El regreso de la “Antología de Spoon River”: ¿de qué hablan tus muertos?

25 junio 2018
Noticias de Yucatán. Noticias de Hoy
¿De qué hablan tus muertos?

Los optimistas visualizan un Paraíso o una cadena de reencarnaciones. Los pesimistas, un fundido negro; una máquina que se apaga para siempre. ¿Qué hay después de la muerte? Nadie lo sabe con exactitud, entonces la imaginación es infinita. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Hay una idea idea mitológica que aparece en prácticamente todas las culturas y es la del alma en pena. Ni vivos, ni muertos, están en un período intermedio. No encuentran la paz, entonces, en ese limbo, hablan, lloran, ríen, maldicen. ¿De qué hablan tus muertos?

Hace más de cien años se publicó un libro, un poemario, que ensaya esta escena con un nivel de humor que tajea la solemnidad del tema. Antología de Spoon River es el nombre. La escribió un abogado cuarentón que hacía unos años había empezado a coquetear con la literatura: Edgar Lee Masters había escrito dos poemarios, un ensayo y algunas obras de teatro, entonces una idea se posó sobre su cabeza y jamás se fue. Spoon River es el nombre de un pueblo ficticio y lo de antología se debe a que este libro reúne los poemas de sus lugareños… muertos.

Luego de un poema inicial titulado "La colina" que se pregunta dónde están todos esos vecinos que se fueron muriendo de a poco —la respuesta se repite: "todos están durmiendo en la colina"—, lo que sigue es una larga serie de poemas cortos. Cada uno tiene la firma de un muerto y en esos versos —una suerte de epitafio autobiográfico— se exponen su pena, su cuenta pendiente, su tristeza, su bronca o el culpable de que su cuerpo ahora esté bajo tierra. De esta forma, el pueblo es una ebullición de chismes, y el cementerio, su monolito.

Edgar Lee Masters (1869-1950)

"Una galería de voces", dice el poeta y traductor Gerardo Gambolini en el prólogo de la nueva edición de este libro que acaba de publicar Ediciones en Danza. Gambolini, que estuvo a cargo de la traducción, le cuenta a Infobae Cultura que llegó a Masters a partir de Edgar Allan Poe. En su vida, sobre toda en la adolescencia, las lecturas formaron un dominó azaroso. Después de Poe siguió con Nathaniel Hawthorne y Herman Melville y, más tarde, con los cuentistas y novelistas clásicos del siglo XX. "Tuve tempranamente un gusto por muchos escritores norteamericanos", confiesa Gambolini y agrega que conoció la Antología de Spoon River "en mi juventud, a través de la selección traducida por Alberto Girri. Desde entonces releí aisladamente muchos de los poemas a lo largo de los años".

Si bien el eje de su valoración literaria "pasa primordialmente por el gusto y la idea de emoción" porque prefiere no opinar "en términos críticos ya que no es mi terreno", arriesga una reflexión sobre el calibre de esta obra: "Encuentro una suerte de magnífico ejercicio contrapuntístico de las principales variables de la condición humana. La forma en que el autor plasmó la idea de lápidas que dialogan o monologan componiendo un cuadro totalizador me parece atemporal, lo que a mi juicio es un logro superior, o clásico, si se quiere".
Los personajes de Masters no son reales, sin embargo están basados en los ciudadanos de Petersburg y Lewistown, lugares donde él creció. A estos lugareños el libro les resultó una ofensa, por eso fue prohibido en las escuelas y bibliotecas de Lewistown hasta 1974. De hecho, su madre, que formaba parte de la junta de la biblioteca, votó en contra de que el material circulara. Sin embargo, como se sabe, toda prohibición propone una penumbra que invita a habitar ilegalmente. "Cada familia en Lewistown probablemente tenía una hoja de papel o un cuaderno escondido con su copia de la Antología, diciendo quién era quién en la ciudad", aseguró el historiador local Kelvin Sampson.

En 1924 se publicó una secuela, El nuevo Spoon River, donde el pueblo ficticio estaba más urbanizado, como si fuera un suburbio de Chicago. No le fue muy bien y, no contento con ello, Masters publicó un ensayo en 1933 titulado La génesis de Spoon River, donde relata cuánto le costó escribir sobre esas historias y cuánto se equivocaron sus detractores al creer que acertaban adivinando quiénes eran sus personajes. Fuente:Infobae
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