Hoy pocos dudan que el smartphone es uno de los inventos más revolucionarios de los últimos años. Ya casi no lo pensamos, pero tenemos en la palma de nuestra mano más, e incluso mejor, información que muchas agencias gubernamentales de décadas pasadas.
Esta tecnología hace que en un segundo tengamos a la mano cualquier dato, sepamos en qué andan nuestros amigos, podamos jugar videojuegos en cualquier lado, y hasta podemos seguir en tiempo real el viaje de algún familiar.
Pero, como todo, también tiene un lado oscuro. Más allá de la deep web, el uso masivo de los smartphones también han provocado el surgimiento de nuevas enfermedades, sobre todo mentales.
A continuación mencionaremos algunos de los nuevos problemas de salud que ha generado el uso de los teléfonos celulares inteligentes.
Los smartphones cambiaron todo… hasta la salud
Los más jóvenes de nuestros lectores tal vez no se dan cuenta, pero los smartphones han cambiado las vidas de millones de seres humanos. Gracias a los smartphones, y obviamente al internet, la manera en que nos relacionamos con los otros es diferente.
Pero, más allá de cualquier optimismo, la tecnología no siempre es positiva. En algunos casos no hay duda que las cosas han cambiado para mal.
Sin ir más lejos, existen al menos ocho nuevos padecimientos psicológicos relacionados con el uso masivo de smartphones e internet que afectan a los millennials y centennials, y que es muy probable que se agudicen en las siguientes generaciones.
Algunas de estas enfermedades son actualizaciones de viejos padecimientos que ahora aprovechan nuevas plataformas para expandirse, y otros son fenómenos totalmente nuevos que surgieron con los productos recién estrenados. A continuación te los presentamos.
El síndrome de la vibración fantasma
El 70% de los usuarios de telefonía móvil han sentido “la vibración fantasma“. Se trata, en pocas palabras, de que el usuario cree que entró una llamada a su teléfono (o llegó un mensaje), cuando en realidad no ha pasado nada.
Esto sucede generalmente cuando esperamos una llamada importante (o de una persona que nos es importante), nos acordamos de nuestro teléfono o estamos muy estresados.
De acuerdo con el doctor Larry Rosen, nosotros mismos -al depender tanto de un smartphone- hemos configurado nuestro cuerpo para necesitar la vibración que informa que llegó un mensaje o una llamada, como una especie de droga.
“Hemos configurado nuestro mundo social para estar atado a esa pequeña caja en nuestro bolsillo. Entonces, cada vez que sentimos un hormigueo en la pierna, recibimos una explosión de neurotransmisores de nuestro cerebro que pueden causar ansiedad o placer y llevarnos a querer ver nuestro teléfono. Entonces, en lugar de reaccionar a esta sensación como si fueran unos nervios caprichosos, reaccionamos como si fuera algo a lo que tenemos que atender en este momento”.
Lo más curioso es que podemos sentir la “vibración fantasma” incluso si no tenemos el teléfono cerca.
Nomofobia
La nomofobia, también conocida como no-mobile phobia, es el miedo a no tener el celular a la mano.
Según el Dr. Rosen muchos usuarios de celulares estamos programados como el “perro de Pavlov”. En otras palabras, respondemos automáticamente al estímulo condicionado del teléfono. Si ese estímulo no se encuentra presente, algunos usuarios comienzan a sentir ansiedad.
Es uno de los males mentales que más se ha propagado en lo que va del siglo. Tanto, que la enfermedad ya forma parte del Manual diagnóstico y estadística de trastornos mentales (DSM-5) y ha impulsado tratamientos dedicados específicamente para la nomofobia en algunas partes de Estados Unidos.
Cibermareo
El cibermaero es la desorientación y ganas de vomitar después de estar en algunos entornos digitales.
Se comenzó a diagnosticar en los primeros jugadores de videojuegos del género shooter, pero en los últimos años se ha extendido a los usuarios de smartphones. Sobre todo en los que cuentan con ciertos efectos 3D, como algunas versiones de iOS.
Depresión de Facebook
Los humanos somos seres sociables, y si nos aislamos siempre tendremos una tendencia a la depresión.
Cualquiera diría que las redes sociales como Facebook ayudan a evitar esta depresión, pero en realidad ocurre exactamente lo contrario.
Hay dos razones para esto:
La gente suele publicar post felices en Facebook, que se refieren a su vida amorosa, vacaciones, fiestas, etc.; una exposición extrema a estos post puede crear la sensación de “todos-son-felices-menos-yo”
Facebook no es un sustituto de la vida social “real”, por el contrario, se ha demostrado que las personas que tienen más amigos en esta red suelen tener menos vida social, lo cual conduce evidentemente a la depresión.
Un estudio de la Universidad de Michigan muestra que la depresión entre los jóvenes se corresponde directamente con la cantidad de tiempo que pasan en Facebook.
Adicción a internet
Se trata, de acuerdo con Netaddiction, de un impulso incontrolable por estar en línea, hasta tal punto que interfiere con nuestra vida.
El término es discutido por la comunidad científica, pues para algunos no se trata de una adicción a internet, sino a ciertas cosas que se encuentran en línea o, más bien, se trata de un síntoma de una enfermedad más general.
Incluso existen centros de ayuda a distintas adicciones relacionadas con internet, como apuestas en línea, juegos en línea o sexo en línea.
Cibercondría
La cibercondría es una de las nuevas enfermedades relacionadas con el internet más famosas, también llamada “hipocondría cibernética”.
Es, en pocas palabras, la tendencia a creer que tienes enfermedades sobre las que lees en línea. Los cibercondríacos buscan síntomas reales para llegar a las peores conclusiones posibles sobre su salud.
Entre las maravillas de nuestro cerebro, está la capacidad de convertir una enfermedad imaginaria en una enfermedad real.
Este padecimiento ya existía, pero con la posibilidad de conocer “diagnósticos” en línea, el problema se ha hecho más intenso.
Muchas personas buscan síntomas como “dolor de cabeza”, “dolor de vientre” y “comezón en la cabeza” a los buscadores y les sale información de enfermedades muy diversas, como tumores cerebrales.
Lo peligroso es que en algunos casos las personas se convencen de que realmente tienen estos padecimientos, y en ocasiones esto provoca que se enfermen realmente.
El efecto Google
Estamos tan acostumbrados a usar Google, que nuestro cerebro puede llegar a pensar: “¿para qué memorizar esto o aquello, si puedo buscarlo en Google?”.
En suma, el efecto Google se trata de la pereza mental para memorizar, provocada porque en internet la información siempre está disponible.
Así, el acceso ilimitado a la información ha provocado que nuestros cerebros retengan menos información. Nos volvemos perezosos y eso nos afecta a largo plazo.
En teoría esto no necesariamente es algo malo; si nuestro cerebro no se preocupa por retener alguna información podría ocuparse de tareas más complejas e importantes como analizar, imaginar y criticar. Pero la mayoría no lo hace.
No podemos prescindir de la memoria, si el efecto Google se hace crónico puede traer consecuencias nefastas para las personas, sobre todo para los que están en edad escolar.