Irlanda. Jane (no es su verdadero nombre) sólo tenía 17 años cuando fue diagnosticada con VIH.
Eso la convirtió en una de las personas más jóvenes en ser diagnosticadas con el virus en Irlanda del Norte.
Además, para ese entonces Jane sólo había mantenido relaciones sexuales con una persona.
Sé que hay gente que me va a oír y pensar que lo digo para que me tengan lástima, pero es la verdad", le dice a la BBC.
Y, con su testimonio, quiere ayudar a combatir dos mitos todavía bastante vigentes.
Uno, que el VIH es una enfermedad de homosexuales y por lo tanto las mujeres heterosexuales no corren mayor riesgo.
Y dos, que su diagnóstico es una sentencia de muerte.
A la primera
"Sé que hay gente que me va a escuchar y me va a juzgar. Pero me gustaría que se pusieran en mis zapatos", pide Jane.
"Solo me había acostado con una persona cuando contraje VIH".
El diagnóstico asustó bastante a la joven norirlandesa.
La joven cuenta que cuando la diagnosticaron empezó a buscar información en internet y a ver películas sobre el tema.
"Y eso me asustó bastante", recuerda.
"Esas películas mostraban a gente que se ponía muy enferma y su piel empezaba a ponerse muy mal, y mostraban gente muriendo", cuenta.
"Pensé: '¿Es eso lo que me va a pasar a mí?'".
"Al inicio tenía en mi cabeza todos los estereotipos y estigmas que se puedan imaginar", dice también su madre.
"Pensé que no era posible que le estuviera pasando a ella, que era muy injusto que le ocurriera a alguien de su edad, a alguien que no era para nada promiscua", recuerda.
"Pero ahora sé que no importa si eres promiscuo o no, basta una sola vez y el resto de tu vida puede cambiar para siempre".
La vida que sigue
En el caso de Jane, sin embargo, la vida también ha traído cambios positivos.
"Después de mi diagnóstico empecé a tomar medicamentos que redujeron muchísimo mi conteo de VIH en la sangre, al punto que era indetectable. Y después quedé embarazada", le dice a la BBC.
Los retrovirales pueden ayudar a que los portadores del virus lleven vidas normales.
"Durante mi embarazo tomé tres diferentes tipos de medicamentos para garantizar que mi hijo no contrajera VIH. Ahora tengo un varoncito y las medicinas funcionaron", cuenta.
"Sí, tengo VIH, pero eso no va a impedir que esté ahí para mi hijo. Todavía tengo un techo sobre mi cabeza y el apoyo de mi familia", destaca.
"Creo que es importante ser positivos, pero eso no significa que haya que desestimar el problema", dice por su parte la madre de Jane.
"También hay que hablar sobre el tema y cómo se puede evitar que las cosas lleguen a ese punto. Y para mí ahí es donde entra la educación sexual", opina.
"El VIH todavía es un tema tabú. Pero la historia de mi hija muestra que es posible que una joven lo contraiga", destaca.
"No puede cambiar el pasado, pero lo que le diría a cualquiera es que si estás manteniendo relaciones sexuales con alguien, ya sea o no tu primera vez, debes protegerte y preguntarle a esa persona: ¿te has hecho una prueba?", coincide Jane.
"Es una pregunta sencilla y creo que en la escuela deberían enseñar más sobre la importancia de hacerse la prueba", opina.
Un diagnóstico de VIH ya no es una sentencia de muerte.
"Tengo que convivir con el hecho de que soy seropositiva. Significa que durante el resto de mi vida voy a tener que tomar pastillas y hacerme pruebas de sangre de forma regular", explica Jane.
"Pero no voy a dejar que eso me arruine la vida", concluye.