Alrededor de 100 migrantes de distintas nacionalidades viven desde hace más de cuatro meses en un campamento improvisado debajo de un puente en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
De hecho, este campamento improvisado es el único instalado en una vía pública que se mantiene, ya que los demás han sido levantados por el Instituto Nacional de Migración (INM).
Todos los migrantes que residen en el campamento tienen incontables preocupaciones, y las mujeres son las que más sufren por la falta de dinero para comer o para hacer sus necesidades.
A lo largo de cuatro meses, los extranjeros en estado de movilidad han tenido que buscar la manera de adaptarse a distintas situaciones, tal como los cambios de clima.
Los migrantes tienen que dormir en casas de campaña, espacio en el que también deben cocinar sus alimentos. En algunas ocasiones, algunos lugareños suelen llevarles algo de comida.
Además, diversas fundaciones o pobladores suelen apoyar a los migrantes brindando atención médica y artículos de higiene personal.
El grupo de migrantes ha manifestado que la única razón por la que siguen en el campamento es porque desean conseguir un permiso de tránsito por la República y así tratar de llegar a los Estados Unidos, donde sueñan con conseguir mejores oportunidades y una calidad de vida digna.
Pese a los intentos del Instituto Nacional de Migración (INM) por remover el campamento, no han tenido suerte. Algunos migrantes indican que los refugios ya no son una opción, debido a que los dejan incomunicados y por tal motivo prefieren la calle.