La pandemia por coronavirus que asola a más de la
mitad de la población mundial ha originado miles de hipótesis sobre su
desarrollo y efectos, las hay con tintes negativos, unas cuantas esperanzadoras
y pocas realistas, como es el caso de la premisa de Gabriel Leung, un profesor
de Salud Pública de la Escuela de Medicina de la Universidad de Hong Kong,
quién ya advertía sobre las consecuencias del brote de Covid-19 desde antes de
que este saliera de Wuhan, China.
Leung pone en duda las proyecciones del gobierno chino y de
aquellos que vaticinan que esta pandemia vea su fin para finales de abril. El
epidemiólogo de enfermedades infecciosas y decano de medicina en la Universidad
de Hong Kong cree que la realidad es completamente distinta.
En una columna publicada en The New York Times, y
traducida por el portal Infobae, Gabriel Leung explicó cómo
será la forma en que se deberá salir de las cuarentenas y los aislamientos
obligatorios dictados por gobiernos alrededor de todo el mundo y que esa
situación no puede durar para siempre. De manera prolongada, advierte, causará
“enormes daños a las economías y comprometerá la buena voluntad y la salud
emocional” de las personas.
“Se necesita un marco formal, con un fundamento explícito
basado en la ciencia, para determinar cuándo y cómo y en función de qué
factores relajar las restricciones, y cómo volver a aplicar algunas o
todas ellas en caso de que otra ola epidémica golpee nuevamente”, recomienda el
científico honkonés.
“La contención ha fallado en todas partes. En algunos
lugares, Wuhan en febrero; norte de Italia en marzo, la epidemia se extendió
tan rápidamente que las autoridades pertinentes tuvieron que centrarse
principalmente en mitigar sus efectos, en el control de daños. En otros
lugares, la represión ha funcionado hasta ahora: Hong Kong, Singapur y Taiwán
no han experimentado epidemias locales sostenidas. Todavía no, al menos”.
Sin embargo, el epidemiólogo sabe que esos confinamientos
obligatorios cerrando casi toda actividad generarán grandes trastornos en las
economías, provocando daños que nadie sabe hasta dónde llegarán. Sobre todo,
esto preocupa a las potencias de Europa y a los Estados Unidos, resumió. Leung
también sabe que, lógicamente, “el primer objetivo debe ser proteger las
vidas y eso significa evitar el colapso del sistema de atención médica”.
Para que ello ocurra, describió a los hospitales “como la
última línea de defensa” en la batalla contra el coronavirus. “Cuando su
capacidad para manejar emergencias se ve abrumada, como en Bérgamo, el norte de
Italia o en áreas de España, no tiene mucho sentido teorizar sobre lo que estoy
a punto de hacer: todo lo que puede hacer es enrollarse las mangas,
conectar a los pacientes por vía intravenosa goteos y ventiladores, e intente
salvar tantas vidas como sea posible con cualquier medio disponible”, acotó
Leung.
Dos panoramas razonables ante la pandemia por Covid-19
“Solo se puede evitar que la pandemia resurja cuando al
menos la mitad de la población mundial se haya vuelto inmune al nuevo
virus. Y eso puede suceder de una de estas dos maneras: después de que
suficientes personas se hayan infectado y se hayan recuperado o hayan sido
inoculadas con una vacuna”, resumió Leung.
El científico honkonés explicó cada una de esas dos opciones
de manera más clara aún contando además cómo deberían desarrollarse: “Permitir
que ocurra la primera opción, sin mitigación, sería una catástrofe
humanitaria: significaría muchas muertes, principalmente entre los
ancianos y las personas pobres con acceso limitado a la atención médica.
Mientras que la segunda opción, desarrollar una vacuna
segura y efectiva y hacerla suficiente para todos, es una meta al menos dentro
de un año, quizás dos años. Los aislamientos masivos y las medidas de
distanciamiento no pueden mantenerse tanto tiempo”.
“No hay una respuesta correcta o incorrecta sobre la mejor manera de responder a una amenaza tan grande y compleja como esta pandemia. Uno puede imaginar una variedad de puntos de vista individuales: ‘Prefiero proteger la economía y arriesgarme con la epidemia’; ‘Prefiero no arriesgarme y permitir que la economía se dispare, en parte porque estoy seguro de que se recuperará en un año’; ‘Ya me estoy volviendo loco después de una semana de encierro; No puedo verme aferrado a esto durante tres meses’. Este rango es la razón por la cual el público en general, especialmente en las democracias occidentales, debería tener la oportunidad de dar forma a esta discusión. Y, sin embargo, a pesar de que diferentes comunidades lograrán un equilibrio diferente entre estos intereses, la estrategia de “suprimir y levantar” es generalizable para todos”, resumió una de las máximas eminencias en la lucha contra el coronavirus.