Noticias de Yucatán
Nilsa Ovalles, originaria de Caracas, Venezuela, después de
casi 40 años de permanecer en California, Estados Unidos, realiza un aventurado
viaje de regreso a su país con parte de su familia: tres gatas y cuatro perros.
La mujer de 65 años, con actitud relajada camina hacia donde
la lleve el viento, adelanta kilómetros sin prisas, pues no sabe cuándo llegará
a su destino, luego de que atraviese seis países (México, Guatemala, Nicaragua,
Costa Rica, Panamá y Colombia) con un recorrido aproximado de 6 mil kilómetros.
Su viaje lo realiza en una camioneta color plata con placas
del estado de California y ahí caben todos: sus gatas Gatalea, Angelina y
Camila; y también sus perros Reyna, Catalea, Sabio y Noche, este último lo
acaba de adoptar, pues lo encontró en la calle, y está dispuesta a recoger otro
más que se encuentre por ahí desprotegido para llenar el espacio que le dejó
Tigra, una perra brava que le acaban de robar.
La señora Ovalles luce un cabello a medio pintar asoma
canas, es extremadamente delgada, y ella se siente feliz consigo misma. Su
trato es muy amable.
Por segunda ocasión EL UNIVERSAL platicó con ella, después
de que duró más de tres meses estacionada en el kilómetro 21 de la frontera de
Nogales, donde antes se encontraba el Recinto Fiscal.
Nilsa relató que ella decidió dejar Brooklyn, California,
donde vivió desde que tenía 26 años, ya que al fallecer su esposo Edward,
afectado por un tumor canceroso en la cabeza, su estadía en ese lugar perdió
sentido. Estuvo en Puerto Rico, regresó a Estados Unidos y no pudo adaptarse de
nuevo.
Comentó que estudió dos años de la carrera de psicología en
Venezuela y en Estados Unidos hizo estudios como asistente educativa, actividad
en la que se desempeñó por algunos años. Con su esposo gozaron de tiempos
económicos buenos, pero no supieron administrarlos.
Relató que ha tenido complicaciones para hacer efectiva la
pensión porque las autoridades norteamericanas pusieron en duda la veracidad de
su esposo. Aparte, asegura que le robaron el dinero de la tarjeta donde le
hacen los pagos por parte del gobierno estadounidense.
El realizar constantes trámites la mantuvo más de tres meses
en la frontera de Nogales, pero un día llegó la Policía Federaly le dijo que no
podía estar más en los alrededores del recinto fiscal porque ahí podían llegar
“matones” y hacerle daño.
El 12 de diciembre, agentes policiacos la escoltaron hasta
Hermosillo, y decidió estacionar su auto en la plaza de El Mundito, que se
ubica en la calle Morelia y Jesús García. Consideró que ese es el lugar ideal
para que sus "niños" salgan a buscar comida y paseen libremente.
El vehículo de Nilda está lleno de cobijas, cojines,
peluches, ropa y más; en el interior conviven perros y gatos, no se pelean.
Salen del auto al amanecer, juegan y solos regresan al interior de su “hogar”.
Se encuentra en condición de indigente, pero tiene suerte
porque muchas personas se le acercan, le dan dinero y comida, tanto para ella
como para sus mascotas. Incluso, tiene su automóvil estacionado a unos metros
donde se encuentra la Casa Amiga Albergue Humanitario, donde por diez pesos
diarios les dan cena y un lugar para dormir. Ella sólo va a cenar y regresa a
pasar la noche con sus animales.
Nilsa estaba formada para recibir alimentos del albergue,
pero al acceder a la entrevista se separó del grupo para que cerca de una
decena de personas en condición de calle no se sintieran incómodos o que
después la rechazaran.
“Gracias a los mexicanos tengo que comer. Aquí dan mucha
comida, eso me permite guardar un poco para el otro día o compartir con mis
niños”, aseguró.
La mujer ha rehusado ayuda para quedarse en un albergue
porque no aceptan a sus mascotas, por eso sólo hace pausas y disfruta de la
aventura. “Espero que la hazaña no sea tan dura”, dijo y luego sonrió. El Universal.