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El Instituto Nacional de Cancerología (Incan) anunció la puesta en marcha del Modelo Integral para la atención del Cáncer Cervicouterino Localmente Avanzado (Micaela), con el que buscan mejorar el pronóstico de mujeres con ese tipo de tumor a través de una atención integral individualizada.
El modelo Micaela se desarrolló a finales de 2017 con el apoyo de Abelardo Meneses, director del Incan, así como de la diputada Lucely Alpízar.
El objetivo es ofrecer a un grupo de 480 pacientes con la enfermedad localmente avanzada y sin seguridad social un programa individualizado, integral, de vanguardia y protocolizado, el cual les dé apoyo psicológico, nutricional y con tratamientos individuales innovadores, además de medir el impacto económico para poder replicarlo en otros estados.
“El tratamiento para las pacientes y la proyección a la población que puede seguir impactando en los siguientes 10 a 15 años es la base para crear un modelo integral de atención con altos estándares de calidad, que pueda ser validado y reproducido posteriormente”, comentó la Lucely Cetina, investigadora en Ciencias Médicas “D” y responsable del programa.
El Incan recibe alrededor de 550 mujeres al año con este diagnóstico, de las cuales 80 por ciento llega con la enfermedad localmente avanzada y 30 presenta una comorbilidad (daño renal crónico, diabetes o hipertensión).
El tumor de cuello uterino es una enfermedad que, pese a ser prevenible, es aún un problema en salud pública, siendo la segunda causa de cáncer más común en mujeres mexicanas.
Según cifras de Globocan, se calcula una incidencia para 2020 de 17 mil 940 nuevos casos en México, y 6 mil 480 muertes a causa de este padecimiento.
Alineado con los Programas de Prevención y control del Cáncer Cervicouterino establecidos a escala nacional, el programa Micaela, junto con organizaciones civiles sin fines de lucro, gestiona una campaña de prevención.
Para reducir la incidencia y la mortalidad de ese tipo de tumores se deben aplicar medidas que disminuyan los factores de riesgo de infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH). Una de las principales medidas es integrar la vacuna al esquema nacional de vacunación, que actualmente solo es para niñas de 11 años.
La doctora Ariadna Martínez, directora médica de la Fundación Luis Pasteur, mencionó: “Las campañas de vacunación contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) deben beneficiar no solo a niñas en edad escolar, sino hasta jóvenes, hombres y mujeres, de 15 a 25 años, esto con el objetivo de seguir disminuyendo la incidencia”.
El cáncer cervicouterino representa un tabú social por su asociación con el VPH y con enfermedades de transmisión sexual, lo que se traduce en un incremento en frecuencia en mujeres vulnerables, aseguró.
Las estrategias para controlar la enfermedad aún son limitadas. Lo cierto es que el cáncer cervicouterino es prevenible y se puede combatir con educación, vacunas y pruebas de papanicolaou. Sin embargo, aún falta un gran camino por recorrer para bajar el número de afectadas a causa de esta enfermedad”, comentó la doctora Lucely Cetina.
“Es importante que tomemos al programa Micaela como un ejemplo de mejores prácticas y procesos, los hospitales y sistemas de salud, deberían contar con indicadores que nos permitan medir un avance e impacto real en la población, además de ser un verdadero beneficio para las pacientes”, señaló Mayra Galindo, directora de la Asociación Mexicana de Lucha contra el Cáncer.
Fuente: Milenio
El Instituto Nacional de Cancerología (Incan) anunció la puesta en marcha del Modelo Integral para la atención del Cáncer Cervicouterino Localmente Avanzado (Micaela), con el que buscan mejorar el pronóstico de mujeres con ese tipo de tumor a través de una atención integral individualizada.
El modelo Micaela se desarrolló a finales de 2017 con el apoyo de Abelardo Meneses, director del Incan, así como de la diputada Lucely Alpízar.
El objetivo es ofrecer a un grupo de 480 pacientes con la enfermedad localmente avanzada y sin seguridad social un programa individualizado, integral, de vanguardia y protocolizado, el cual les dé apoyo psicológico, nutricional y con tratamientos individuales innovadores, además de medir el impacto económico para poder replicarlo en otros estados.
“El tratamiento para las pacientes y la proyección a la población que puede seguir impactando en los siguientes 10 a 15 años es la base para crear un modelo integral de atención con altos estándares de calidad, que pueda ser validado y reproducido posteriormente”, comentó la Lucely Cetina, investigadora en Ciencias Médicas “D” y responsable del programa.
El Incan recibe alrededor de 550 mujeres al año con este diagnóstico, de las cuales 80 por ciento llega con la enfermedad localmente avanzada y 30 presenta una comorbilidad (daño renal crónico, diabetes o hipertensión).
El tumor de cuello uterino es una enfermedad que, pese a ser prevenible, es aún un problema en salud pública, siendo la segunda causa de cáncer más común en mujeres mexicanas.
Según cifras de Globocan, se calcula una incidencia para 2020 de 17 mil 940 nuevos casos en México, y 6 mil 480 muertes a causa de este padecimiento.
Alineado con los Programas de Prevención y control del Cáncer Cervicouterino establecidos a escala nacional, el programa Micaela, junto con organizaciones civiles sin fines de lucro, gestiona una campaña de prevención.
Para reducir la incidencia y la mortalidad de ese tipo de tumores se deben aplicar medidas que disminuyan los factores de riesgo de infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH). Una de las principales medidas es integrar la vacuna al esquema nacional de vacunación, que actualmente solo es para niñas de 11 años.
La doctora Ariadna Martínez, directora médica de la Fundación Luis Pasteur, mencionó: “Las campañas de vacunación contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) deben beneficiar no solo a niñas en edad escolar, sino hasta jóvenes, hombres y mujeres, de 15 a 25 años, esto con el objetivo de seguir disminuyendo la incidencia”.
El cáncer cervicouterino representa un tabú social por su asociación con el VPH y con enfermedades de transmisión sexual, lo que se traduce en un incremento en frecuencia en mujeres vulnerables, aseguró.
Las estrategias para controlar la enfermedad aún son limitadas. Lo cierto es que el cáncer cervicouterino es prevenible y se puede combatir con educación, vacunas y pruebas de papanicolaou. Sin embargo, aún falta un gran camino por recorrer para bajar el número de afectadas a causa de esta enfermedad”, comentó la doctora Lucely Cetina.
“Es importante que tomemos al programa Micaela como un ejemplo de mejores prácticas y procesos, los hospitales y sistemas de salud, deberían contar con indicadores que nos permitan medir un avance e impacto real en la población, además de ser un verdadero beneficio para las pacientes”, señaló Mayra Galindo, directora de la Asociación Mexicana de Lucha contra el Cáncer.
Fuente: Milenio