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A un lado, Anabelle. Mucho antes de que existiera la leyenda de la muñeca poseída en Estados Unidos, existió en México una muñeca que fue utilizada para adorar al Diablo... y que ahora está en posesión del gobierno mexicano.
De hecho la muñeca se encuentra en el fondo "Inquisición" del Archivo General de la Nación (AGN), conformado por mil 773 volúmenes, de los cuales la mayoría son procesos realizados por el Tribunal del Santo Oficio en la Nueva España, que se encargó de perseguir y castigar los actos contra los dogmas católicos.
Entre sus documentos se encuentran como los delitos más sancionados la herejía y la brujería. Un ejemplo fue el caso de fray Francisco Xavier Palacios, monje corista que perteneció a la orden de los dominicos.
La historia detrás de la muñeca diabólica ocurrió en 1790, en San Hipólito Mártir, Oaxaca, cuando el fray Francisco Xavier Palacios se presentó ante el Tribunal del Santo Oficio y se culpó de blasfemar y haber pactado con el “príncipe de las tinieblas".
El religioso aseguró que por insinuación de “la mala amistad de una mujer” se unió a la orden de Santo Domingo, pues ella le aseguró que así lo querría más.
"Fray Francisco Xavier Palacios no deseaba proseguir con su vida monástica, pretendía librarse de su hábito para vivir con la mujer amada, lo que le orilló a intentar suicidarse en dos ocasiones y a huir del convento para librarse de la religión, sin embargo, Josefa (la mujer amada), le advirtió que si abandonaba el convento ella buscaría a otro a quien querer", refiere la página web del Archivo General de la Nación.
El hombre se sintió desgraciado pues no quería seguir en el oficio ni perder a su “querida”, por tal motivo invocó al “demonio” en varias ocasiones, hasta que se le presentó un hombre de 21 años, rostro regular, semblante áspero, de aspecto melancólico, vestido con capa negra y birrete blanco; el hombre le dijo al fray Francisco que se hacía presente para que cumpliera lo que prometió a cambio de concederle estar con su amada.
En un segundo encuentro, el Diablo tomó al fray Francisco de las manos y le dijo: "pídele a tu querida que te haga una muñeca, a la cual adorarás por mí, y la tendrás donde nadie pueda verla”.
Acto seguido el demonio hizo escribir y firmar una “cédula” a Francisco con su propia sangre: “Yo, Francisco Xavier Palacios, hago donación de mi alma al Príncipe de las Tinieblas en su posesión de que me hace cumplir lo que le he pedido. Yo no reconozco a otro Dios sino a él (…) así prometo de hoy en adelante (…) no creer nada de lo que creen los cristianos y reniego del nombre de cristiano”.
Sin embargo los inquisidores dudaron de la versión de Francisco y consideraron que todo lo inventaba para librarse de la vida religiosa.
"Al investigar los inquisidores se percataron de las mentiras de Francisco, quien al verse descubierto negó cualquier contacto con el demonio, por consecuencia, era falso el pacto firmado con su sangre y la adoración del diablo a través de la muñeca. Francisco Xavier imaginó todas esas cosas porque estaba ciegamente enamorado, además, le producía una enorme ira el no estar con su amada y por ello no pensaba correctamente", determinó el Tribunal del Santo Oficio.
Según las autoridades religiosas, la muñeca con la que Francisco aseguró “adoraba al príncipe de las Tinieblas", fue una petición que el propio fraile le hizo a Josefa con el argumento de que con ella la sentiría cerca dentro del convento.
"Josefa, al enviarle la muñeca, le escribió a Francisco, “te mando con lo que has de jugar aunque yo no quisiera que jugaras con eso, sino conmigo cielo de mi vida”. Es decir, la muñeca no tuvo el carácter “demoniaco” que le confirió Francisco, sino uno sentido erótico.
De acuerdo con los documentos del Archivo General de la Nación, el fiscal del Santo Oficio, Antonio Bergosa y Jordán, concluyó el juicio señalando: “para fomentar su lujuria tenía en su poder, oculta, una muñeca de trapo hecha por la mano de su amasia, la cual usaba deleitándose con ella torpemente con la memoria de sus tratos con dicha mujer, y que le sirviese para los más abominables hechos”.
El castigo impuesto a Francisco por parte del Tribunal del Santo Oficio fue permanecer en reclusión dentro de las cárceles secretas de la Inquisición, no por haber “pactado con el demonio” sino por apóstata, pues en reiteradas ocasiones manifestó a sus compañeros que el juicio final “era cuento, que el infierno no le constaba que hubiese y que las almas se pasaban de unos cuerpos a otros”.
Si quieres ver a la muñeca diabólica, puedes acudir al Archivo General de la Nación donde se realizan visitas guiadas para ver a este peculiar objeto y otras anécdotas curiosas de la historia de México.
Nación 321