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Algunos científicos hablan del mayor avance de la malaria en las últimas décadas. La semana pasada, la Agencia Americana del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el uso de un nuevo fármaco sobre el que se llevaba años investigando: la tafenoquina. Más allá de tratar efectivamente la enfermedad, los expertos apuntan a que puede ser una importante aliada en la estrategia para acabar con ella definitivamente.
Es útil contra la variedad Plasmodium vivax, muy frecuente en Asia y Latinoamérica. A menudo, el parásito queda latente en el hígado, lo que hace reaparecer la dolencia semanas o meses después de estar aparentemente curada. La nueva medicina consigue eliminarlo completamente, algo que ya sucedía con la que se venía utilizando: la primaquina, de la misma familia. La gran diferencia es que mientras esta última necesita 15 tomas, basta con una de la más reciente para acabar con el microorganismo que causa el paludismo.
“Es una enorme ventaja, porque el cumplimiento de los tratamientos es muy pobre, lo que se traduce en fallos terapéuticos y desarrollo de resistencias”, explica Javier Gamo, del departamento de enfermedades de países en desarrollo de GSK, la compañía que ha desarrollado el medicamento. Según explica, la sustancia se descubrió hace décadas, pero ha sido muy complicado ajustar las dosis para conseguir que sea efectiva con los mínimos efectos secundarios, algo que ha requerido de “múltiples ensayos clínicos”.
Como sucedía con la primaquina, la tafenoquina puede ser muy dañina para personas con deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa, una característica genética que reduce la actividad de una enzima. A quienes la sufren, el fármaco les puede causar anemias severas que pueden incluso acabar con su vida. “La ventaja es que mientras se desarrollaba el fármaco también han avanzado los test para detectar esta deficiencia. Lo ideal es hacer una prueba rápida antes de tomar el fármaco: es lo que se recomienda en el prospecto. Esto suena muy bien sobre el papel, pero preocupa que en algunos países en desarrollo, donde es más necesario, no siempre se haga”, explica Quique Bassat, investigador en ISGlobal, centro impulsado por la Fundación Bancaria "la Caixa". “Dicho esto, es un avance enorme, porque se estaba tratando el vivax mal desde siempre: o no se hacía bien la pauta de tomas o no se recomendaba por miedo a estos efectos”, matiza.
El nuevo medicamento puede ser clave en las estrategias de erradicación de malaria. Más allá de curar a individuos, una de las herramientas para la erradicación de la enfermedad es emplear fármacos en las zonas endémicas: si el parásito es completamente eliminado del organismo, el mosquito —que es el que lo lleva de unas personas a otras con su picadura— no tiene con qué infectar. Y esto es justo lo que se consigue con una sola toma del nuevo fármaco. “Elimina la forma durmiente y los gametocitos, que es lo que el insecto transmite”, asegura Bassat.
Una vez que ha sido aprobada por la FDA estadounidense, es previsible que las agencias de medicamentos del resto del mundo comiencen a dar luz verde al uso del fármaco. Según Gamo, toda actividad de GSK en malaria está basada en el “no beneficio”. “Desde el principio se tienen en cuenta los costes de producción para poder implementar los tratamientos en países menos desarrollados, que son los que más necesitan”, asegura.
Algunos científicos hablan del mayor avance de la malaria en las últimas décadas. La semana pasada, la Agencia Americana del Medicamento (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó el uso de un nuevo fármaco sobre el que se llevaba años investigando: la tafenoquina. Más allá de tratar efectivamente la enfermedad, los expertos apuntan a que puede ser una importante aliada en la estrategia para acabar con ella definitivamente.
Es útil contra la variedad Plasmodium vivax, muy frecuente en Asia y Latinoamérica. A menudo, el parásito queda latente en el hígado, lo que hace reaparecer la dolencia semanas o meses después de estar aparentemente curada. La nueva medicina consigue eliminarlo completamente, algo que ya sucedía con la que se venía utilizando: la primaquina, de la misma familia. La gran diferencia es que mientras esta última necesita 15 tomas, basta con una de la más reciente para acabar con el microorganismo que causa el paludismo.
“Es una enorme ventaja, porque el cumplimiento de los tratamientos es muy pobre, lo que se traduce en fallos terapéuticos y desarrollo de resistencias”, explica Javier Gamo, del departamento de enfermedades de países en desarrollo de GSK, la compañía que ha desarrollado el medicamento. Según explica, la sustancia se descubrió hace décadas, pero ha sido muy complicado ajustar las dosis para conseguir que sea efectiva con los mínimos efectos secundarios, algo que ha requerido de “múltiples ensayos clínicos”.
Como sucedía con la primaquina, la tafenoquina puede ser muy dañina para personas con deficiencia de glucosa-6-fosfato deshidrogenasa, una característica genética que reduce la actividad de una enzima. A quienes la sufren, el fármaco les puede causar anemias severas que pueden incluso acabar con su vida. “La ventaja es que mientras se desarrollaba el fármaco también han avanzado los test para detectar esta deficiencia. Lo ideal es hacer una prueba rápida antes de tomar el fármaco: es lo que se recomienda en el prospecto. Esto suena muy bien sobre el papel, pero preocupa que en algunos países en desarrollo, donde es más necesario, no siempre se haga”, explica Quique Bassat, investigador en ISGlobal, centro impulsado por la Fundación Bancaria "la Caixa". “Dicho esto, es un avance enorme, porque se estaba tratando el vivax mal desde siempre: o no se hacía bien la pauta de tomas o no se recomendaba por miedo a estos efectos”, matiza.
El nuevo medicamento puede ser clave en las estrategias de erradicación de malaria. Más allá de curar a individuos, una de las herramientas para la erradicación de la enfermedad es emplear fármacos en las zonas endémicas: si el parásito es completamente eliminado del organismo, el mosquito —que es el que lo lleva de unas personas a otras con su picadura— no tiene con qué infectar. Y esto es justo lo que se consigue con una sola toma del nuevo fármaco. “Elimina la forma durmiente y los gametocitos, que es lo que el insecto transmite”, asegura Bassat.
Una vez que ha sido aprobada por la FDA estadounidense, es previsible que las agencias de medicamentos del resto del mundo comiencen a dar luz verde al uso del fármaco. Según Gamo, toda actividad de GSK en malaria está basada en el “no beneficio”. “Desde el principio se tienen en cuenta los costes de producción para poder implementar los tratamientos en países menos desarrollados, que son los que más necesitan”, asegura.
Fuente: El País