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A ciegas, sin poder jugar a elegir uruguayos y rusos rival de octavos de final por cuestión de horarios, fue el peso de la camiseta lo que terminó por imponerse. Es decir, Uruguay. Garra, picaresca y ese aire renovador que la envuelve ahora por su pretensión de tener más relación con la pelota. Los volantes Betancur y Torreira son los abanderados de esa transformación estilística que trata de entreverarse con su identidad guerrillera charrúa. Bajo el calor asfixiante del verano siberiano de Samara, Uruguay barrió a Rusia y se aupó a la primera posición del grupo con una victoria incontestable. Los bicampeones del mundo han cerrado la fase de grupos con un pleno de tres triunfos. Dinamita anímica para una selección que ha construido gran parte de su mística con más fe que fútbol.
En plena crecida, Uruguay puede ser temible para cualquiera que se cruce con ella. Si España es segunda de grupo, ya sabe que le espera el mito de una zamarra legendaria que cuenta con la amenaza de Luis Suárez y Cavani como cabeza de área. Los dos batieron a Akinfeev, así que se presentan a los cruces afilados. Si los chicos de Hierro son primeros, les aguarda la complejidad de medirse a los temores arbitrales que siempre generan los cruces con el país organizador. Rusia además tiene como premisa dejarse hasta la última gota de sangre para no desmerecer a la potencia mundial que representa. Y físicamente ha preparado este Mundial para ser un equipo incómodo y veloz.
Sin esa capacidad para escoger contrincante para el primer cruce de las eliminatorias, la única intervención que podían ejercer los dos seleccionadores con un ojo puesto en los octavos sí la ejecutaron. Cherchesov apuntó a dos de sus titulares amonestados, Smolov y Golovkin y oxigenó al veterano Zhirkov. Tabárez, por su parte, sentó a Varela, al Cebolla Rodríguez y a Giménez, este último con problemas musculares. Por los pocos cambios habidos en una y otra selección se intuyó que tanto Tabárez como Cherchesov apostaron por conquistar la primera plaza pese a que el cuadro de cruces por ese lado va más cargado de grandes favoritos.
Enseñó más muestrario Uruguay que Rusia, desinflada por el madrugador gol de Luis Suárez. El tanto fue una maniobra ratonera. En una falta al borde del área, la barrera rusa permitió que dos uruguayos fueran los que taparan el palo de Akinfeev. Un descuido intolerable estando Suárez de por medio. Para cuando este golpeó raso y potente, sus dos compañeros ya habían desaparecido de la muralla y el defensor ruso que trató de tapar el hueco fue arrastrado al suelo en la puja por ganar la posición. Akinfeev, más centrado en tapar un posible lanzamiento por encima de la barrera, se comió sin remedio el trallazo seco.
Entre ese gol y la posterior expulsión de Smolnikov por doble amarilla, Rusia ya pintó poco en el partido. Tanto que Cherchesov sentó a Cheryshev, que había tenido el infortunio de desviar un remate lejano de Laxalt. Hasta esos tres contratiempos definitivos, la selección anfitriona había enseñado su cartesiana disposición táctica, pero no el ritmo vertiginoso con el que se desplegó en sus dos primeros partidos. Sí sacó a relucir en el inicio esa sociedad que han formado el tanque Dzuyba y Cheryshev. Se encuentran y se buscan con naturalidad y armonía. El primero le deja de cabeza con el pecho o con la cabeza todo lo que caza por arriba. El segundo, busca al gigantón en el área con sus roscas.
Con uno menos y dos goles en contra, a Rusia ya sólo le quedó la defensa del orgullo en el segundo acto. Se fue arriba con poco orden y fue escarmentada con unas cuantas contras lideradas por el Cebolla Rodríguez, que entró al campo dispuesto a poner a prueba el cañón que tiene en su pierna izquierda. Akinfeev le desbarató uno de esos zurriagazos y otro astilló el larguero. Cavani, ya sobre la bocina, estuvo más rápido que Suárez para rebañar un despeje de Akinfeev a cabezazo imperial de Godín. Otro que anda envalentonado y con ganas de dar guerra en este Mundial.
En plena crecida, Uruguay puede ser temible para cualquiera que se cruce con ella. Si España es segunda de grupo, ya sabe que le espera el mito de una zamarra legendaria que cuenta con la amenaza de Luis Suárez y Cavani como cabeza de área. Los dos batieron a Akinfeev, así que se presentan a los cruces afilados. Si los chicos de Hierro son primeros, les aguarda la complejidad de medirse a los temores arbitrales que siempre generan los cruces con el país organizador. Rusia además tiene como premisa dejarse hasta la última gota de sangre para no desmerecer a la potencia mundial que representa. Y físicamente ha preparado este Mundial para ser un equipo incómodo y veloz.
Sin esa capacidad para escoger contrincante para el primer cruce de las eliminatorias, la única intervención que podían ejercer los dos seleccionadores con un ojo puesto en los octavos sí la ejecutaron. Cherchesov apuntó a dos de sus titulares amonestados, Smolov y Golovkin y oxigenó al veterano Zhirkov. Tabárez, por su parte, sentó a Varela, al Cebolla Rodríguez y a Giménez, este último con problemas musculares. Por los pocos cambios habidos en una y otra selección se intuyó que tanto Tabárez como Cherchesov apostaron por conquistar la primera plaza pese a que el cuadro de cruces por ese lado va más cargado de grandes favoritos.
Enseñó más muestrario Uruguay que Rusia, desinflada por el madrugador gol de Luis Suárez. El tanto fue una maniobra ratonera. En una falta al borde del área, la barrera rusa permitió que dos uruguayos fueran los que taparan el palo de Akinfeev. Un descuido intolerable estando Suárez de por medio. Para cuando este golpeó raso y potente, sus dos compañeros ya habían desaparecido de la muralla y el defensor ruso que trató de tapar el hueco fue arrastrado al suelo en la puja por ganar la posición. Akinfeev, más centrado en tapar un posible lanzamiento por encima de la barrera, se comió sin remedio el trallazo seco.
Entre ese gol y la posterior expulsión de Smolnikov por doble amarilla, Rusia ya pintó poco en el partido. Tanto que Cherchesov sentó a Cheryshev, que había tenido el infortunio de desviar un remate lejano de Laxalt. Hasta esos tres contratiempos definitivos, la selección anfitriona había enseñado su cartesiana disposición táctica, pero no el ritmo vertiginoso con el que se desplegó en sus dos primeros partidos. Sí sacó a relucir en el inicio esa sociedad que han formado el tanque Dzuyba y Cheryshev. Se encuentran y se buscan con naturalidad y armonía. El primero le deja de cabeza con el pecho o con la cabeza todo lo que caza por arriba. El segundo, busca al gigantón en el área con sus roscas.
Con uno menos y dos goles en contra, a Rusia ya sólo le quedó la defensa del orgullo en el segundo acto. Se fue arriba con poco orden y fue escarmentada con unas cuantas contras lideradas por el Cebolla Rodríguez, que entró al campo dispuesto a poner a prueba el cañón que tiene en su pierna izquierda. Akinfeev le desbarató uno de esos zurriagazos y otro astilló el larguero. Cavani, ya sobre la bocina, estuvo más rápido que Suárez para rebañar un despeje de Akinfeev a cabezazo imperial de Godín. Otro que anda envalentonado y con ganas de dar guerra en este Mundial.
Fuente: El País