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Cuando José Mejía Peralta tenía 74 años sólo contaba con la primaria. No obstante, tras superar una operación del corazón decidió continuar con sus estudios.
Haciendo a un lado los prejuicios sociales que relacionan el aprendizaje académico con los jóvenes, y el esfuerzo que su proyecto implicaría, el hombre concluyó la secundaria y la educación media superior en el sistema abierto. Sin embargo, José aun ambicionaba más conocimiento.
Con experiencia previa en puestos administrativos en el ayuntamiento de Casimiro Castillo, José se inclinó por matricularse en la carrera de derecho de la Universidad de Guadalajara. Como cualquier otro estudiante universitario el octogenario realizó los trámites necesarios para ingresar al programa de estudios pero a pesar de sus esfuerzos, fue rechazado.
El primer intento fallido no fue impedimento para que lo intentara de nuevo hasta lograr su sueño de matricularse en la casa de estudios más importante de su Estado, a pesar de que su salud lo obligó a regresar a su tierra natal, Autlán de Navarro y detuvo momentáneamente sus planes.
El Centro Universitario de la Costa Sur informó a través de su cuenta de Facebook que para este ciclo escolar José finalmente fue admitido en la Facultad de Derecho del Centro Universitario Costa Sur, donde la rectora Lilia Victoria Oliver Sánchez reconoció a José como un ejemplo de vida.
“Viendo tantos atropellos a la ley, tanta gente que no sabe cómo defenderse, cómo plantear un problema y mucho menos resolverlo, entonces tuve la inquietud de elegir esta carrera para algún día asesorar a alguien, guiar a alguien que tenga un problema, encausarlo a la autoridad que corresponda y que sepa defenderse, apoyarlo de esa manera; eso fue lo que me llevó a elegir la carrera de Derecho”, explicó.
Actualmente, José cuenta con 83 años de edad y espera concluir sus estudios universitarios y obtener una cédula profesional. Al terminar su “proyecto de aprendizaje” el hombre anhela convertirse en un abogado.
“La sorpresa que se llevaron tanto los aspirantes como familiares de verme ahí, viejito, al darse cuenta de que también era estudiante. Uno de los aplicadores me dijo que ojalá no sólo saliera en listas, sino que llegara a ser su alumno. Desde entonces, y a manera de halago, sentía un compromiso conmigo mismo para seguir avanzando, porque esas palabras tan motivantes me hicieron pensar que no hay límite de edad”, subrayó.
Con Información de Sin embargo