Noticias de Yucatán
Alemania ganó
por 4-1 a México en
una trepidante semifinal de la Copa Confederaciones y
jugará la final ante Chile, tras un partido en el que México desplegó uno de
sus mejores juegos de los últimos tiempos y mereció mucho más de lo que indica
el marcador.
Los dos equipos hicieron honor a su fama: México nunca se
rinde y juega siempre un fútbol directo, pero Alemania es una máquina que
cuando encara la portería no perdona.
El partido no pudo empezar peor para México, con dos
aproximaciones de Alemania a su área en sólo dos minutos, y seguidamente dos
goles, ambos a manos de Goretzka, cuando apenas habían transcurrido siete
minutos del encuentro.
En el primero, el centrocampista del Schalke 04 recibió un
magnífico pase de Hendrichs frente
al área grande del rival y al primer toque envió el balón a la esquina
izquierda de la portería defendida por Ochoa.
Tan sólo dos minutos después llegó el segundo, en un mano
a mano de Goretzka con el guardameta mexicano del que salió vencedor el alemán
y que dejó en silencio sepulcral a los numerosos aficionados mexicanos en las
gradas del Olímpico Fisht de Sochi.
Pronto se vieron los chicos de Juan Carlos Osorio en
la necesidad de remontar, una situación que se ha repetido en todos y cada uno
de sus partidos de la fase de grupos, pero agravada esta vez por el peso de dos
goles.
Transcurrida la primera media hora del partido, su juego
andaba desacertado de cara al gol, pese a sus muchas oportunidades, pero en
ningún momento dejaron de creer en otra machada.
Lo intentó una y otra vez El Tri, con peligrosas llegadas
y centros al área de Ter Stegen, pero tampoco los alemanes renunciaron hasta
cierto momento al contraataque después de que México se hiciera con la posesión
del esférico.
Llegado el último cuarto de hora del primer tiempo, los
“verdes” tuvieron dos goles en las piernas de sus futbolistas, pero Ter Stegen
salvó a los suyos.
La volvió a tener enseguida “Chicharito”, que recibió la
pelota a dos metros del portero rival e intentó marcar por encima del
guardameta del Barcelona: no tuvo suerte y el esférico se fue por encima del
larguero.
A esas alturas, todo el juego era ya de México, que hizo
honor a su fama de no rendirse nunca y a su demostrado amor por el juego
directo, dejando a los pupilos de Joachim Löw en la ingrata labor de defenderse
una y otra vez de todos los embestidas de los mexicanos.
Con algo menos de intensidad, México empezó la segunda
parte con toda la intención que mostró tras encajar los dos goles: en cinco
minutos ya había llegado dos veces a la portería de Ter Stegen, incluido un
peligrosísimo contraataque desaprovechado por Jiménez, que tiró muy flojo a las
manos del portero.
Y entonces se desperezaron los alemanes, que tras crear
tres ocasiones peligrosas en menos de cinco minutos, a la cuarta sentenciaron
el partido, poniendo una ventaja en el marcador (3-0) difícil de superar
incluso para una México que ha desplegado en esta semifinal uno de sus mejores
juegos de los últimos tiempos.
Werner marcó a portería vacía tras un pase de Hector
desde el borde lateral del área chica, en un contraataque mortal aunque
previsible ante los muchos espacios libres dejados por El Tri en su apuesta
total por el ataque.
Pero ni con 3-0 se rindieron los mexicanos, que volvieron
a dominar la pelota y volvieron a tener varias ocasiones de gol, sin darle
descanso al arquero del bundesteam, que aún salvó varias oportunidades
peligrosas del rival.
Obtuvieron al filo del final del partido su pequeña
recompensa, su más que merecido gol de honor que marcó Fabián en un disparo,
esta vez sí, imparable.
Pero como Alemania es Alemania, aún no estaba todo dicho:
Younes, el último recambio de Löw poco antes del final, puso en el marcador el
4-1 definitivo en otro mano a mano con Ochoa.