'¿Es normal que las mamás golpeen a sus hijos?'

03 marzo 2020
Noticias de Yucatán. 

Con esta pregunta, Gabriel Fernandez, que entonces tenía 7 años, despertó las alarmas de su profesora, Jennifer Garcia.

Cuando la maestra le pidió más detalles, Gabriel preguntó si es normal ser golpeado con la hebilla metálica de un cinturón.

"¿Es normal sangrar?", quiso saber el niño.

Meses después de esta conversación, Gabriel Fernández, Gabrielito, moría a consecuencia de golpes que recibió en casa a manos de su madre, Pearl Fernandez, y el novio de ella, Isauro Aguirre.

‘Justicia para el pequeño Gabriel’ es una desgarradora producción que presenta el caso del asesinato que destapó los vicios del sistema de justicia de Estados Unidos.

Netflix estrenó recientemente una nueva docuserie criminal que aborda uno de los casos más trágicos de abuso infantil. ‘Justicia para el pequeño Gabriel’ narra la historia de un pequeño de ocho años de edad que fue torturado y asesinado por su madre y el novio de ella, un caso que estremeció a la sociedad de Estados Unidos.

Los trágicos hechos sucedieron en el 2013, cuando el niño Gabriel Fernández falleciera después de vivir meses de tortura. La producción desentraña en seis episodios el detrás de este caso que impactó a la comunidad de Los Ángeles en los Estados Unidos.

Dirigida por Brian Knappenberger, la docuserie está basada en el reportaje de Garrett Therolf, periodista de LA Times donde una crónica exhaustiva trae los más horrendos detalles del sufrimiento del pequeño.

El despiadado caso destapó irregularidades. Muchos sabían las condiciones que el niño pasaba, incluso el sistema de trabajadores sociales que constantemente acudió a su domicilio sin hacer nada al respecto.

A pocos días de su estreno, la docuserie está causando enérgicas reacciones en redes sociales. Rabia, injusticia, desesperación, rencor, son sentimientos difíciles de digerir conforme pasan los episodios y se descubren más detalles del abuso que sufrió Gabriel y que desencadenó en su muerte.

Más allá de exponer la tragedia o convertirse en un contenido sensacionalista, ‘Justicia para el pequeño Gabriel Fernández’ abre el diálogo para que este tipo de casos pueda evitarse mostrando a los actores que intervienen, así como la fallida organización que debería procurar por salvaguardar a los infantes.

Los familiares de Gabriel cuentan que su madre no lo quería tener. Y aunque finalmente siguió adelante con el embarazo, cuando nació el bebé, lo dejó en el hospital.

Fueron los abuelos quienes lo recogieron. Empezaba así un periplo que le hizo conocer distintos hogares, siempre con miembros de su familia.

Según testimonios basados en entrevistas con familiares y en reportajes que se hicieron tras su muerte, Gabriel era un niño dulce que buscaba el amor de los suyos.

Imágenes de la época en que vivió con sus tíos o sus abuelos muestran a un niño aparentemente feliz y sano.

Ese bienestar dio un giro en 2012, cuando Pearl Fernandez decidió llevárselo a vivir con ella y su novio para recibir prestaciones sociales del estado.

En el humilde apartamento vivían también los dos hermanos del pequeño: Ezequiel y Virginia, ambos menores de edad.

Allí fue donde cambió su suerte.

8 meses de horror

Con el traslado de casa llegó también un cambio de escuela.

En el nuevo colegio fue donde Gabriel tuvo a Jennifer Garcia como profesora, a quien le habló sobre los golpes con el cinturón.

Tras la alarmante conversación, Garcia llamó a una línea directa para denunciar situaciones de abuso infantil y reportó lo que le había dicho el niño.

El caso cayó en manos de Stefanie Rodriguez, una asistente social que, según sostienen personas de su entorno, tenía poca experiencia para un trabajo tan demandante como aquel.

A partir de ahí se sucedieron visitas, llamadas y revisiones, pero no hubo cambios.

Los abusos a Gabriel fueron empeorando, según relata su profesora en el documental de Netflix.

Empezó a llegar a clase sin algunos mechones de pelo, con costras en el cuero cabelludo, los labios hinchados, moratones por toda la cara o lesiones causadas por disparos de una pistola de aire comprimido.

Garcia insistió en sus denuncias a servicios sociales y algunos miembros de la familia, preocupados, también pidieron ayuda.

Agentes de la oficina del alguacil del condado visitaron el apartamento en varias ocasiones, una de ellas pocos días antes de la paliza final, pero creyeron lo que les dijo la madre y no comprobaron el estado del niño.

Así, ninguna de las acciones de las autoridades derivó en una decisión que pusiera a salvo a Gabriel.

El 22 de mayo de 2013, la madre y el padrastro de Gabriel llamaron a urgencias para pedir ayuda porque el niño no respiraba.

Habían pasado ocho meses desde que se fue a vivir con ellos.

Dos días después, murió. Tenía 8 años.

Con información de BBC y Forbes



https://youtu.be/-T7VXlB4qUI


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