Marta Sánchez viste de blanco impoluto y da órdenes cariñosas a la fotógrafa. Su último single, “Contigo”, fue la semana pasada varios días número tres en iTunes en Europa, solo superada por las omnipresentes Shakira y Miley Cyrus. La letra romántica del tema, dedicado a su pareja, Federico León —”No soy nada / Sin ti no soy nada / Yo sin tu amor / No soy nada”—, parece ir en sentido contrario al desamor al que canta todo el mundo hoy.
Obsesionada con la luz de los focos, trabajadora nata, Sánchez, de 56 años, recuerda como uno de los mejores momentos de su vida el día que ingresó en el grupo Olé Olé. De aquello hace 37 años. En 2014 abandonó las multinacionales. Cuando cumplió 50 se tatuó en el antebrazo una frase dicotómica: “Ahora o nunca”. En esas está. Los focos se apagan. Responde.
-¿Cómo va su vida?
-A full, con mucho trabajo y mucha ilusión. Siendo un poco el capitán del barco. Dejé hace unos años Universal [en 2014], y me defiendo muy bien. Hago lo que me apetece, como me apetece y con quien me apetece; la música que me apetece. Para una artista con una carrera longeva como la mía es una maravilla poder disfrutar unos años como eliges. Porque cuando estás ahí recibes muchas órdenes.
-Habrá cosas buenas también...
-Echo de menos cosas, claro. Una discográfica te mima mucho, te arropa. Pero todo tiene un precio.
"Echo de menos el romanticismo de antaño. Se ha perdido el misterio", dice la cantante - Créditos: @Facundo Pechervsky
-Dice: “Carrera longeva”. ¿Cuánto ha cambiado la industria estos años?
-Ha dado mil vueltas. El pirateo, que desbarajustó el concepto inicial de vender discos; el cambio a lo digital… Ahora es todo más volátil, más inmaterial. El teléfono manda.
-¿Y la fama? ¿Es ahora también más volátil?
-Hay más oferta. Y todo es más rápido. Tiene ventajas, claro, hay gente que se hace famosa de la noche a la mañana. Manda mucho el social media, todo el mundo se entera de todo, es inmediato… Pero yo echo de menos el romanticismo de antaño. Se ha perdido el misterio.
-“Contigo” ha sido número tres en Europa. ¿No va a contracorriente a lo que cantan las número uno y dos, Shakira y Miley Cyrus?
-El espíritu de los tiempos dura una semana. Estamos metidos en un despecho explícito, pero siempre se ha cantado al despecho. Lo que pasa es que, si una cantante es más explícita de la cuenta, pues todo el mundo habla de ello. Lo de Shakira a la prensa le viene muy bien. Pero es su elección. Ella sabrá dónde se mete.
-¿Haría algo parecido?
-A mí es que ni aunque quisiera me saldría lo de Shakira. Yo es que estoy enamorada.
-¿El mundo necesita un poco más de amor?
-Sí, mucha gente en redes me lo ha dicho: qué bien viene una canción de amor en estos tiempos.
-El single lo presentó en el teatro de la Zarzuela. ¿Qué significa ese sitio para usted?
-Fue el escenario de mi padre muchas veces, como cantante de ópera. Y de mi padrino, Alfredo Kraus. Allí estrené el formato de piano y voz, con aquel famoso himno de España. Y ahora repito con otro espectáculo de piano y voz, De cerca.
-¿Repetiría la experiencia del himno?
-¡Lo canto todo el rato! Forma parte del repertorio ya. Con músicos no, pero en piano y voz casi siempre lo canto.
-¿Le sorprendieron las reacciones en contra?
-No. Creo que es una contradicción que un español esté en contra de que alguien cante a través de su himno.
-Llegó a ser atacada.
-Es un símbolo que nos representa. Y al que no le siente bien, es que no se considera patriota. La opinión de una persona que no se considera patriota, para mí no cuenta. Me parece muy bien, pero si vive en España tendrá que reconciliarse con ese símbolo.
-¿Cuál es el mejor momento en esos 37 años de carrera?
-Muchos… El día que me aceptaron en Olé Olé [1985]; ahí metí el pie en la industria. Cuando vendí un millón de copias de Desesperada. Ver editar mis discos en Japón… Muchos.