Noticias de Yucatán
Con la misma secrecía y el rígido círculo de seguridad que lo acompañó desde su llegada a esta capital, ayer por la mañana el presidente cubano Raúl Castro Ruz cerró su visita de poco más de 24 horas al país.
El dirigente antillano presidió un programa de tres actos públicos y uno privado y solo tuvo un asunto concreto, la firma de cinco acuerdos con su homólogo Enrique Peña Nieto.
A las 10 de la mañana el visitante antillano dejó el hotel Wyndham, donde se hospedó. Su salida de ese edificio ubicado en la avenida Colón no fue vista por los reporteros ni por la cantidad de guardias y policías y algunos curiosos que esperaban afuera, desde la acera opuesta, detrás de cercos metálicos.
El funcionario, de 84 años de edad, salió del establecimiento por la escalinata lateral que da acceso a la terraza junto al bar, la cual fue ocultada a la vista por setos instalados el jueves. De la terraza entró a la carpa cerrada donde lo esperaba el automóvil Audi blindado que usó en la visita, lo abordó y entonces un agente cubano de seguridad corrió una cortina para que saliera el vehículo y se colocara en el convoy de seguridad, precedido por un carropatrulla federal, dos motociclistas estatales y camionetas con una sección de la escolta.
Detrás del auto de Castro Ruz se unieron otras camionetas y una ambulancia. Uno de los automotores llevaba la bandera de Cuba.
Los reporteros, los curiosos y vigilantes sólo vieron pasar veloz el auto oscuro, con el presidente isleño sentado atrás.
El movimiento fuera del hotel comenzó a las siete de la mañana, pero fue hasta las 8:30 cuando comenzaron a salir, maleta en mano, parte de la comitiva cubana. Atravesaron la avenida Colón para abordar camionetas que los llevaron al aeropuerto. Mientras tanto, en la terraza del establecimiento y la entrada de este no cesaba el movimiento de personas que entraban y salían.
En esas últimas horas que el funcionario visitante pasó en tierra yucateca, los alrededores del establecimiento que lo hospedó mantuvieron exigente vigilancia, incluso la calle aledaña al hotel fue cerrada al tránsito, y en ella se apostó una camioneta con soldados equipados con ametralladoras. Otros militares más ocuparon esquinas de los alrededores, donde también hubo uniformados, motocicletas y carropatrullas con agentes locales y federales.
A pesar de esas extremas previsiones de seguridad, se permitió el paso de la gente por las aceras cubiertas con una valla.— Megamedia.
Con la misma secrecía y el rígido círculo de seguridad que lo acompañó desde su llegada a esta capital, ayer por la mañana el presidente cubano Raúl Castro Ruz cerró su visita de poco más de 24 horas al país.
El dirigente antillano presidió un programa de tres actos públicos y uno privado y solo tuvo un asunto concreto, la firma de cinco acuerdos con su homólogo Enrique Peña Nieto.
A las 10 de la mañana el visitante antillano dejó el hotel Wyndham, donde se hospedó. Su salida de ese edificio ubicado en la avenida Colón no fue vista por los reporteros ni por la cantidad de guardias y policías y algunos curiosos que esperaban afuera, desde la acera opuesta, detrás de cercos metálicos.
El funcionario, de 84 años de edad, salió del establecimiento por la escalinata lateral que da acceso a la terraza junto al bar, la cual fue ocultada a la vista por setos instalados el jueves. De la terraza entró a la carpa cerrada donde lo esperaba el automóvil Audi blindado que usó en la visita, lo abordó y entonces un agente cubano de seguridad corrió una cortina para que saliera el vehículo y se colocara en el convoy de seguridad, precedido por un carropatrulla federal, dos motociclistas estatales y camionetas con una sección de la escolta.
Detrás del auto de Castro Ruz se unieron otras camionetas y una ambulancia. Uno de los automotores llevaba la bandera de Cuba.
Los reporteros, los curiosos y vigilantes sólo vieron pasar veloz el auto oscuro, con el presidente isleño sentado atrás.
El movimiento fuera del hotel comenzó a las siete de la mañana, pero fue hasta las 8:30 cuando comenzaron a salir, maleta en mano, parte de la comitiva cubana. Atravesaron la avenida Colón para abordar camionetas que los llevaron al aeropuerto. Mientras tanto, en la terraza del establecimiento y la entrada de este no cesaba el movimiento de personas que entraban y salían.
En esas últimas horas que el funcionario visitante pasó en tierra yucateca, los alrededores del establecimiento que lo hospedó mantuvieron exigente vigilancia, incluso la calle aledaña al hotel fue cerrada al tránsito, y en ella se apostó una camioneta con soldados equipados con ametralladoras. Otros militares más ocuparon esquinas de los alrededores, donde también hubo uniformados, motocicletas y carropatrullas con agentes locales y federales.
A pesar de esas extremas previsiones de seguridad, se permitió el paso de la gente por las aceras cubiertas con una valla.— Megamedia.