Luego de una compleja cirugía que duró 13 horas, un grupo multidisciplinario de médicos del Issste corrigió en la Ciudad de México una malformación craneofacial en una bebé prematura de Yucatán.
La alteración es la más grande y compleja de su tipo atendida en 40 años en el hospital “20 de noviembre”, informó el director general, Pedro Zenteno Santaella. La paciente fue la pequeña Paloma Alhelí, originaria de Mérida, quien tenía encefalocele fronto naso etmoidal.
Neffely Alhelí Canul Heredia, madre de la pequeña, compartió que pasaron duros momentos de incertidumbre. “Sabíamos que el caso de nuestra bebecita era muy complicado”.
Juan Adrián May Mex, el padre, expresó: “El caso de mi hija es un milagro médico. En estos cinco meses en los que nuestra niña estuvo en el hospital, los doctores y las enfermeras pasaron a ser parte de nuestra familia”.
Cirugía compleja para bebé yucateca
El equipo médico que atendió a la pequeña estuvo integrado por el neurocirujano pediatra Ricardo Valdez Orduño; anestesiólogo pediatra Juan Carlos Torres Carrillo; cirujana maxilofacial Laura Leticia Pacheco Ruiz; cirujano plástico Daniel Reyes Cureño y neonatólogo de terapias intermedia e intensiva neonatal Manuel Cázares Ortiz.
La pequeña nació en el Hospital Regional del Issste en Mérida, donde estuvo internada durante sus primeros días de vida y posteriormente fue trasladada al hospital capitalino.
El neurocirujano Valdez Orduño, líder del equipo de tratamiento quirúrgico, explicó: “Tras un mes de planeación, el 17 de mayo llevamos a cabo la cirugía. Consistió en quitar la bolsa de extensión mayor a la cabeza de la bebé, que contenía tejido cerebral no funcional.
“El reto más importante fue hacer correctamente el cierre del defecto craneal para evitar que se siguiera saliendo tejido cerebral y sus componentes, o líquido cefalorraquídeo, con riesgo de complicaciones como formación de fístulas, infección e incluso la muerte”. El tamaño del defecto ameritó hacer una transposición del hueso hacia la base del cráneo para sostener el cerebro, detalló.
“Cuando la pequeña llegó al hospital no sabíamos si sería posible encontrar un tratamiento. La incidencia de estas malformaciones es de uno por 25 mil a 30 mil nacidos en el mundo, pero tan grandes como esta es rarísimo. Que los médicos interconsultantes lograran un tratamiento quirúrgico viable para ella es un logro excepcional”, declaró el neonatólogo Manuel Cázares Ortiz, a cargo del cuidado de la paciente en terapia intensiva, donde permaneció dos meses.
La cirujana Laura Leticia Pacheco explicó que, ante el delicado caso —y convocados por el médico Valdez Orduño— solicitaron un modelo 3D para identificar la extensión de la malformación y todas las estructuras óseas craneales afectadas o ausentes, lo cual ayudó a planear cuidadosamente el procedimiento quirúrgico y solicitar insumos especiales para llevarlo a cabo.
“Se decidió tomar un injerto de hueso parietal para posicionarlo en la base del cráneo. Como se planificó, el hueso frontal retirado se segmentó en tres fragmentos, dos laterales y uno medial, el cual movilizamos inferiormente para cerrar el defecto nasal, ya que ella no tenía estructuras nasales y con esto las conformamos”.
Posteriormente, el cirujano plástico Daniel Reyes Cureño hizo la reconstrucción de los tejidos blandos. “Fue una operación para la cobertura del defecto basada en la movilización de colgajos locales, con muy buen resultado; aunque implicó el cierre de una herida muy amplia, la cicatrización ha sido muy buena y actualmente es poco perceptible”.
El manejo anestésico fue un reto, señaló Juan Carlos Torres. “Tuvimos momentos álgidos: el riesgo inherente a una bebé prematura con malformación compleja; extremo cuidado en maniobras de inicio para asegurar que respirara toda la cirugía y proteger órganos vitales y pulmón, asegurando mejor pronóstico posquirúrgico, además de cuidar que no sintiera dolor en 13 horas de intervención múltiple”.