Papa, contento de ver a mexicanos en la última audiencia de 2015

30 diciembre 2015
MÉXICO, D.F.-  El Papa Francisco destacó la presencia de numerosos mexicanos en la última audiencia pública que presidió en la Plaza de San Pedro y expresó su alegría por ver banderas de ese país.
Además de los saludos en español de su catequesis pública en el Vaticano, el Papa extendió la mano y exclamó, sonriendo, “veo que hay muchos mexicanos por allí”, desatando inmediatamente una ovación desde el público.
"Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Acojamos al Señor en nuestros corazones, demostrémosle nuestro amor y el gozo de saber que él siempre está en medio de nosotros”, dijo.
Antes había bromeado por las bajas temperaturas de este día en Roma. “Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Un día un poco frío, no?”, señaló al iniciar la audiencia, según publica Notimex.
En los saludos también expresó su cercanía con los afectados por las inundaciones de los últimos días en varias partes del mundo, incluidos Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay.
“Invito a rezar por las víctimas de las calamidades que en los últimos días han afectado a Estados Unidos, Gran Bretaña y América del Sur, en especial en Paraguay, causando lamentablemente víctimas mortales, numerosos evacuados y cuantiosos daños materiales”, indicó, hablando en italiano.
"Que el señor de consuelo a esas poblaciones y que la solidaridad fraterna las socorra en sus necesidades”, apuntó.
En su catequesis reflexionó sobre la imagen del niño Jesús, contemplado en estos días de Navidad y destacó que “el misterio de la encarnación” puede revivir en los corazones con gestos sencillos y tradicionales, como poner el nacimiento en las casas.
Sostuvo que la devoción al niño Jesús permite meditar sobre la humildad de Dios, que se hizo pequeño por los hombres, y a pesar de saber poco sobre la infancia de Cristo, es posible aprender mucho de él mirando a los infantes en general.
Precisó que también Jesús quiere ser estrechado en los brazos, que se le demuestre el propio amor e interés, que se abandone la propia pretensión de autonomía y que se acoja la verdadera forma de libertad, que consiste en reconocer y servirlo.
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