personas para financiar sus largos años de activismo. Ahora se entiende cómo le ha hecho todos estos años con ingresos que solo le permiten traer 200 pesos en la cartera.
#YoNoComproCachitos
Hablando de probabilidades, la de resultar ganador son minúsculas: 100 en 6 millones o, lo que es lo mismo, 1 en 60,000. Por lo cual si usted piensa “ya me vi” en el avión presidencial, recuerde que para empezar no es el avión lo que se rifa, y la probabilidad de sacarse los 20 millones es inferior a conseguirlos por el Melate.
Tal vez por todo lo anterior, Andrés Manuel ya anunció que tendrá una cena con importantes empresarios del país el miércoles en Palacio Nacional y que les venderá ahí 40,000 cachitos. Entiéndase que vender esa cantidad de boletos no significa ni el 1% del total de los cachitos que se emitirán.
Solicitar a la ciudadanía que no compre cachitos, no es un acto de mala fe, ni de ir contra López Obrador, tampoco que le vaya mal a la Lotería Nacional, es tan solo un acto congruente de no participar en algo con lo que no se está de acuerdo. Pero sobre todo no permitir que la LOTNAT se utilice para resarcir los errores o faltas del gobierno federal. La Lotería ha tenido su función en la asistencia pública; utilizarla de esta forma, con la excusa de revivirla, es transgredir su propósito y volverla pagadera de errores de gestión gubernamental.
#YoNoComproCachitos es una forma pacífica de protestar porque el gobierno gasta en estadios de baseball, pero no invierte en hospitales. Es la resistencia pacífica de no apoyar una insensatez más y hacer al gobierno responsable de sus actos. Es recordar a Gandhi, cuando decidió basarse en la desobediencia civil antes de acatar órdenes imposibles. Es emular al mismo Andrés Manuel quien hace años invitó a los tabasqueños a no pagar la luz (los mismos a quienes hoy les condona los pagos), como protesta contra el gobierno.
En este caso, seguiremos pagando los servicios otorgados por el gobierno, pero seremos una resistencia pacífica en contra de un un espectáculo penoso que no debería ofrecer nuestro país.
SDP