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Los donantes de órganos envejecen. Y también los receptores de esos miembros. A la par que crecía la esperanza de vida entre la población, la edad de las personas fallecidas que donaron sus órganos ha aumentado unos 10 años desde principios de siglo. La media de edad de los donantes en el año 2000 era de 51 años; en 2017, era de 60. El perfil del donante, antes vinculado a gente relativamente joven tras un accidente de tráfico, ha mutado en tiempo y forma: lo habitual ahora es un hombre, de 60 años, fallecido a causa de un accidente cerebrovascular.
No hay apenas límite de edad para dar o recibir un órgano. Según la Organización Catalana de Trasplantes (OCATT), el donante más joven registrado el año pasado tenía un año y el más mayor, 84. “La tecnología nos permite que no haya límite de edad para ser donante”, apuntó ayer Jaume Tort, director de la OCATT. De hecho, el 28% de los 333 donantes válidos de 2017 superaban los 70 años de edad.
El cambio de perfil de donante se ha notado, precisamente, en las donaciones multiorgánicas, que han descendido. El aumento de la esperanza de vida amplía la masa crítica de posibles donantes y receptores, pero implica que no todos los órganos del donante son válidos para ser trasplantados. En cualquier caso, la donación multiorgánica, que estaba en el 80% en el año 2000, se mantiene en el 60%.
Cataluña mantiene, en conjunto, muy buenos datos de donación y trasplante. Después de una fuerte caída en 2013, la tasa de donaciones por millón de personas ha mantenido una curva ascendente y se sitúa en 44 donantes por millón de personas: casi el 46% fueron, el año pasado, donantes cadáver por muerte encefálica; el 29,3% eran donantes vivos y el 25% eran donaciones en asistolia (a corazón parado). La comunidad es, además, líder mundial en trasplantes y el año pasado volvió a batir récord con 1.106 intervenciones (una tasa de 146 trasplantes por millón de habitantes).
Los buenos datos de Cataluña están relacionados, también, con un bajo porcentaje de negativas familiares a la donación: apenas llegan al 14%.
En lo que va de 2018, la tendencia se mantiene al alza: las donaciones crecieron un 2% con respecto al mismo período del año anterior y los trasplantes, un 8,6%.
Los donantes de órganos envejecen. Y también los receptores de esos miembros. A la par que crecía la esperanza de vida entre la población, la edad de las personas fallecidas que donaron sus órganos ha aumentado unos 10 años desde principios de siglo. La media de edad de los donantes en el año 2000 era de 51 años; en 2017, era de 60. El perfil del donante, antes vinculado a gente relativamente joven tras un accidente de tráfico, ha mutado en tiempo y forma: lo habitual ahora es un hombre, de 60 años, fallecido a causa de un accidente cerebrovascular.
No hay apenas límite de edad para dar o recibir un órgano. Según la Organización Catalana de Trasplantes (OCATT), el donante más joven registrado el año pasado tenía un año y el más mayor, 84. “La tecnología nos permite que no haya límite de edad para ser donante”, apuntó ayer Jaume Tort, director de la OCATT. De hecho, el 28% de los 333 donantes válidos de 2017 superaban los 70 años de edad.
El cambio de perfil de donante se ha notado, precisamente, en las donaciones multiorgánicas, que han descendido. El aumento de la esperanza de vida amplía la masa crítica de posibles donantes y receptores, pero implica que no todos los órganos del donante son válidos para ser trasplantados. En cualquier caso, la donación multiorgánica, que estaba en el 80% en el año 2000, se mantiene en el 60%.
Cataluña mantiene, en conjunto, muy buenos datos de donación y trasplante. Después de una fuerte caída en 2013, la tasa de donaciones por millón de personas ha mantenido una curva ascendente y se sitúa en 44 donantes por millón de personas: casi el 46% fueron, el año pasado, donantes cadáver por muerte encefálica; el 29,3% eran donantes vivos y el 25% eran donaciones en asistolia (a corazón parado). La comunidad es, además, líder mundial en trasplantes y el año pasado volvió a batir récord con 1.106 intervenciones (una tasa de 146 trasplantes por millón de habitantes).
Los buenos datos de Cataluña están relacionados, también, con un bajo porcentaje de negativas familiares a la donación: apenas llegan al 14%.
En lo que va de 2018, la tendencia se mantiene al alza: las donaciones crecieron un 2% con respecto al mismo período del año anterior y los trasplantes, un 8,6%.
Fuente: El País