Noticias de Yucatán
Las estadísticas que se conocen sobre los engaños telefónicos son apenas una pequeña muestra de la realidad en torno a ese fenómeno pues, de acuerdo con expertos, sólo uno de cada diez casos se reporta a las autoridades y generalmente no hay seguimiento de los propios afectados.
Los casos no reportados se quedan, en su mayoría, en el círculo de las familias o de los amigos, ya sea porque se redujeron a simples intentos de estafa o, aun cuando ésta se concretó, la víctima prefiere no denunciar.
Fuentes policíacas —la oficina de Comunicación Social de la Fiscalía General del Estado no ha respondido a nuestra solicitud de información planteada hace casi dos semanas— indican que hay casos de defraudados que sólo presentan la denuncia y no aportan más elementos para la investigación.
Sin embargo, otras víctimas de extorsión dicen que en realidad se enfrentan a una gran burocracia en el aparato judicial y a una lenta reacción de la autoridad, lo cual desalienta al ciudadano y se convierte, de esa forma, en un factor que ayuda a los delincuentes.
Hace unos días informamos de nuevas formas de engaño telefónico en Yucatán. Ese delito se mantiene en crecimiento, como indican las estadísticas, pero es un hecho que, a pesar de que las instancias policíacas toman conocimiento de muchos casos, la mayoría no se traduce en denuncias formales.
De acuerdo con la Unidad de Análisis de Información e Inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública, de mediados de 2009 a fines de 2014 se reportaron más de 7,500 intentos de ilícito. 600 concluyeron en extorsión.
Uno de los casos que publicamos corresponde a Umán, ciudad “barrida” por los defraudadores hace unas semanas. En todos los casos se recurrió al teléfono fijo, lo cual indica que los hampones utilizaron el directorio telefónico como banco de datos.
Las estadísticas que se conocen sobre los engaños telefónicos son apenas una pequeña muestra de la realidad en torno a ese fenómeno pues, de acuerdo con expertos, sólo uno de cada diez casos se reporta a las autoridades y generalmente no hay seguimiento de los propios afectados.
Los casos no reportados se quedan, en su mayoría, en el círculo de las familias o de los amigos, ya sea porque se redujeron a simples intentos de estafa o, aun cuando ésta se concretó, la víctima prefiere no denunciar.
Fuentes policíacas —la oficina de Comunicación Social de la Fiscalía General del Estado no ha respondido a nuestra solicitud de información planteada hace casi dos semanas— indican que hay casos de defraudados que sólo presentan la denuncia y no aportan más elementos para la investigación.
Sin embargo, otras víctimas de extorsión dicen que en realidad se enfrentan a una gran burocracia en el aparato judicial y a una lenta reacción de la autoridad, lo cual desalienta al ciudadano y se convierte, de esa forma, en un factor que ayuda a los delincuentes.
Hace unos días informamos de nuevas formas de engaño telefónico en Yucatán. Ese delito se mantiene en crecimiento, como indican las estadísticas, pero es un hecho que, a pesar de que las instancias policíacas toman conocimiento de muchos casos, la mayoría no se traduce en denuncias formales.
De acuerdo con la Unidad de Análisis de Información e Inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública, de mediados de 2009 a fines de 2014 se reportaron más de 7,500 intentos de ilícito. 600 concluyeron en extorsión.
Uno de los casos que publicamos corresponde a Umán, ciudad “barrida” por los defraudadores hace unas semanas. En todos los casos se recurrió al teléfono fijo, lo cual indica que los hampones utilizaron el directorio telefónico como banco de datos.