A Sanford —recordada
por sus amistades como una persona amble y solidaria— también la recordarán
ahora por otro motivo: una ley estatal que sanciona con penas de cárcel los
“arrancones” o “picadas” (“drag racing” en inglés).
En ciudades de todo
Estados Unidos ha aumentado bruscamente la popularidad de las carreras ilegales
desde el inicio de la pandemia, de Georgia y Nueva York a Nuevo México y Oregon.
Los corredores
bloquean caminos e incluso autopistas para impedir el arribo de la policía
mientras corren y hacen acrobacias en sus autos, frecuentemente captadas en
videos que se vuelven virales. Hordas de vehículos, desde autos decrépitos con
motores trucados hasta autos deportivos de lujo, rugen por calles urbanas, a
través de barrios industriales y por caminos rurales.
Los expertos dicen
que los programas de TV y las películas que exaltan las carreras callejeras
alimentan el interés en estas competencias desde hace años.
Entonces llegó la
pandemia con las consiguientes cuarentenas y las vías habitualmente atestadas
quedaron desiertas cuando la gente empezó a trabajar desde sus casas.
Los que sienten
pasión por los autos veloces tenían tiempo para modificarlos y exhibirlos, dijo
Tami Eggleston, especialista en psicología deportiva que participa en carreras
legales.
Con el COVID,
cuando quedamos separados de la gente, me parece que la gente empezó a formar
grupos unidos por intereses comunes”, dijo Eggleston, directora de una pequeña
universidad en las afueras de San Luis. “La necesidad de tener una vida social
y estar con otros hizo salir a los corredores”.
Pero ha habido
muertes. El rugido de los motores y los embotellamientos de tráfico se han
convertido en grandes molestias. Se ha denunciado la presencia de corredores
armados o que dejan latas de cerveza tiradas en estacionamientos.
La policía de
muchas ciudades está acentuando la represión y los estados responden con
leyes.
El gobernador de
Georgia, Brian Kemp, sancionó la semana pasada la ley que lleva el nombre de
Sanford, que pena con al menos 10 días de cárcel cualquier infracción e incauta
el vehículo de cualquier persona con tres condenas en menos de cinco años.
En la ciudad de Nueva
York, las autoridades recibieron más de 1,000 quejas en los últimos seis meses,
casi cinco veces más que en el mismo período de 2019.
El senador estatal
demócrata Brad Hoylman auspicia un proyecto que autoriza a la ciudad a operar
sus cámaras durante las noches y fines de semana en los lugares donde se
realizan arrancones.
En Mississippi, el
gobernador Tate Reeves sancionó en marzo una ley que permite a la policía
estatal intervenir en incidentes en las ciudades. La víspera de Año Nuevo, los
corredores bloquearon una autopista en Jackson, la capital, durante una hora
mientras hacían trompos en el pavimento.
Aunque el cuartel
de la patrulla de caminos se encuentra cerca, los agentes no pudieron
intervenir porque la ley les prohibía hacerlo en ciudades de más de 15,000
habitantes. La nueva ley, que entra en vigor el 1 de julio, elimina esa
prohibición.