Las personas con enfermedades crónicas enfrentan más vulnerabilidad en la emergencia sanitaria por el diferimiento de consultas y tratamientos, la disminución de camas hospitalarias disponibles y el desabasto de medicamentos.
'Me estoy quedando ciego'Carlos Sanabria, de 48 años y con enfermedad renal, tenía programada para abril una consulta en el Centro Médico Nacional Siglo XXI en la que se definiría si era candidato a un trasplante de riñón.
Sin embargo, por la emergencia sanitaria por Covid-19, se reprogramaron las citas de los pacientes con otras enfermedades.
La consulta se agendó para finales de julio, pero el hombre teme que, debido a que la epidemia se alargó, esta fecha tampoco se cumpla.
"Yo ya esperaba que la doctora de trasplante me diera el folio para ya entrar en la fila (lista de espera de órganos), pero las citas nuevas las están dando muy espaciadas. Yo me imagino que, sin pandemia, me hubieran dado la cita en una o dos semanas, más o menos, porque ésas son rápidas, pero ahorita me mandaron a tres meses después", lamentó.
Antes de que iniciara la contingencia, siguió todas las indicaciones para poder ingresar al protocolo para trasplante: acudió a revisión con cardiólogo, dentista, urólogo, nefrólogo y psicólogo.
Sus médicos le explicaron que, tras ingresar a la lista de espera, podría tardar entre uno y tres años en recibir un riñón.
"Mi problema es que me estoy quedando ciego y no quiero perder mi vista. Podría perder mi pierna, pero la vista no. Yo no creo poder soportar quedarme sin ver. Mi esperanza es encontrar un riñón, un donante, y hay que esperar", señaló.
A la incertidumbre se suma que tiene que salir tres días a la semana a recibir su sesión de hemodiálisis en una clínica subrogada por el IMSS.
Le preocupa que no haya un protocolo específico para atender a los enfermos renales que se infecten de Covid-19.
"La clínica solamente ve a pacientes con hemodiálisis, pero es un riesgo latente. Me siento como sentado en una bomba de tiempo", comenta.
Sin espacio en especialidades Teresa de Jesús Galán, de 71 años, fue hospitalizada el 21 de mayo en el Hospital General de Zona No. 27 del IMSS, ubicado en Tlatelolco, por un problema gastrointestinal.
Los médicos consideraron que podría tener Covid-19 y la ingresaron a esa área, pero después concluyeron que no se había contagiado e informaron a sus familiares que debía ser traslada a un hospital de tercer nivel de atención porque se había complicado su problema de salud.
Sin embargo, nunca encontraron espacio en una unidad de alta especialidad porque, les dijeron, estaban saturados atendiendo a pacientes con Covid-19, explicó su hijo Antonio.
Para la atención del nuevo coronavirus, la Secretaría de Salud destinó 44 por ciento de las 89 mil 562 camas hospitalarias que hay en todo el país en todas las instituciones.
Además, de los 4 mil 629 hospitales que hay en México, por la emergencia sanitaria, 904 atienden el nuevo coronavirus, algunos de forma exclusiva y otros ofrecen consultas también a enfermedades distintas.
Doña Teresa permaneció en el hospital de segundo nivel y cuando su enfermedad empeoró le realizaron una cirugía en el intestino llamada "divertículo reventado en colon".
"Después de la cirugía, mi mamá estuvo hinchada de sus pies y manos y, cuando retiraron las dos diálisis del estómago, de inmediato se hinchó demasiado y no soportó tanto su cuerpo", explicó Antonio.
Tras permanecer tres semanas internada y nunca ser trasladada a un hospital de especialidades, la señora falleció el pasado 13 de junio.
En su acta de defunción se indicó que la causa de su deceso fue un problema gástrico y un paro por choque séptico.
Sus familiares lamentaron que la atención médica que le otorgaron haya sido deficiente.
'El cáncer no espera'La contingencia agudizó la saturación de los servicios de salud especializados en cáncer, así como la escasez de medicamentos para quimioterapias, tanto de niños como de adultos, señaló Mayra Galindo, directora de la Asociación Mexicana de Lucha Contra el Cáncer (AMLCC).
"Por la emergencia del Covid, el cáncer ha pasado a un segundo lugar y ha sido relegado, pero el cáncer no espera a que pase el Covid", advirtió.
Por la reconversión hospitalaria en la Ciudad de México, señaló, el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) ha resentido una mayor carga de pacientes.
Y para evitar saturaciones y prevenir contagios, agregó, el INCan debe dosificar el ingreso y la atención.
"El tiempo que antes se llevaba en ingresar un paciente y hacerle todas las pruebas para su diagnóstico y empezarle a dar tratamiento era mucho menor al que ahora se está llevando", apuntó.
A esto se suma que, a principios de año, con la desaparición del Seguro Popular y el fin de los convenios con organizaciones que atendían a personas con cáncer, indicó, ya había aumentado la demanda de atención en los hospitales públicos, explicó.
"¿Qué pasa con esto? En muchos casos van a tener que retrasar sus tratamientos, sus diagnósticos, sus quimioterapias, retrasar las radioterapias. Todo esto sumado al riesgo de que estas personas tengan que salir a la calle e ir a esperar en algún hospital a que les den su cita y se puedan contagiar", alertó.
Galindo agregó que la AMLCC ha recibido 185 reportes de pacientes de distintas instituciones de salud y estados que denuncian escasez de fármacos, como ciclofosfamida, ifosfamida y vincristina, entre otros.
Ante esta situación, la organización que dirige ha buscado a distribuidores de fármacos con precios más baratos para que quienes puedan hacerlo compren sus medicamentos.