Sin pierna y en silla de ruedas, los mexicanos Héctor y “Edy” se vuelven ejemplo de solidaridad

26 septiembre 2017
Noticias de Yucatán 
Héctor Rodarte Cedillo, un limpiador de ventanas y vendedor de dulces de 27 años de edad, perdió parte de su pierna derecha hace siete años luego de ser atropellado por un coche.

Pero eso no le ha impedido pasar horas trabajando en una brigada de voluntarios civiles que buscaron a sobrevivientes, ayudan a los heridos y limpian los escombros de los edificios que se derrumbaron en Jojutla, México, durante el letal sismo registrado hace una semana.

Rodarte apoya sus muletas contra un Volkswagen Beetle blanco antes de poner sus tatuados brazos manos a la obra levantando y moviendo ladrillos y metales doblados. Vestido con un chaleco naranja brillante, un casco de obra blanco y unos sucios tejanos, mantiene el equilibrio colocando el muñón de su pierna, amputada desde la rodilla, sobre los escombros.
Rodarte y otros miembros de la “Novena Brigada” recorren las calles ayudando a los residentes a recuperar fotos familiares y otras pertenencias de sus dañadas viviendas, a punto de venirse abajo. Trabaja todo el día y solo para para dormir en la noche.

Ayudar a los demás “es algo que nace desde el fondo del corazón”, dijo Rodarte.

Jojutla, a unos 100 kilómetros al sur de la capital de México, es uno de los lugares más devastados por el sismo del martes, que causó más de 300 muertos.
En la ciudad perdieron la vida al menos una docena de personas, decenas de viviendas quedaron en ruinas y muchas más son irreparables y están a la espera de demolición.

“Aquí seguiremos echando una mano hasta que terminemos, hasta que se recupere Jojutla”, sentenció Rodarte.

HÉROE EN SILLA DE RUEDAS

Eduardo Zárate, o “Edy”, como le dicen sus seres queridos, viajó desde Morelia, Michoacán, a la Ciudad de México al enterarse que su amigo había quedado entre los escombros de un edificio colapsado en la colonia Del Valle.
Protección Civil lo aceptó como voluntario. Durante 24 horas, “Edy” anduvo en su silla de ruedas, entre los escombros, sin descansar.
Después de reposar durante unas horas y reincorporarse en la búsqueda, Eduardo tuvo su recompensa: hallar con vida a su amigo.

Pese a sufrir un esguince en su mano izquierda, el joven participó en el rescate de otras dos personas.

Las fotografías en las que aparece como voluntario recorrieron todo el país. Las muestras de respeto y admiración no se hicieron esperar; él aprovechó “la popularidad” para lanzar con fervor un llamado de solidaridad entre los mexicanos.

Tras su labor en la capital del país, Eduardo Zárate se incorporó a las labores de la colecta de víveres en la Universidad Michoacana, aunque prometió regresar a la Ciudad de México a colaborar con sus compatriotas.
Con Información de Sin Embargo
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