A Roberto Rojo no le enorgullece decir que se ha metido hasta el cuello en aguas negras. Desde que en 2018 empezó a explorar los cenotes que se esconden bajo el suelo de Playa del Carmen, en Quintana Roo, el biólogo ha descubierto que muchos se han convertido en verdaderas cloacas.
Tiene grabado en la memoria el recuerdo de la primera vez que entró en Yaxché, la caverna más grande de su ciudad, en 2019.
“Es un palacio de cristal, porque las estalactitas y estalagmitas están formadas por roca caliza cristalizada.
Es hermoso”, narra en presente, como leyéndole un cuento a un niño.
“Pero de pronto empieza el olor a drenaje y las estalactitas comienzan a tornarse negras, viscosas, porque están contaminadas y todo porque la gente conecta los desagues de sus casas a los cenotes
El País