Poca afluencia, zonas en obra negra, nulos comercios, deforestación en la selva y largos trayectos con poca velocidad son algunas de las fallas que Latinus pudo constatar en el tramo recién inaugurado del Tren Maya que va de Campeche a Cancún.
El viaje comenzó en la estación Cancún, en donde atienden a los usuarios en una taquilla que consta de un módulo, una computadora y una impresora. No hay comercios en el interior, sólo un expendio de café.
La carta de alimentos fue retirada luego de las críticas en redes sociales. Los usuarios sólo tienen acceso a alimentos chatarra, además, los vendedores cambian a conveniencia el precio de los productos: en un vagón, un café americano cuesta 35 pesos, mientras que en otro puede llegar a los 50.
El tiempo del recorrido de Cancún a Mérida fue de casi cinco horas, 80 minutos más de lo planeado. De Mérida a Campeche, el tren mejoró su avance y completó el trayecto en dos horas con 20 minutos.
En la estación San Francisco Campeche tampoco había comercios ni restaurantes funcionando.
En el viaje de regreso de Campeche a Mérida, el tren avanzó lento. El jefe de los maquinistas dijo que la velocidad era baja debido a que se estaba ajustando la computadora, la cual no permitía superar los 40 kilómetros por hora.
Posteriormente, se detuvo en la estación Calkiní, donde esperó la llegada de otro vagón en sentido contrario, ya que es el único punto donde pueden cruzarse porque en el resto del trayecto sólo hay una vía disponible.