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Es un síntoma de que la democracia casi no avanza
Domingo, 19 de julio de 2015 - Edición impresa
Gobierno
La autoadulación o veneración de los gobernantes, patologías peligrosas
El culto a la personalidad, la autoglorificación de gobernantes que abusando del poder y en el colmo de la soberbia exageran sus logros y sus méritos, es síntoma de que nuestra democracia avanza muy lento y con una serie de contradicciones, señala el doctor Luis Várguez Pasos, investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady).
Casos como el de la alcaldesa de Tekax, Carmen Navarrete Navarro, quien le puso su nombre a una avenida argumentado que fue la sociedad, agradecida, la que así lo dispuso, nos hacen ver que nuestra democracia no representa ni el sentir ni el deseo del pueblo, es una democracia que no muestra un avance hacia la madurez política, añade.
Para el catedrático, esta práctica, manifestada también en la adulación excesiva de ciertos líderes políticos, se alimenta de la necesidad de un vasto sector de la población, que a cambio de migajas acepta echarle porras al gobernante en turno sin tomar en cuenta sus abusos ni sus excesos.
“También tiene mucho que ver esta proclividad que aún tenemos los seres humanos de crear becerros de oro, a los que adoramos en estatuas, calles, parques y en cualquier otro edificio público”, concluye.
Políticos vanidosos, endiosados
Carmen Navarrete Navarro, alcaldesa de Tekax, develiza la placa que consigna que, “por petición de los ciudadanos”, una avenida de la ciudad que gobierna lleva su nombre
Domingo, 19 de julio de 2015 - Edición impresa
El culto a la personalidad, una práctica peligrosamente común en la clase política.— De Cervera Pacheco a la alcaldesa de Tekax
El culto a la personalidad —una de las manifestaciones más patéticas de la soberbia y la vanidad— es uno de los pecados más comunes de nuestra clase política, a tal punto que se ha convertido en una auténtica epidemia. “Es una práctica nefasta que pone en evidencia las deficiencias y absurdos de los que adolece nuestra democracia, muestra sus contradicciones y su vulnerabilidad”, apunta el doctor Luis Várguez Pasos.
El caso más reciente, protagonizado por la alcaldesa de Tekax, Carmen Navarrete Navarro, quien bautizó con su nombre una calle de esa ciudad, es la muestra más a la mano de esta “contagiosa enfermedad”, en la que es posible reconocer, como señala la psicóloga Yamile Farjat Alcocer, algunos otros desórdenes psicopáticos, como egocentrismo, narcisismo, arrogancia, distorsión de la realidad, complejo de inferioridad…
Es el pueblo
“Como pretextan todos los políticos, la señora Navarrete asegura que no fue idea suya, que fue el pueblo de Tekax el que lo pidió, que fue el pueblo el que, en agradecimiento, decidió ponerle su nombre a esa avenida”, dice Várguez Pasos, antropólogo social, doctor en Sociología y catedrático de la Facultad de Antropología de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady).
Mundo de fantasía
El culto a la personalidad definitivamente está vinculado a la estructura de poder, explica el catedrático. Obedece a la fantasiosa pretensión de los políticos de perpetuarse, de quedarse para siempre en la memoria del pueblo. “Cuando un gobernante le pone su nombre a una escuela, una calle, un hospital, cualquier obra pública hecha en su mandato —pero financiada con dinero de los contribuyentes— siente que, de alguna forma, ha alcanzado la inmortalidad”.
Estos desvaríos encuentran terreno fértil en los sectores más necesitados de la población —lamentablemente son la mayoría—, que olvidan los agravios, creen las “verdades” oficiales y toleran los abusos a cambio de las migajas —despensas, pollitos, láminas, tinacos…— que les arrojan desde el poder, señala.
“Y no hablo de tiempos remotos, me refiero a la rapiña del anterior gobierno estatal, a la represión a que ha sido sometido el pueblo en los últimos años. Muchos de los males que padece el pueblo yucateco han sido causados por el gobierno que se mantiene en el poder, por el partido político que nos sigue gobernando”.
Becerros de oro
La autoglorificación es algo común en políticos soberbios, endiosados, que ejercen el poder como caciques que quieren controlar la vida de sus municipios o feudos. “El problema es fomentado por la proclividad que aún tenemos los seres humanos de crear becerros de oro, a los que adoramos en estatuas, calles y en cualquier otro edificio público”, señala el investigador. “El caciquismo, como la materia, no se destruye, sólo se transforma, adquiere nuevas formas, nuevas expresiones y sus adeptos no pierden ocasión para rendir culto a sus ídolos, no solamente cuando, todavía vivos, le ponen su nombre a instalaciones públicas, sino también venerándolos ya desaparecidos en los aniversarios de su nacimiento o de su muerte”.
Veneración por el líder
“Por ejemplo, cada 18 de agosto se reúne el grupito que obtuvo grandes beneficios de un extinto gobernante (Víctor Cervera Pacheco) —familiares, amigos y servidores incondicionales— para invocar su memoria, reanimar su recuerdo y ensalzar sus virtudes inventadas”.
Otra muestra de esta devoción irracional por quien detenta el poder es acarrear “porristas” a los eventos para que, a la menor provocación, se acallen las protestas gritando el nombre del gobernante, como vimos en días recientes. “El acarreo busca legitimar a la autoridad. Muchas veces el gobernador no es santo de la devoción de la mayoría, por lo que usa a la gente más pobre, más necesitada, con la que aún puede seguirse la lógica de la torta y el juguito, para crear un ejército de aduladores”.
Esto es, el culto a la persona responde también a una necesidad de los gobernantes, quienes saben mejor que nadie cómo fue su ascenso al poder. Quienes lo alcanzan valiéndose de trampas y triquiñuelas, tienen que legitimarse ante la sociedad… En el caso de la alcaldesa tekaxeña, el Diario ha consignado acusaciones gravísimas en su contra que nunca ha sabido cómo aclarar y denuncias de que ha llevado adelante un gobierno corroído por la corrupción.
Este tipo de prácticas, que creíamos ya superadas, son propias de sistemas totalitarios, de regímenes dictatoriales. La imposición, “lo hago porque quiero y porque puedo”, es una muestra de fuerza, como un manotazo en la mesa.
“Prácticas de la Alemania nazi, de la Italia facista… de Stalin, Hitler, Franco, Mussolini… infelizmente las vemos copiadas en escala en nuestra política de rancho por nuestros caciques, auténticos aprendices de autócratas que ejercen el poder con populismo y demagogia”.
“El culto a la personalidad exhibe a una democracia subdesarrollada, vulnerable y contradictoria, pero también el nivel de cultura y pobreza intelectual de los mandatarios…”, concluye el doctor Várguez Pasos .— Mario S. Durán Yabur
El problema es fomentado porla proclividad que aún tenemos los seres humanos de crear becerros de oro para adorarlos…
Políticos se “contagian” de vanidad
Entrega especial, mañana en Diario de Yucatán
Sábado, 18 de julio de 2015
El culto a la personalidad —una de las manifestaciones más patéticas de la soberbia y la vanidad— es uno de los pecados más comunes de nuestra clase política, a tal punto que se ha convertido en una auténtica epidemia.
“Es una práctica nefasta que pone en evidencia las deficiencias y absurdos de los que adolece nuestra democracia, muestra su vulnerabilidad”, apunta el doctor Luis Várguez Pasos.
El caso más reciente, protagonizado por la alcaldesa de Tekax, Carmen Navarrete Navarro, quien bautizó con su nombre una calle de esa ciudad, es la muestra más a la mano de esta “contagiosa enfermedad”, en la que es posible reconocer, como señala la psicóloga Yamile Farjat Alcocer, algunos otros desórdenes psicopáticos, como egocentrismo, narcisismo, arrogancia, distorsión de la realidad, complejo de inferioridad…
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