Al menos 250 personas han muerto hasta el domingo pasado a
raíz de la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad contra manifestantes
y activistas opuestos a la junta militar que tomó el control de Myanmar
Dos menores, de 13 y 15 años, murieron por disparos de las
fuerzas de seguridad en la ciudad de Mandalay (Birmania) durante las últimas
operaciones contra manifestantes entre la noche del domingo y el lunes, que
dejaron al menos una decena de muertos en total, informaron medios locales.
Las fuerzas de seguridad llevaron a cabo redadas nocturnas
en dos distritos de la ciudad y dispararon contra civiles, incluido un
adolescente de 15 años, que recibió un tiro en la cabeza cuando salió del café
en el que trabajaba de camarero tras oír el ruido de los disparos.
“Murió en frente de la tienda, acurrucado. ¿Qué hizo mal mi
hijo? ¡Ni siquiera era un manifestante!”, dijo entre sollozos la madre de la
víctima durante el funeral celebrado este lunes, según muestra un vídeo del
portal Myanmar Now.
Zaw Myo Htet había comenzado a trabajar en el café dos días
antes y le prometió a su madre que en abril volvería a su pueblo natal para
llevarle su primer salario, según relató la mujer.
Otro niño de 13 años murió el lunes por disparos de las
fuerzas de seguridad en el distrito de Chanmyathazi, informó el diario “The
Irrawaddy”.
Según la lista de fallecidos recopilada por la Asociación
para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP), hasta el domingo otros trece
menores habían muerto a manos de las fuerzas de seguridad desde el golpe de
Estado del 1 de febrero.
Unicef denunció el pasado 4 de marzo la matanza de niños por
policías y militares y recordó que, además de los que pierden la vida, muchos
sufren heridas serias, están expuestos a los daños del gas lacrimógeno y las granadas
de aturdimiento y están presenciando “escenas de violencia terroríficas”, en
algunos casos dirigidas contra sus padres o miembros de sus familias.
La brutal violencia de las fuerzas de seguridad contra los
manifestantes se volvió a poner de manifiesto la noche del domingo cuando los
militares acudieron a varias zonas de Mandalay para desmontar las barricadas y
cargar contra los guardias nocturnos voluntarios que vigilan la zona y avisan
de la llegada de las fuerzas de seguridad, según reveló un testigo a Myanmar
Now.
A pesar de la represión, grupos de birmanos volvieron a
salir hoy a las calles de Mandalay y otras ciudades, como Monywa y Kale, para
denunciar de manera pacífica la violencia de la junta militar y pedir el
retorno de la democracia.
Algunos de los manifestantes llevaban carteles pidiendo la
intervención de la ONU para evitar más violencia militar.
250 manifestantes muertos
Al menos 250 personas han muerto hasta el domingo a raíz de
la violencia ejercida por las fuerzas de seguridad contra manifestantes y
activistas opuestos a la junta, según el último informe de AAPP.
La AAPP afirmó que se trata de las muertes confirmadas y
verificadas, pero que el número real de víctimas sea “probablemente mucho
mayor”, al tiempo que ha documentado hasta ahora más de 2.600 detenciones
arbitrarias, con más de 2 mil 200 personas aún bajo custodia.
“La junta militar está cometiendo crímenes contra la
humanidad, robando, asesinando, escondiendo cadáveres. Esto es terrorismo e
instamos a la comunidad internacional, incluida la ASEAN (Asociación de
Naciones del Sudeste Asiático), a que tomen acción”, indicó el grupo, que hace
recuento de los muertos y detenidos por el régimen militar.
La AAPP denuncia que algunas de las víctimas han perecido
mientras estaban bajo custodia de las autoridades y con aparentes signos de
haber sido torturadas.
El Ejercito birmano ejecutó un golpe de Estado con la excusa
de un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los
que arrasó la Liga Nacional para la Democracia de Aung San Suu Kyi, como ya
hizo en 2015.