Un adulto mayor de
84 años que guardaba un tanque de guerra nazi y otras armas en su sótano
será llevado ante la justicia en Alemania.
A 76 años del final de la Segunda Guerra Mundial y la rendición del Tercer Reich, Alemania continúa una carrera contra el tiempo para juzgar a
los últimos autores de crímenes de guerra nazis.
En el último año,
distintos tribunales han acelerado al menos una docena de procesos para llevar
a juicio a empleados que laboraron para el Tercer Reich en algún momento entre
1933 y 1945: se trata de personas octogenarias y nonagenarias, que
ocuparon posiciones de bajo rango como secretarias, guardias o vigilantes en
campos de concentración y por lo tanto, son acusados de complicidad por
miles de homicidios.
Sin embargo, la
movilidad limitada y diversas complicaciones de salud propias de su avanzada
edad son un obstáculo que dificulta aún más los procesos judiciales que iniciaron
en Nuremberg al término de la Segunda Guerra Mundial.
Después de que en
febrero trascendiera la noticia del juicio de una exsecretaria de 95 años que laboró en el campo
de concentración de Stutthof y de un guardia de 100 años en Sachsenhausen, un
tribunal alemán inició el juicio de un hombre de 84 años por poseer
un arsenal nazi con armas de diverso calibre, un tanque de guerra y un
cañón antiaéreo en casa.
El descubrimiento
ocurrió en 2015 mientras la policía buscaba una serie de objetos de la época.
El hallazgo más significativo es un Panzer, un tanque de guerra que se comenzó a fabricar en 1934 en la Alemania nazi y del
que se produjeron al menos diez modelos distintos durante el Tercer
Reich.
El vehículo de
guerra, de cinco toneladas y cuatro metros de largo que yacía en el sótano de
una casa en Kiel, al norte de Alemania, fue confiscado por el ejército en una
operación que requirió de 20 efectivos para remolcarlo al exterior.
A pregunta expresa
sobre la posesión del tanque y el resto del arsenal, el hombre de 84 años
aseguró que se trataba de una chatarra que había adquirido tiempo
atrás en el Reino Unido.
Y aunque el resto
de las armas incautadas no funcionan, la posesión del cañón de guerra y la
intervención en el tanque que realizó el acusado (que se encargó de
restaurarlo) podrían ser considerados una violación a la Ley de Control de
Armas de Guerra alemana, hecho que se decidirá en un juicio que próximos días.