Comer frutas y beber su jugo parece ser lo mismo; sin
embargo, la UNAM advierte que eso no es así. Y es que el beber jugo puede hacer
caer en excesos, pues nadie comería 12 naranjas, pero sí es probable que
alguien beba un litro de jugo.
Beber jugo en exceso, aunque sea de frutas naturales, es una
de las razón de obesidad y según la Jarra del Buen Beber, elaborada por el
Instituto Nacional de Salud Pública, se debe tomar, como máximo medio vaso; mas
la costumbre lo hace complicado.
En este mismo esquema se encuentran el jugo de naranja y de
otras frutas, junto con la leche entera, las bebidas alcohólicas y deportivas,
en el quinto nivel; sólo por encima de los los refrescos y las aguas de sabor,
que figuran en el sexto. Mientras, en el Plato del Buen Comer no figuran los
jugos, pero sí las frutas.
Esto refiere a jugo extraído naturalmente. Si hablamos de
una bebida envasada en tetra pack, podemos encontrar productos con hasta 12
cucharadas de azúcar, algo que los vuelve no recomendable para su consumo a
quienes cuentan con acceso a frutas variadas, pues "pierde la vitamina C,
pero contiene otras vitaminas agregadas, como las del complejo B y la vitamina
D", advierten.
El exceso en el consumo de estos productos, provoca que se
deseche el exceso de vitaminas; mientras que las calorías no se metabolizan, se
acumulan en el cuerpo, esto, por lo tanto, puede provocar problemas en la salud
y se convierte en una de las razones de sobrepeso y la obesidad.
Una naranja contiene azúcares, vitamina C, fibra, agua,
proteínas, lípidos, grasas, calcio, fósforo, hierro, magnesio, potasio, mucho
zinc y vitamina A; pero varios de estos componentes se evaporan al cortar,
exprimir y entrar en contacto con rayos UV y el oxígeno, pues se pierden las
vitaminas y la fibra.
También advierten que la energía de la que provee este tipo
de alimentos puede transformarse en grasa, pues si se tiene una alimentación
alta en proteínas, pero no se consumen, se acumulan en el cuerpo.
Es por ello que la química Ana Berenice de la Barrera
Avilés, del Programa Universitario de Alimentos (PUAL) de la UNAM recomienda
consultar a un nutriólogo, de modo que nos provea de una dieta que se ajuste a
la edad, sexo, estado de salud, momento metabólico y gasto energético, pues no
todos consumimos la misma cantidad.