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Juan Martín Pérez, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), denunció que la desaparición y no localización de 8,000 menores de edad en México durante los últimos 14 años podría estar relacionada, en gran medida, al crimen organizado.
Desde el año 2006, cuando el gobierno federal, encabezado por Felipe Calderón, le declaró la guerra al narcotráfico, hasta el 13 de noviembre de 2020, la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) de la Secretaría de Gobernación (Segob) registró 10,690 menores de 0 a 17 años de edad en calidad de no localizados y desaparecidos.
No obstante, es a partir de los 12 hasta los 17 años cuando la cifra crece de manera exponencial: de 2006 a la fecha mencionada, aproximadamente 8,169 menores de edad pudieron haber sido reclutados por el crimen organizado en México. De ellos, 3,484 son hombres y 4,685 son mujeres.
Solamente de diciembre del año 2019 a noviembre del presente año, 1,012 menores desaparecieron en el país: 574 mujeres y 435 hombres.
Las entidades federativas con la mayor cantidad de menores de edad desaparecidos y no localizados son Tamaulipas con 1,429; el Estado de México, con 1,428; Jalisco con 798; Nuevo León con 793; Puebla con 728; Sonora con 534; la Ciudad de México con 516; Chihuahua con 464; Veracruz con 440, y Sinaloa con 439.
Por otro lado, los que menos registrados tienen son Tabasco con 38, Campeche con 17, Baja California Sur con 12, y Tlaxcala con 11, de acuerdo con una consulta realizada al registro de la CNB por Excélsior.
El director ejecutivo de Redim señaló que existen diferentes tipos de reclutamiento forzado. La mayoría de los menores de edad, de entre 14 y 17 años, son utilizados como halcones o informantes para cárteles o bandas delictivas. Otros, dependiendo de su condición física, pueden ser utilizados para convertirse en sicarios.
Sin embargo, los de menor edad son explotados frecuentemente para el cultivo de droga. En el caso de las mujeres, para infiltrarlas en organizaciones antagónicas o como esclavas sexuales.
“Esto se ha documentado en los periodos de cosecha de la mariguana en parte del Triángulo Dorado, Durango y Sinaloa, son levantados y reclutados para la cosecha o, por ejemplo, en Tamaulipas y Sinaloa los meten a los narcolaboratorios. En Guerrero, a los niños entre ocho y 10 años los utilizan para rayar la flor de la amapola, debido a que sus manos son más frágiles y nos las rompen”, declaró Juan Martín Pérez, según Excélsior.
En cuanto al sicariato, comentó que no todos los adolescentes son tomados en cuenta porque son más volátiles, y al portar armas de fuego representan un riesgo para las bandas criminales “o a menos que los quieran utilizar como distractores para que los maten”, dijo.
De enero a septiembre de 2020, alrededor de 1,777 niñas, niños, y adolescentes fueron víctimas de homicidio, de acuerdo con cifras de la Redim. Frecuentemente son enviados al frente para detener ligeramente a las fuerzas de seguridad mientras los adultos huyen.
Martín Pérez lamentó la situación, ya que los menores de edad en las manos del crimen organizado están expuestos a abusos graves como violación sexual, tortura, muerte, y daños físicos. “En el caso de las mujeres de entre 15 y 17 años las convierten en esclavas sexuales o se han documentado casos en los que fueron usadas para infiltrarlas en los cárteles antagónicos y muchas de ellas fueron asesinadas”, expuso.
Por su parte, Jorge Olivares, criminólogo y médico en el Instituto de Ciencias Forenses (Incifo), enfatizó que cada menor reclutado por el narcotráfico debe cumplir con un perfil específico, y cuando no cumplen con el perfil para el que fueron secuestrados, los asesinan.
Declaró que el crimen organizado ha “puesto sus garras” sobre los menores de edad porque, por ejemplo, en caso de ser detenidos, pueden permanecer como máximo hasta cinco años en centros de internamiento para adolescentes.
El criminólogo y médico en el Incifo lamentó que la mayoría de los menores reclutados por el narcotráfico no tienen una figura paterna, o cuando la tienen es “el típico sujeto irresponsable, adicto, violento contra su entorno y, específicamente, contra las mujeres o bien, está vinculado a la delincuencia”.
“(Los hijos de este tipo de personas) no tienen aspiraciones, como el estudio, y como su familia obtiene recursos delinquiendo, crecen distorsionados. En las redes sociales se puede apreciar a menores haciendo alusión a lujos o portando armas”, sostuvo.
Además, ejemplificó que en varias ocasiones los padres trabajan y los adolescentes tienen amistades que los empiezan a introducir a diferentes drogas y adicciones. “Primero es el tabaco, luego la marihuana y la cocaína y de alguna manera los enganchan y tienen que conseguir recursos a toda costa para sus drogas”, afirmó Olivares.
La distribución porcentual de los delitos cometidos por personas privadas de la libertad y adolescentes internados, según tipo, en el 2019, es: robo con 34.6%, homicidio con 19.6%, violación con 9.0%, secuestro con 8.4%, delitos contra la salud relacionados con narcóticos en su modalidad de narcomenudeo con 5.3%, delitos en materia de armas, explosivos, y otros materiales destructivos con 4.6%, lesiones con 2.6%, delitos federales contra la salud relacionados con narcóticos con 2.0%, extorsión con 1.4%, y delitos contra el libre desarrollo de la personalidad con 1.2 por ciento.