Oporto es una de las ciudades con más encanto de Europa y entre sus múltiples joyas destaca la iglesia de San Francisco. Quizás su sobria fachada de estilo gótico no llame demasiado la atención y la haga parecer simplemente un templo más, pero en su interior esconde una decoración espectacular para la que se utilizaron 300 kilos de oro.
Los frailes franciscanos mandaron construir la iglesia en el siglo XIII, aunque no se finalizó hasta 1410. Para entonces era un edificio de granito de estilo gótico-románico. Sin embargo, tiempo después comenzaron a añadir elementos a su fachada y a decorar su interior. Gracias a las donaciones de las familias ricas de Oporto, no escatimaron en detalles y acabó convirtiéndose en el mejor ejemplo del barroco joanino portugués.
El templo cuenta con grandiosos y numerosos altares y retablos realizados en madera esculpida y posteriormente bañados con polvo de oro, un total de 300 kilos. Se trata de una técnica llamada talla dorada cuyo mejor ejemplo se puede observar en la iglesia de San Francisco de Oporto.