Noticias de Yucatán
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Lunes, 29 de octubre de 2012 - Edición impresa
En una clase del Taller de Ética del Instituto Tecnológico de Mérida (ITM), maestro y estudiantes se disponían a analizar las acusaciones de corrupción contra una empresa extranjera. Un alumno se puso de pie y preguntó por qué mejor no atendían el caso del doctorado exprés del director, Abel Zapata Dittrich.
En otra ocasión, durante una asamblea sindical, un profesor con grado de doctor pidió que se incluyera en las conclusiones una petición a Zapata Dittrich: que aclare su participación en “el doctorado patito”, como le llamó. Otras personas secundaron la petición y firmaron el documento.
Esos incidentes, narrados por Esteban Muciño Martínez, catedrático del Taller de Ética, son señales de la situación que prevalece en el Tecnológico por el escándalo en que está involucrado el director.
“Es evidente el malestar generalizado, como se puede comprobar en pláticas de pasillo, oficinas y aulas”, explica el psicólogo. “Se reciben comentarios de ciudadanos que nos cuestionan sobre lo que pasa en el Tecnológico”.
Esteban Muciño, quien ha sido docente en varios tecnológicos del país a lo largo de 35 años de trayectoria profesional, fija su posición sobre este caso en plática con uno de nuestros reporteros y en un escrito de dos cuartillas.
A continuación, algunos de sus conceptos:
-Ante las evidencias aportadas, las miles de palabras escritas y habladas resultan defensa inútil para lavar la conducta inmoral de quienes conscientemente están involucrados.
-Regalar mi silencio ante esta norma de comportamiento de los individuos que están al frente de una institución de educación superior sería violentar uno de los principios de la universidad, el de formar hombres libres, y me haría cómplice de dichas conductas, que en mucho están alterando la moral grupal institucional.
-Como psicólogo de formación debo apropiarme de información vasta y en su momento analizarla, sintetizarla y proceder en consecuencia. Puedo afirmar que los recientes eventos que involucran a algunos directivos de nuestro instituto están generando división entre los integrantes de la comunidad tecnológica. Se evidencia un clima propicio para generar “mobbing” (condición de quitar privilegios a unos para darlos a otros) institucional y con ello generar -sin llegar a anarquía administrativa y académica- desánimo y rivalidad entre el personal en los diferentes departamentos y estudiantes de las áreas académicas diversas, y de manera externa proyectar a la sociedad una imagen mediocre y llena de corrupción.
-Como director del Tecnológico de Mérida y egresado del mismo instituto tiene la alta responsabilidad de cuidar la imagen y el prestigio de la institución que le dio luz a su vida académica. Aun así le corresponde el derecho inalienable, como ser humano, de cambiar de opinión. Tampoco puede ignorar que en la vida las buenas intenciones no cuentan. Lo realmente trascendental son los resultados. Todo ser humano debe estar consciente de que al final somos el resultado de las opciones que tomamos en la vida y que las consecuencias, sean las que sean, siempre se pagan.
-En este asunto del supuesto fraude académico cometido por algunos directivos de nuestro instituto hay quienes decimos que se lo merecen; otros nos indignamos y habrá a quienes nos parezca indiferente. Los hechos ahí están. Que cada quien juzgue.- Ángel Noh Estrada
El caso del doctorado
Conceptos de un profesor
“La indolencia, el miedo y esa cultura de acaudillados que caracteriza a una comunidad es igualmente responsable de los hechos y consecuencias que se padecen”, opina el psicólogo Esteban Muciño Martínez al referirse al escándalo relacionado con el doctorado exprés que concedió una universidad campechana al director del Tecnológico de Mérida, Abel Zapata Dittrich, y otros directivos.
En nuestra edición electrónica (yucatan.com.mx) ofrecemos una versión más amplia de los conceptos que expresa el catedrático de Taller de Ética sobre este tema.