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Guadalajara, México.-El sueño de Dulce María, de acudir a su graduación de primaria, tal vez no llegue a cumplirse.
Ella vendía dulces para juntar para sus gastos en el evento y la acompañaba su hermana Blanca. El 21 de mayo se querían acercar a una persona para pedirle que les comprara. Era Luis Carlos Nájera. Las pequeñas recibieron balazos que eran dirigidos al ex Secretario de Trabajo y todavía batallan para recuperar sus vidas habituales.
"Mamá, ¿sí voy a poder ir?", es la pregunta constante de la menor hacia Mireya, pues la graduación es el próximo 9 de julio.
"Es lo que a ella le está deprimiendo mucho, que ella quiere ir. Le digo 'pérate, mami'".
"El doctor dice que él no recomienda (que acuda) porque ella no puede bailar el vals, que si queremos llevarla a misa, pero a mí no se me hace el caso, porque me imagino que ella se va a deprimir más porque toda su ilusión era la salida", lamentó Mireya.
Aunque comenzó tarde a estudiar, la joven de 14 años es aplicada en sus clases y desea entrar a la secundaria; actualmente no puede apoyar ninguno de sus pies, pues las balas le fracturaron la cadera y le horadaron el pie.
Siempre pregunta si volverá a caminar. Su hermana Blanca, de 16 años, también recibió una bala en la pierna.
Las dos fueron dadas de alta el 21 de junio pero aún necesitan rehabilitación; en el hospital no han confirmado por cuánto tiempo.
"No fueron cualquier cosita, como me dijo el doctor, no fue un rasguño, fueron lesiones graves", recordó la madre.
En la habitación azul de las jóvenes hay una batalla entre el desaliento y la esperanza.
Destacan post-its pegados a las paredes. Toda la familia siempre estará ¡¡¡junta!!!, dice uno de ellos. Figuras de la Virgen de Guadalupe tienen sus miradas fijas en las camas de las menores.
Pero ellas aún se sienten inseguras. Han recibido terapias psicológicas, pero las sesiones regulares apenas comenzarán.
"Ellas no dormían, muy intranquilas, mucho miedo, (...) pues sí (es) muy desesperante, verlas que ellas lloraban, gritaban", recordó la progenitora.
"De recién ella, cuando estaba en el hospital, Dulce me decía: 'ahí vienen, ahí vienen' muy asustada, tenía mucho miedo, mucho temor", ahondó.
Mireya normalmente vende dulces en Chapultepec para ayudar a sostener a su familia y a veces lleva a alguno de sus seis hijos; su esposo es albañil, pero había estado sin trabajo.
El día del ataque en contra del ex Fiscal del Estado, ella estaba trabajando. Al escuchar los disparos, corrió hacia sus hijas. Después, ya no supo qué estaba pasando.
"Yo quise volverme loca en ese rato, yo me sentía desesperada, no hallaba qué hacer; inclusive cuando llegué a la Cruz Verde me hacían preguntas y yo estaba como ida", rememoró.
Ella agradece la ayuda que ha recibido por parte del Gobierno del Estado y del DIF Jalisco, pero teme que se acabe con el cambio de administración.
La familia recibió 5 mil 500 pesos -Mireya no recuerda de qué dependencia- y una despensa. Sin embargo, las adolescentes necesitan una dieta especial para que funcione el injerto y su madre no ha podido salir a trabajar.
El padre ya tiene trabajo, pero la familia aún está atrasada con pagos.
- La menor recibió un tiro al igual que su hermana cuando pretendían venderle dulces a Luis Carlos Nájera, ex Secretario de Trabajo; las balas iban dirigidas para él
Guadalajara, México.-El sueño de Dulce María, de acudir a su graduación de primaria, tal vez no llegue a cumplirse.
Ella vendía dulces para juntar para sus gastos en el evento y la acompañaba su hermana Blanca. El 21 de mayo se querían acercar a una persona para pedirle que les comprara. Era Luis Carlos Nájera. Las pequeñas recibieron balazos que eran dirigidos al ex Secretario de Trabajo y todavía batallan para recuperar sus vidas habituales.
"Mamá, ¿sí voy a poder ir?", es la pregunta constante de la menor hacia Mireya, pues la graduación es el próximo 9 de julio.
"Es lo que a ella le está deprimiendo mucho, que ella quiere ir. Le digo 'pérate, mami'".
"El doctor dice que él no recomienda (que acuda) porque ella no puede bailar el vals, que si queremos llevarla a misa, pero a mí no se me hace el caso, porque me imagino que ella se va a deprimir más porque toda su ilusión era la salida", lamentó Mireya.
Aunque comenzó tarde a estudiar, la joven de 14 años es aplicada en sus clases y desea entrar a la secundaria; actualmente no puede apoyar ninguno de sus pies, pues las balas le fracturaron la cadera y le horadaron el pie.
Siempre pregunta si volverá a caminar. Su hermana Blanca, de 16 años, también recibió una bala en la pierna.
Las dos fueron dadas de alta el 21 de junio pero aún necesitan rehabilitación; en el hospital no han confirmado por cuánto tiempo.
"No fueron cualquier cosita, como me dijo el doctor, no fue un rasguño, fueron lesiones graves", recordó la madre.
En la habitación azul de las jóvenes hay una batalla entre el desaliento y la esperanza.
Destacan post-its pegados a las paredes. Toda la familia siempre estará ¡¡¡junta!!!, dice uno de ellos. Figuras de la Virgen de Guadalupe tienen sus miradas fijas en las camas de las menores.
Pero ellas aún se sienten inseguras. Han recibido terapias psicológicas, pero las sesiones regulares apenas comenzarán.
"Ellas no dormían, muy intranquilas, mucho miedo, (...) pues sí (es) muy desesperante, verlas que ellas lloraban, gritaban", recordó la progenitora.
"De recién ella, cuando estaba en el hospital, Dulce me decía: 'ahí vienen, ahí vienen' muy asustada, tenía mucho miedo, mucho temor", ahondó.
Mireya normalmente vende dulces en Chapultepec para ayudar a sostener a su familia y a veces lleva a alguno de sus seis hijos; su esposo es albañil, pero había estado sin trabajo.
El día del ataque en contra del ex Fiscal del Estado, ella estaba trabajando. Al escuchar los disparos, corrió hacia sus hijas. Después, ya no supo qué estaba pasando.
"Yo quise volverme loca en ese rato, yo me sentía desesperada, no hallaba qué hacer; inclusive cuando llegué a la Cruz Verde me hacían preguntas y yo estaba como ida", rememoró.
Ella agradece la ayuda que ha recibido por parte del Gobierno del Estado y del DIF Jalisco, pero teme que se acabe con el cambio de administración.
La familia recibió 5 mil 500 pesos -Mireya no recuerda de qué dependencia- y una despensa. Sin embargo, las adolescentes necesitan una dieta especial para que funcione el injerto y su madre no ha podido salir a trabajar.
El padre ya tiene trabajo, pero la familia aún está atrasada con pagos.