Los vochos son irremplazables en México porque su superpoder irremplazable

08 enero 2024
Noticias de Yucatán. 

El Volkswagen Sedán, mejor conocido como vocho en México, fue un vehículo de suma importancia para nuestro mercado, no sólo por el hecho de que se mantuvo en producción desde octubre de 1967 y hasta junio de 2003, en la planta de la firma alemana ubicada en Cuautlancingo, Puebla, sino que, además, permitió a muchas familias mexicanas tener la posibilidad de adquirir un primer auto nuevo, y en el que muchas generaciones de mexicanos aprendieron a manejar.

Además, debido a su sencillez, resultó un vehículo fácil de reparar y de mantener, sin olvidar que fue un gran caballo de batalla en las calles cuando se pudo el traje de taxi y que, al retirar el asiento del copiloto, ofrecía un gran espacio de carga para trasladar infinidad de cosas. En pocas palabras, el vocho fue el verdadero auto del pueblo durante muchas décadas en México y un auto de culto.

Todavía es posible ver alguno rodando hoy en día en las calles, sin embargo, existen locaciones específicas en nuestro país en las que el vocho sigue más vivo que nunca, sobre todo en sitios altos, donde las vialidades tienen pendientes pronunciadas, como en Cuautepec, en la Ciudad de México, Valle de Bravo, San Miguel de Ayende o en Taxco, Guerrero, donde sus habitantes lo siguen utilizando como medio de transporte privado y público.

La razón por la que los vochos siguen vigentes tiene que ver directamente con una cualidad mecánica que los hace únicos para enfrentar este tipo de orografías: son de tracción trasera y con disposición de motor trasera, lo que convierte a este vehículo en toda una cabra de montaña cuando de subir pendientes pronunciadas se trata, y esto lo pone en una gran ventaja frente a otros coches nuevos de tracción delantera, que padecen mucho frente a estos escenarios.

Cuando un vehículo emprende una subida, la transferencia de pesos envía la masa hacia la parte trasera del coche y, en el caso del vocho, dicha transferencia de peso se suma al peso del motor, que está atrás, recayendo sobre el eje trasero, el cual se encarga de impulsarlo, en pocas palabras, tenemos la ecuación perfecta para que las llantas se adhieran al piso como si tuvieran imanes, garantizando un ascenso sin mayor dificultad.

En caso contrario, cuando un vehículo de tracción delantera inicia el ascenso, el peso se transfiere hacia la parte trasera, dejando al eje delantero con poco peso y, por lo tanto, con poca tracción, la cual se va perdiendo aún más conforme la pendientes es más pronunciada. De modo que el superpoder de la tracción trasera del vocho, sumada a su mecánica sencilla, lo hacen más que adecuado para mantenerse con vida en estas locaciones, algo que los autos modernos y accesibles aún no han podido superar.

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