Terminator siempre será recordada como una de las grandes películas de acción de todos los tiempos. Dirigida por James Cameron y protagonizada por Arnold Schwarzenegger, marcó un antes y un después dentro del género. Lo que muchos no saben es su verdadera historia.
Si bien Arnold Schwarzenegger es el gran pilar de todo Terminator, con una heroína atípica como Linda Hamilton, hay que recordar que el reconocido actor arrancó siendo el villano de la saga.
La primera película planteaba un futuro dominado por las máquinas y cómo los humanos resistían. La heroína Sarah Connor era perseguida por un cyborg, el T-800. Había mucha acción, muchas armas y obviamente, mucho dinero recaudado como el exitazo de taquilla que fue.
Pero lo que quizá muchos desconocen es que Terminator no se inspiró en ningún libro, ni ningún cómic ni ninguna otra historia de cuentos, ya sea de ciencia ficción o de acción. Sino que se basó en una pesadilla de James Cameron.
Sí, se trató de un mal sueño del director, que tuvo lugar mientras se encontraba en Roma y después de haber sido despedido del filme Piraña II: los vampiros del mar. Esto lo empujó hacia un lugar un tanto desesperante.
Sin indemnización y sin plata pasó varios días sin comer. El hambre le provocó fiebre y la fiebre lo llevó a una noche de terror: soñó/deliró con un esqueleto de metal que salía de las llamas y lo arrastraba vaya a saber dónde.
Al despertar, James Cameron pensó que en vez de gastar plata en psicoanalista para analizar el sueño, lo mejor era escribir una historia. Dibujó el esqueleto metálico como un ser del futuro, pero que aterrorizaba el presente.
Ese mismo dibujo que realizó el director fue el nacimiento del cyborg T-800, que luego fue personificado por Arnold Schwarzenegger y como parte de un papel que quedará en el recuerdo de todos para siempre. El resto, ya es historia conocida.