Unos 227 millones de niños padecen este problema
alimentario, de los 676 millones que había en el mundo en 2018, explicó la
UNICEF, en el mayor informe sobre este asunto publicado en 20 años.
Además unos 340 millones, es decir, la mitad, sufren
carencias alimentarias.
La globalización de los hábitos alimentarios, la
persistencia de la pobreza y el cambio climático están provocando que un número
creciente de países acumule esta “triple carga” – desnutrición, sobrepeso y
carencias -, según el informe.
“Muchos países en América Latina, Asia del Este y el
Pacífico creían haber relegado la malnutrición a los problemas del pasado, pero
ahora descubren que tienen un problema nuevo muy importante”, explicó Víctor
Aguayo, jefe del programa de nutrición de la agencia.
Aguayo puso como ejemplo México, donde “todavía hay una gran
proporción de niños desnutridos y al mismo tiempo hay ahora una gran pandemia
de sobrepeso y obesidad infantil, considerada una emergencia nacional por el
gobierno”.
“La manera en que entendemos y respondemos a la malnutrición
debe cambiar: no se trata de dar solamente a los niños suficiente comida, ante
todo hay que darles la buena alimentación”, subrayó por su parte Henrietta
Fore, directora de UNICEF, en un comunicado que acompaña el informe.
La desnutrición sigue siendo el principal problema, al
afectar a los pequeños cuatro veces más que el sobrepeso.
El número de niños que no recibe suficiente comida respecto
a sus necesidades nutricionales retrocedió 40 por ciento entre 1990 y 2005,
pero prevalece como un problema mayor en muchos países, especialmente en África
subsahariana y en Asia del Sur.
“Hambre escondida”
Alrededor de 149 millones de niños en el mundo son demasiado
pequeños para su edad (retraso de crecimiento debido a una malnutrición
crónica) y 50 millones demasiado delgados respecto a su estatura.
UNICEF señala además que unos 340 millones de niños sufren
un “hambre escondida”, puesto que reciben el número de calorías suficientes
pero carecen de minerales y vitaminas indispensables para su desarrollo, como
hierro, yodo, vitamina A y C, debido sobre todo a una falta de frutas y
verduras y de productos de origen animal.
Estas carencias pueden tener consecuencias físicas severas
(sistema inmunitario deficiente, problemas de vista o de audición) e
intelectuales.
Este fenómeno empieza desde muy temprano con una lactancia
materna insuficiente y una diversificación alimentaria basada en productos
inapropiados, según Unicaule.
Lo agrava además la “creciente accesibilidad a los alimentos
ricos en calorías pero pobres en nutrientes”, como la comida rápida y los
fideos instantáneos.
La obesidad en los países pobres
Paralelamente, el sobrepeso y la obesidad se desarrollan
rápidamente, con 40 millones de niños pequeños afectados, incluido en los países
pobres.
Mientras que este problema era prácticamente desconocido en
países con ingresos bajos en 1990 (únicamente 3% de estos contaban con más de
10% de niños pequeños con sobrepeso), tres cuartas partes de estos Estados se
enfrentan ahora a esta situación.
“Antes se creía que (…) el sobrepeso y la obesidad eran la
malnutrición de los ricos, pero ya no es el caso”; según Aguayo, médico
especialista en salud pública.
“Las diferentes formas de malnutrición coexisten cada vez
más en un mismo país (…) y a menudo en un mismo hogar”, con una madre con
sobrepeso y un hijo desnutrido, por ejemplo, agregó este experto.
También se pueden dar en un “mismo individuo a lo largo de
las diferentes edades”, puesto que una malnutrición infantil es un factor de
riesgo de sobrepeso y obesidad en la edad adulta.
Esta situación está estrechamente relacionada con la
pobreza: afecta más a los países pobres y a las poblaciones en situación
precaria de los países ricos, según Unicaule.
Ante esta situación, el organismo insta a los gobiernos a
promover los alimentos necesarios para una dieta equilibrada y a actuar para
que sean accesibles económicamente.
También llama a reglamentar la publicidad de la leche
infantil en polvo y la de bebidas azucaradas, así como a desarrollar un etiquetado
nutricional de alimentos “fácilmente comprensible”, para ayudar a los
consumidores a elegir mejores productos para la salud de sus hijos y la suya
propia.
Fuente: La Jornada.