El asesino serial William Davis fue sentenciado a muerte por quitarle la vida a por lo menos cuatro pacientes mientras trabajaba en un hospital en Tyler, Texas, Estados Unidos.
Después de casi dos horas de deliberación, un jurado dio su veredicto la tarde de este miércoles y condenó a Davis a la pena de muerte.
El martes pasado, Davis, quien fungió como enfermero en el Christus Trinity Mother Frances, fue condenado bajo un cargo de asesinato que ameritaba la pena capital después de que un juicio de tres semanas halló que había matado a por lo menos cuatro pacientes en una ola de asesinatos por varios meses entre junio de 2017 y enero de 2018.
Los fiscales dijeron que el exenfermero tal vez esté conectado con otras seis supuestas víctimas.
Las cuatro víctimas de Davis —Chris Greenway, Joseph Kalina, John Lafferty y Ronald Clark— estaban sanos y se recuperaban en la unidad de cuidados intensivos de operaciones del corazón cuando sufrieron episodios similares a convulsiones sin entrar en una convulsión en forma.
Especialistas cardiacos testificaron en una orden de arresto que los cuatro murieron de la misma manera, y un experto concluyó: “William Davis les inyectó aire intencionalmente a estos pacientes a través de sus arterias radiales. No hallo otra explicación lógica para los eventos arriba descritos”.
Davis fue detenido en 2018 después de que personal del hospital notó una “anomalía” de muertes similares, según la orden de arresto.
En las últimas tres semanas, la fiscalía, encabezada por Jacob Putman, fiscal de distrito del condado de Smith, llamó a decenas de testigos, desde familiares de las víctimas hasta cirujanos y enfermeras que trataron a las víctimas.
Tiffany Farmacka, la hija de Clark, dijo que sentía como si Davis hubiera matado a toda su familia, diciendo que ella perdió a su hermano por la pena mientras que su madre se convirtió en “solo una sombra de lo que era”.
“No confiamos en alguien tanto como lo hacemos con la gente de un hospital. Es cuando somos más vulnerables… Nadie podría imaginarse que alguien fuera tan malvado”, comentó Putnam la semana pasada.
Durante la fase de sentencia, los investigadores también reprodujeron dos llamadas telefónicas que Davis hizo desde la cárcel pocas horas antes de que se diera el veredicto.
En una llamada, Davis le confesó a su exesposa que él trató de prolongar la estadía de los pacientes en la unidad de cuidados intensivos para poder trabajar turnos extras y ganar más dinero. En otra, él y su hermano criticaron al jurado por no haber deliberado más tiempo, mostrando poco remordimiento por sus acciones.
“Es muy difícil oír al respecto. Pero ustedes no tienen que vivirlo. No fue su padre quien fue asesinado. Por difícil que les haya sido oír al respecto, para él no fue difícil hacerlo”, le dijo Putnam al jurado el miércoles.
El caso de Davis será apelado automáticamente ante la Corte de Apelaciones Penales de Texas.