La alimentación y la nutrición desempeñan un papel importante en la salud en todas las etapas de la vida. Los hábitos alimenticios deben construirse desde edades tempranas. De acuerdo con Víctor Manuel Mendoza –especialista en Medicina General Familiar y docente de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza–, “no hay un tipo de alimentación especial para los adultos mayores, todos deben consumir una dieta saludable igual que la población adulta”.
En los adultos mayores hay cambios a nivel biológico, como en los tejidos musculares, óseos, las alteraciones metabólicas, capacidades funcionales y por los medicamentos y enfermedades que pueda enfrentar una persona de la tercera edad. Cada dieta debe ser supervisada por un médico de acuerdo a las características de salud de las personas mayores.
Las recomendaciones generales para tener una dieta sana, de acuerdo con el Gobierno de México (fuente: http://bit.ly/3kkoCGv), son las siguientes:
Debe ser completa e incluir todos los nutrientes (verduras, frutas, carnes, huevo, queso o leche y cereales).
También equilibrada, buscando guardar las proporciones.
Inocua, esto significa que nuestro consumo habitual no implique un riesgo para la salud.
Suficiente, por ello es necesario tener en consideración las actividades cotidianas, constitución física y estado de salud.
Una dieta variada incluye los diferentes alimentos en los tres tiempos habituales de la dieta (desayuno, comida y cena).
Asimismo, tiene que ajustarse a las preferencias culturales y economía de las personas.
Necesario consumir suficiente agua (1,500 a 2,000 mililitros).
No olvidar añadir: alto consumo de vegetales y frutas; consumo moderado de leguminosas, pescado, cereales integrales y aceites vegetales; y bajo consumo de cereales no integrales y carne roja.
Se recomienda de igual manera que se verifique o supervise la alimentación en los casos de los adultos mayores que viven solos, se aíslan de la familia o la familia los aleja. Así como sumar a la rutina diaria al menos 30 minutos de actividad física al día, comer con tranquilidad y, dentro de lo posible, en compañía de la familia y disfrutar de su alimentación.