Noticias de Yucatán.
La temporada de ciclones en el Golfo de México recién comienza y ya se perfila como “extraordinaria”, según lo previsto en los pronósticos para el Atlántico.
El paso de la primera tormenta tropical de 2024: Alberto ya ha dejado tanto beneficios como múltiples afectaciones en varios estados cuyos territorios experimentaron su presencia de manera directa o indirecta.
Aun cuando no alcanzó a convertirse en huracán, las fuertes lluvias que trajo, así como su marejada ciclónica, tuvieron un fuerte impacto en el noreste de México y el sur de Estados Unidos.
Entre el 19 y el 21 de junio se registraron deslaves, inundaciones, cortes de electricidad, afectaciones en la movilidad, así como la muerte de al menos cuatro personas. Dadas las circunstancias, el gobierno de Nuevo León decidió declarar estado de emergencia para acceder a los recursos federales y así reconstruir todo lo que el agua se llevó, como un tramo de los carriles exprés de Constitución y Morones Prieto.
Por otro lado, las fuertes tormentas lograron alimentar varios cuerpos de agua que se encontraban enfrentando una fuerte sequía desde 2022, de hecho, el agua recolectada en presas de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas podría alcanzar para llenar más de 107 mil albercas olímpicas, según información obtenida por la reportera Fanny Miranda.
No habían pasado ni 24 horas desde que ‘Alberto’ había tocado tierra, cuando un sistema de baja presión comenzó a ‘asomarse’ en el Golfo de México, alertando por la posible formación de 'Beryl', el segundo ciclón tropical de la temporada.
Hasta la tarde del 23 de junio y según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés) la probabilidad de que se formara este ciclón era del 40 por ciento, aunque terminó por desaparecer, el sistema trajo lluvias a la zona.
“Independientemente del desarrollo, las fuertes lluvias podrían causar inundaciones localizadas en partes del noreste de México y el sur profundo de Texas durante los próximos días. Un avión cazador de huracanes de la Unidad de Reserva de la Fuerza Aérea se encuentra actualmente en ruta para investigar el sistema”, señala el último informe.
Así, tanto el paso de Alberto, como de la posible llegada de Berly forman parte de la preocupación de expertos ante el pronóstico de una temporada ‘hiperactiva’ de ciclones tropicales en el océano Atlántico, cuyas aguas conectan con el Golfo de México.
Y es que, ya desde finales de mayo, la NOAA había alertado que en el océano Atlántico Norte se prevé una temporada de huracanes “superior a la media”.
Los ciclones no llegan solos
"Esta temporada parece extraordinaria en varios sentidos", dijo Rick Spinrad, oceanógrafo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica estadounidense (NOAA, por sus siglas en inglés) a finales de mayo.
Esto puede tener diversas consecuencias, pues aunque no todo ciclón tropical tiene el potencial de convertirse en huracán, su presencia cerca de las costas (en este caso del Golfo de México y del este de EEUU) provoca lluvias y marejadas ciclónicas que deja a las regiones expuestas a inundaciones.
Basta señalar que, antes de la llegada de la tormenta ‘Alberto’ en México, el sur de Texas fue declarado en “zona de desastre”, ya que, pese a no haberse acercado a suelo estadounidense, el ciclón provocó fuertes lluvias.
En el caso de México, aunque la llegada de agua es positiva —especialmente para las regiones que se encuentran atravesando sequía severa— se ha alertado que, ‘Alberto’ es solo es el primer fenómeno de la temporada y presas, ríos y demás cuerpos de agua ya se encuentran a niveles altos, por lo que se han cuestionado qué sucederá con los ciclones subsecuentes.
“Esa es nuestra preocupación, iniciado la temporada de lluvias y en una temporada de ciclones tropicales que será muy activa”, comentó el meteorólogo de Multimedios, Abimael Salas en su cuenta de X (antes Twitter).
¿Cuántos ciclones se esperan en el Atlántico y cuáles serán sus nombres?
El Centro de Predicción Climática de la NOAA pronostica un rango de 17 a 25 tormentas con nombre (el promedio es 14). ¿Cuántos se convertirán en huracanes? Se pronostica entre 8 y 13 (el promedio es 7), incluidos entre 4 y 7 huracanes con categoría 3 o superior, es decir, con vientos de 178 km/h o más.
Dejando fuera de la lista a Alberto, los próximos nombres de los ciclones tropicales que se presenten en el Atlántico, según la OMM, son:
Beryl
Chris
Debby
Ernesto
Francine
Gordon
Helen
Isaac
Joyce
Leslie
Milton
Nadine
Oscar
Patty
Rafael
Sara
Tony
Valeri
William
Los responsables detrás del pronóstico
Datos del Servicio Climático Copernicus señalan que en el mar se siguen rompiendo récords de temperatura. Si bien desde 1850 las medidas en superficie marina han aumentado notablemente, no fue hasta 1970 que el incremento se dio de manera abrupta.
Desde entonces la situación no ha mejorado: durante 2023 se rompieron cifras récord, tendencia que se ha mantenido hasta lo que va de 2024: según el Secretario General Adjunto de la OMM, Ko Barrett, en el Atlántico se han registrado “calor oceánico casi récord”.
Los efectos de este cambio ya se encuentran transformando tanto el mundo marino —con el blanqueamiento de los corales— como el terrestre, en donde las regiones costeras se encuentran cada vez más expuestas a la formación de ciclones tropicales.
Es por ello que la OMM hizo un llamado a “estar especialmente atentos, pues junto al fenómeno de La Niña, se crean las condiciones para una mayor formación de tormentas.
¿Cuál es la relación? De acuerdo con la NOAA, las altas temperaturas crean más energía para impulsar su desarrollo. Un ejemplo de ello es Otis, que, según expertos, logró convertirse en un huracán de categoría 5 (la más alta en la escala) debido a que las altas temperaturas del océano Pacífico propiciaron una rápida intensificación.
En el caso del Atlántico, recientes estudios apuntan a que en las últimas décadas la tasa de intensificación de los ciclones tropicales (que tienen el potencial de convertirse en huracanes) han cambiado “a medida que las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero han calentado el planeta y los océanos”.
Actualmente, y según datos de la Guía de Temperatura del Agua Costera de la NOAA, en Bahía Campeche y en el Golfo Occidental el agua superficial se encuentra en los 28.9°C, mientras que en la Cuenca de Yucatán, la temperatura es de 29°C —según la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) la formación de los ciclones en los océanos se ve favorecida cuando la temperatura de la capa superficial de agua supera los 26° C—.
Los otros factores que se suman a la tormenta
La Niña es un fenómeno que se caracteriza por el enfriamiento de las aguas superficiales de la parte central y oriental del océano Pacífico. No obstante, sus efectos tienen impacto a miles de kilómetros de distancia, pues disminuyen la cizalladura del viento, lo que facilita la formación de ciclones tropicales en el Atlántico.
Por otro lado, la OMM advierte que este 2024, “también existe la posibilidad de que se produzca un monzón en África occidental por encima de lo normal, que puede producir ondas del este africano que generen algunas de las tormentas atlánticas más fuertes y duraderas”.
Además, los vientos alisios ligeros "permiten que los huracanes crezcan en fuerza sin la interrupción de una fuerte cizalladura del viento, y también minimizan el enfriamiento del océano", como explica la NOAA.
¿Qué efectos tienen los ciclones y por qué la preocupación?
El Secretario General Adjunto de la OMM, Ko Barrett, asegura que basta con que un huracán toque tierra para hacer retroceder años de desarrollo socioeconómico en una región.
“El huracán María en 2017 le costó a Dominica el 800% de su producto interno bruto. Las alertas tempranas de la comunidad de la OMM y la mejora de la gestión del riesgo de desastres han reducido drásticamente las muertes, pero los pequeños Estados insulares en desarrollo del Caribe todavía sufren de manera desproporcionada”, afirmó el mes pasado.
No obstante, estos ciclones no son los únicos con capacidad destructiva, de acuerdo con un artículo recientes de la revista New Scientist, las tormentas tropicales como Alberto (es decir aquellas que están un peldaño por debajo de los huracanes) pueden provocar efectos económicos a largo plazo, ya que provocan “años de disminución de ingresos locales”.