Parálisis en el agro

02 junio 2014
Noticias de Yucatán ()

El campo yucateco resiente los efectos nocivos de la falta de una verdadera política de fomento al sector, dice un analista económico

Los datos y cifras sobre el sector agropecuario que aparecen en el reporte del Centro para la Competitividad de Yucatán nos dicen lo mismo que vemos con nuestros propios ojos, opina el economista Álvaro Cano Escalante. Es la realidad del campo yucateco reflejada en estadísticas.
Independientemente de que requieren un análisis más a fondo, son datos oficiales y no hay por dónde moverle, añade. “Confirman lo que sabíamos, que la economía yucateca está sin pulso y que de los tres sectores el agropecuario es el más empobrecido, más golpeado, producto ya no de una política inadecuada, sino de la absoluta inexistencia de una política de fomento al campo”.
Tirar dinero no es ningún tipo de política económica, aunque al parecer el gobierno opina lo contrario, advierte. Incluso si se da como un hecho que esos recursos se usaron en proyectos productivos, en fomento, capacitación, en incorporación si no de tecnología por lo menos de activos (maquinaria, herramientas, instrumentos) habría que preguntar ¿por qué tanto gasto no se ha visto reflejado en el crecimiento económico del sector?
Sin pretextos
A juicio del economista, no existen argumentos para objetar lo que aparece en el reporte del CCY o justificar el grave deterioro que sufre el sector primario, que es la peor parte de una economía estatal con muchos problemas. “El agro refleja todo lo malo de nuestra economía, pero de una manera más aguda”, dice.
“El sector primario está inmerso en un entorno de estancamiento. ¿Quién podría rebatirlo si, como certifican el Centro para la Competitividad de Yucatán y Coparmex en su reporte, desde 2005 estamos en el mismo sitio? Quizá haya habido un pico en 2010, natural por la recuperación del país ese año, y un bajón muy fuerte en 2008, pero restando y sumando los picos estamos en cero. El campo yucateco no avanza”.
Y si esto parece duro, la realidad puede ser peor porque, explica el analista, muchas cifras del reporte no son definitivas. “Es decir, sobre todo las de 2008 en adelante son preliminares, no se han terminado de corroborar con otros indicadores macroeconómicos que utiliza el Inegi. Con seguridad habrá nuevos datos que mostrarán un panorama más complicado, ya que estas estimaciones se ajustarán a la baja cuando sean revisadas”.
Esta revisión debe comenzar directamente en los indicadores de la producción agrícola, considera. Por ejemplo: ¿cuál es el número de hectáreas sembradas y cuántas toneladas se están obteniendo?, incluso por cultivos y por regiones. Antes de dar a conocer las cifras en valor de dinero, hay que saber qué está pasando con la producción. Y esos datos seguramente mostrarían una situación más grave.
Del empleo
Uno de los temas más inquietantes del reporte estadístico del CCY es la destrucción de empleos en el agro en los primeros meses de 2014. Al respecto, Cano Escalante dice que hay que entender la dinámica del campo, que tiene una tendencia de largo plazo y flujos más coyunturales, relacionados con la época del año, el clima, los apoyos, etc.
“En primer lugar tenemos la situación del campo de largo plazo. En el sector agrícola -no sólo en Yucatán, ocurre en todo el país- cada vez hay menos gente dedicada a las actividades agropecuarias. La población campesina está envejeciendo y por tanto se está reduciendo paulatinamente, y los jóvenes ya no quieren cultivar la tierra, prefieren estudiar una carrera y probar suerte en trabajos diferentes. Sin embargo, el mercado laboral urbano no siempre es capaz de absorber a estos recién egresados, que mientras logran colocarse regresan a sus comunidades, lo que presiona hacia arriba la tasa de desocupación”.
Y está también la situación coyuntural. Cuando, por ejemplo, los subsidios al campo -que se usan en parte para contratar temporalmente a personas del mismo municipio- se atrasan, reducen o no llegan, hay otra presión más de corto plazo en las tasas de ocupación laboral.
Gasto improductivo
El informe del CCY también resalta que a menudo inversión y productividad no han guardado relación. Esto ocurre porque el gasto público en el campo no está pensado para elevar la productividad, explica Cano Escalante. “Un buen ejemplo es Procampo. Hay quienes lo ven como un programa de fomento productivo… yo no lo creo, es más bien un fondo de subsidio, busca aliviar los problemas económicos de quienes se dedican a las actividades primarias. Su objetivo no es elevar la productividad, sino mantener el esquema de sobrevivencia de los campesinos”.
Al menos en Yucatán, el gasto público no es realmente una inversión, un recurso ejecutado para que se reproduzca, es a fondo perdido, para apoyar a los campesinos porque realmente viven una situación difícil, agrega. “Una de las razones del divorcio entre gasto público y producción es que en Yucatán, como señalamos al principio, no hay una política de fomento a la productividad agropecuaria”.
Eficiencia e innovación
“Y no hablamos de eficiencia en el uso del recurso, que los activos fijos que se adquieren sean más baratos. Mucho menos de innovación tecnológica, otro gran freno a la productividad, y mientras no haya un incremento de la productividad agropecuaria, seguiremos viendo una situación como la que retrata el informe del CCY”, comenta el analista.
Otro tema importante es el gasto corriente. “Vemos cómo la estructura burocrática estatal que tiene que ver con el sector primario crece, tiene más presupuesto, más gente y el campo no se mueve o incluso se contrae”.
Esta tremenda contradicción, dice, es un problema estructural. “El gobierno, sin importar de qué partido sea, es un monstruo con vida propia, el Leviatán de Hobbes, que para sobrevivir se come nuestros recursos…
Por último, opina que se debe seguir apoyando al campo, pero no como ahora. “Una verdadera política de fomento es más que abrir la llave del dinero, tiene que ver con un encadenamiento productivo, con la generación de cadenas de valor, con que cristalicemos la intención -que lleva más de 15 años- de que los insumos yucatecos abastezcan la Riviera Maya… Urge una política de fomento que nos arroje algo diferente a lo que vemos hoy”.- Mario S. Durán Yabur
“En Yucatán, el objetivo del gasto público en el sector agropecuario no es elevar la productividad, sino mantener el esquema de sobrevivencia de los campesinos”.

El riesgo de confundir objetivos y estrategias

Para el gobierno, fomento y gasto son sinónimos

El economista Álvaro Cano Escalante coincide con la tesis de Nicolás Madáhuar Boehm, presidente de Coparmex Mérida, y Gustavo Cisneros Buenfil, director del Centro para la Competitividad de Yucatán (CCY): el campo yucateco no podrá salir de su estado de aletargamiento mientras los responsables de impulsar su desarrollo sigan confundiendo los objetivos con las estrategias al momento de evaluar si la inversión ha producido o no resultados favorables.
“El gobierno usa el gasto para medir el ‘fomento’ al campo”, señala el analista, socio fundador de la firma SCP Consultores. “Si, por ejemplo, destina 70 millones de pesos para la adquisición de tractores en el Sur, asume que ya cumplió, que ya ejerció un tipo de acción concreta para el desarrollo del campo y en su informe aparece como un objetivo cumplido, cuando se trata de una estrategia”.
Pero además hace falta más análisis, continúa. Incluso si esa cantidad de dinero es mayor que la destinada el año anterior, ese incremento del gasto no significa necesariamente que hubo desarrollo. Habría que ver si los tractores no se compraron a un precio más alto que el año pasado y por tanto el número es menor, saber en qué condiciones están, a quién se compraron y si se están usando para los cultivos.
“Sin embargo, comúnmente el gobierno se limita a contar el dinero y decir: ‘Estamos trabajando. Aquí están las cifras de cuántos tractores entregamos’, pero nunca hay una evaluación en cuanto a resultados de producción reales, efectivos”.
Como consecuencia, en su medición siempre están ausentes valores económicos como eficiencia, beneficio o competitividad.
Por eso, dice, informes como los del Centro para la Productividad nos llevan a preguntamos: ¿Qué está pasando? Si estamos gastando tanto, ¿por qué ese dinero no genera mayor desarrollo? ¿Por qué no se está reflejando en resultados?
El analista económico no cree que el campo pueda superar sus problemas en los próximos años.
“No veo un cambio en el futuro, en absoluto. Se habla de proyectos enfocados en cuestiones industriales, de servicios. del campo no hay nada, cuando se habla de tierras es porque se están pensando para proyectos de desarrollo inmobiliario o de ecoturismo”.- Mario S. Durán Yabur
Reporte | CCY
El economista Álvaro Cano comenta el reporte del CCY sobre el campo yucateco.
Negro panorama
“De los tres sectores de la economía yucateca, el campo es el que se enfrenta a una situación más difícil y no creo que la pueda superar pronto”.
Corrupción
“Si incluimos el tema de la corrupción -yo no puedo asegurar nada, aunque mucha gente dice que metió un proyecto, no le llegó el dinero, pero hay registros de que cobró el cheque- es más claro por qué el campo no avanza”.

Un duro reflejo estatal

La realidad sobre el campo puede ser peor, alertan

Economía
No existen argumentos para objetar lo que aparece en el reporte del Centro de Competitividad de Yucatán o justificar el grave deterioro que sufre el sector primario, que es la peor parte de una economía estatal con muchos problemas, opina el economista Álvaro Cano Escalante sobre datos y cifras que el Centro arroja respecto al sector agropecuario.
“El agro refleja todo lo malo de nuestra economía, pero de una manera más aguda”, dice. “La realidad puede ser peor porque muchas cifras del reporte no son definitivas, apunta. “Las de 2008 en adelante son preliminares, no se han terminado de corroborar con otros indicadores macroeconómicos que utiliza el Inegi”.
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