Como estaba previsto y en cumplimiento de las medidas sanitarias, hoy el descenso de Kukulkán, con la entrada de la primavera, fue solitario: libre de gente, turistas y ambulantes.
La naturaleza cumplió como cada año: cerca de las 5 de la tarde los dioses Kim y Kukulkán se conjugaron para mostrar el maravilloso espectáculo que ha sido y será del gusto de millones de personas de todo el mundo.
Pocas veces se puede ver así a esta zona arqueológica en la que cotidianamente entran alrededor de 5,000 a 7,000 visitantes de todas partes del mundo, y en los equinoccios llega a cerca de las 19,000 personas.
Como ya se había indicado, una de las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias era suspender el acceso de personas a los equinoccios tanto de Dzibilchaltún, en Mérida, como de Chichén Itzá, en la comisaría de Pisté, el oriente del Estado, instrucción que siguió al pie de la letra el director del Patronato Cultur, Mauricio Díaz Montalvo.
De acuerdo con un comunicado del INAH emitido hace algunos días, el sitio permanecería cerrado de manera indefinida y hasta nuevo aviso por la contingencia sanitaria, de modo que no sólo se cerró con motivo del equinoccio.