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Difícil hallar una salida en el tema de la prostitución
Difícil hallar una salida en el tema de la prostitución
Publicada: Domingo, 9 de septiembre de 2012 3:04 am | Mérida
Para nadie es un secreto que el problema de la prostitución se ha disparado en Mérida y amenaza con salirse del control.
Pero esta evidencia no implica que sea fácil hallar una solución, pues se trata de un problema de múltiples aristas, advierten expertos.
La prostitución afecta a muchas mujeres y hombres que la ejercen, pero también a la sociedad en su conjunto, ya que implica infinidad de cuestiones que tienen que ver con marginación, pobreza, desigualdad de género y explotación.
El debate, polarizado entre su legalización o abolición, sigue abierto.
Publicada: Domingo, 9 de septiembre de 2012 3:00 am | Mérida
Sólo a los recién llegados o a los extraterrestres se les podría creer que desconocen la existencia de los numerosos corredores de prostitución que cubren los cuatro puntos cardinales de la ciudad y que funcionan a cualquier hora del día, despojado el negocio de la clandestinidad que hasta hace unos años era considerada una condición inherente a la profesión -dicen hasta los que no saben- “más antigua del mundo”.
Son las 10 de la mañana. A estas horas las calles del centro están divididas en dos pasillos: en uno es casi imposible caminar porque al sol no se le da la gana; la otra acera, donde los edificios regalan un poco de sombra, es un incesante fluir de gente, cada quien con su prisa y su destino. Estamos sobre la calle 58, en la esquina con la 65, la del Monte de Piedad.
Avanzamos hasta la 71 y nos adentramos en un tramo salpicado de hotelitos de paso. Una patrulla estacionada al principio de la calle nos indica que estamos en uno de los más frecuentados corredores del sexo de Mérida y otro vehículo de la policía, su conductora vigila parada en la esquina, cierra el paréntesis, deja que la ciudad continúe su “vida normal”.
El primer contacto es visual. Jóvenes, todas están paradas en grupitos a lo largo de la calle, del lado donde no pega el sol, me miran a los ojos y saludan arqueando las cejas. Luego, una morena un poco más atrevida me toca con suavidad el hombro.
Continúo, pero a paso más lento. Una mano me sujeta un brazo y una voz de sirena del trópico me susurra, diría que con timidez: “Vamos”. Me detengo. Lorena, una tabasqueña de 28 años, pasadita de peso, promete: “Te voy a tratar bien. Dejaré que me acaricies toda, te voy a consentir, lo haremos sin prisa… todo lo que quieras por 200 pesos”.
La calle, tal vez por la hora, no da sensación de sordidez ni las mujeres parecen agresivas o exhibicionistas. Ofrecen “lo mejor” de ellas vestidas en modestos mallones entallados y blusas que más que incitar al deseo, mueven a la compasión.
Alcanzo a contar 13, todas, en apariencia, de extracción humilde. “Es temprano, apenas están comenzado a llegar… al rato serán más de 40. Están aquí todo el día, las 24 horas. Hay algunas que están bien buenas, como esa de verde, que en dos horas ya ‘se atendió’ a cuatro. Ésta es la mejor hora para venir, pues están recién bañaditas”, dice un hombre con el uso mínimo de gestos pero con una risa abierta, descarada, encantado de poder presumir sus conocimientos sobre el tema.
Este singular mercado recoge lo más íntimo -lo más bajo dirían los moralistas- de la esencia humana y en su aparente descaro esconde historias, fantasías, miedos de una sociedad que tolera este tipo de actividades e incluso lo busca. Ignoramos (sin afanes moralistas o sociológicos) si es para huir de la realidad o para hundirse en ella.- Mario S. Durán
En síntesis
De todo tipo. En el corredor del sexo de la calle 58 entre 71 y 73, en el centro, ejercen la prostitución alrededor de 90 personas, entre mujeres y travestidos. Sus edades van de 18 a 60 años de edad.
Problemas. Comerciantes del rumbo aseguran que la prostitución descarada pone en problemas a sus negocios.