Noticias de Yucatán
El llanto de Enriqueta Rosales, doña
Cleta, abuela de Rubén Cárdenas Ramírez , se escuchó hasta
la calle apenas supo que se había consumado la ejecución de su nieto en una
prisión de Texas. “¡Cómo
no me va a doler, es mi sangre, es mi
nieto!”, respondía a las muestras de consuelo.
Juan Ramírez, el mayor de los nueve hijos de doña Cleta,
dijo que no hubo justicia para ninguno porque
nunca se aclaró si —Rubén— realmente había sido el culpable. Consideró que el
gobierno mexicano no asumió una defensa fuerte, “lo dejaron ahí y hasta que supieron
la pena de muerte volvieron a trabajarlo”.
Añadió que a la familia le duele el fallecimiento de
Rubén, quien estuvo preso durante 20
años y hasta su muerte en Estados Unidos, acusado
del homicidio de su prima hermana Mayra Azucena
Laguna Ramírez. “Él siempre dijo que no la había matado; la
verdad no se podrá saber porque no le permitieron defenderse”, agregó.
En su vivienda de la colonia Las Delicias, ubicada a
espaldas de la casa de doña Cleta, Juan comenta que la tragedia ocurrida en
1997 con el fallecimiento de Mayra dividió a la familia, porque algunos
hermanos se hicieron más del lado de Felisa; ahora se vivió una segunda
tragedia, y el deterioro de la salud de la abuela, a partir de que se notificó
que Rubén sería llevado a la cámara de la muerte.
El irapuatense recibió la inyección letal el pasado 8 noviembre.
A las 22:26 horas se declaró su muerte. El Universal