Una joven de 23 años de edad con daño psíquico irreversible tras vivir un atentado terrorista fue sometida a eutanasia, tal como deseaba.
Shanti de Corte tenía 17 años cuando, junto con sus compañeros de escuela, llegó al aeropuerto de Bruselas el 22 de marzo de 2016 para un vuelo de graduación del colegio Santa Rita de Kontich a Roma. Sin embargo, cuando se encontraban en el vestíbulo del aeropuerto explotó una bomba, en un atentado perpetrado por el Estado Islámico (EI) que —sumado a otro en la red del metro de la capital— dejó 35 muertos y más de 340 heridos.
La estudiante salió ilesa, pero su estabilidad mental se derrumbó con ataques de pánico, ansiedad y depresión; ya desde antes tenía trastornos psicológicos y empeoró con el ataque terrorista. Fue internada varias veces en un hospital psiquiátrico.
Aun así, los problemas mentales continuaban y a pesar de que se le aumentó la dosis de medicamentos no mejoró. La situación todavía fue más difícil cuando en 2018 ella denunció haber sido agredida sexualmente por otro paciente del hospital. Comenzaron los intentos de suicidio.
Finalmente, la joven solicitó la eutanasia con el apoyo de sus familiares y las autoridades belgas se la concedieron en mayo pasado, pero apenas se supo. Shanti sólo quería dejar de sufrir.
De acuerdo con la Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia, que es legal en Bélgica desde 2002, una persona puede solicitarla en caso de ser mentalmente inestable y se determina si no tiene remedio.
Tras una evaluación médica, la conclusión de los expertos es que los problemas mentales de la sobreviviente del ataque del Estado Islámico no sólo eran incurables, sino que la medicina no lograba aliviar sus dolencias.