Los huracanes son ciclones tropicales, caracterizados por una circulación cerrada alrededor de un centro de baja presión, que se alimentan del aire cálido y húmedo disponible sobre los océanos tropicales. En el pasado, llegaban por sorpresa y acababan con la vida de miles de personas. El desconocimiento sobre ellos y la poca prevención aumentaban los daños: inundaciones costeras y viento que muchas veces supera los 120 km/h.
Huracanes, predicción y cambio climático
En un huracán, a medida que se va creando y alimentando, queda confinada una columna de aire caliente que permite la gestación de potentes nubes que se nutren del océano cálido. Este proceso, ligado siempre a unas temperaturas bastante altas, transforma un vórtice húmedo en un ciclón tropical.
Por ejemplo, gran parte de los huracanes en el Atlántico surgen de los 'remolinos' de nubosidad que se dirigen hacia el oeste desde el continente africano y que, en función de su intensidad y de otros factores ambientales, pueden crecer hasta convertirse en ciclones tropicales severos. Por ello, las predicciones numéricas del tiempo pueden servir para mitigar los efectos letales de un posible ciclón, siempre y cuando se adopten las medidas necesarias para la reducción del riesgo de desastres.
La intensidad de los huracanes parece estar aumentando como consecuencia del cambio climático. Las temperaturas de la superficie marina son mayores y contribuyen a potenciar estos sistemas.
Tanto un huracán como un tifón (tienen la misma naturaleza), suelen presentar unas sorprendentes ondas giratorias que producen lluvias intensas y giran alrededor de un 'ojo' del ciclón. Algunos estudios científicos sugieren que la intensidad de los ciclones tropicales puede estar aumentando debido a que, como consecuencia del cambio climático, las temperaturas de la superficie marina son mayores y de alguna manera ellos, por efecto rebote, contribuyen a la naturaleza.
Beneficios que trae a su paso un huracán
El paso de los huracanes, nos muestran cuán poderosos y devastadores pueden llegar a ser. Un panorama de destrucción y de muerte que vemos a menudo en los noticieros. Aunque parezca imposible o difícil de creer, algunos ciclones tropicales pueden generar efectos positivos en la tierra y océano.
Por ejemplo: llevan lluvias a zonas de sequía, aumentan el caudal de ríos y arroyos arrastrando los residuos, recargan acuíferos, ayudan al equilibrio de calor en los océanos y arrastran nutrientes al mar.
Uno de los más importantes es el equilibrio del calor. Los gases de efecto invernadero se suman a los factores naturales para provocar un incremento de la temperatura en los océanos y la naturaleza parece protegerse con los huracanes. A grandes rasgos, los ciclones tropicales actúan como sistema de enfriamiento del planeta y ayudan a regular la temperatura de la Tierra. Según datos de un satélite de la NASA, en 2005 los huracanes Katrina y Rita enfriaron hasta 4ºC las aguas que quedaron en su trayectoria.
Regulan la temperatura del mar, llevan las lluvias a lugares donde son escasas y renuevan las aguas superficiales o subterráneas.
Cuando un huracán se desplaza por una zona con alta densidad de bosque, puede tener un impacto similar al de los incendios. En áreas forestales, los fuertes vientos hacen que los árboles enfermos o débiles caigan contribuyendo al proceso de renovación del bosque.
También ayudan a que las lluvias lleguen a zonas donde normalmente son más escasas, manteniendo los bosques y las selvas con una alta humedad ambiental. Los huracanes aumentan el caudal de los ríos y ayudan también a limpiar la basura tanto de las aguas superficiales como de las subterráneas y las estancadas.
Con información de Meteored