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La violencia sexual en Corea del Norte por parte de funcionarios del gobierno es tan común, y ocurre con tal impunidad, que se ha aceptado como parte de la vida diaria de las mujeres en ese país, de acuerdo con un informe del grupo civil Human Rights Watch (HRW).
Emitido este jueves, el informe señala que funcionarios norcoreanos cometen violencia sexual con poca preocupación por las consecuencias, debido a que no se investigan, ni procesan las quejas, ni se brinda protección y servicios a las víctimas. Incluso niega el gobierno que exista sexismo o violencia sexual.
Titulado “Lloras por la noche pero no sabes por qué: violencia sexual contra las mujeres en Corea del Norte”, el documento indicó que “el contacto sexual no deseado y la violencia sexual es tan común en Corea del Norte que se ha aceptado como parte de la vida ordinaria”.
Muchas norcoreanas dijeron a HRW que cuando un funcionario en una posición de poder “escoge” a una mujer, ella no tiene más remedio que cumplir con las exigencias que él haga, ya sea por sexo, dinero u otros favores.
Las mujeres entrevistadas dijeron que entre los depredadores sexuales se incluyen funcionarios de alto rango del partido, guardias e interrogadores de las cárceles y centros de detención, policías y policías secretos, fiscales y soldados.
Temerosas de la desgracia social y las represalias, y con pocas o ninguna vía de reparación, las mujeres de Corea del Norte rara vez denuncian abusos.
“La violencia sexual en Corea del Norte es un secreto abierto, no abordado y ampliamente tolerado”, aseveró el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth.
Roth explicó que las mujeres norcoreanas seguramente organizarían un movimiento social de denuncia a estos abusos, pero que sus voces son silenciadas en la dictadura de Kim Jong-un.
HRW entrevistó a 54 norcoreanas que habían abandonado el país después de 2011, cuando el líder actual Kim Jong-un llegó al poder, y a ocho ex funcionarios norcoreanos que huyeron del país.
Ocho ex detenidas dijeron que experimentaron una combinación de violencia sexual, acoso verbal y trato humillante por parte de investigadores, personal del centro de detención o guardias de prisiones que pertenecen a la policía o a la policía secreta.
Veintiún mujeres comerciantes dijeron que experimentaron violencia sexual y avances sexuales no deseados por parte de la policía u otros funcionarios mientras viajaban por su trabajo.
Desde fines de la década de 1990, muchas mujeres casadas, que no estaban obligadas a asistir a un lugar de trabajo establecido por el gobierno, se convirtieron en comerciantes y en el principal sostén de sus familias.
Su trabajo, sin embargo, las ha expuesto al riesgo de violencia sexual en un país donde la discriminación de género y la subordinación de las mujeres son generalizadas.
“En los días que les pareciera, los guardias del mercado o los oficiales de la policía podían pedirme que los siguiera a una habitación vacía fuera del mercado, o a algún otro lugar que eligieran”, dijo Oh Jung-hee, ex comerciante de 40 años de la provincia de Ryanggang.
Oh, quien aseguró haber sido agredida sexualmente muchas veces, añadió que los funcionarios “nos consideran juguetes (sexuales). Las mujeres estamos a merced de los hombres”.
La ex comerciante dijo que el abuso sexual es tan común que los hombres no piensan que lo que están haciendo está mal y que las mujeres lo aceptan, pero “a veces, de la nada, lloras por la noche y no sabes por qué”.
HRW dijo que los factores que contribuyen son patrones profundamente arraigados de desigualdad de género y la falta de educación o conciencia sobre la violencia sexual.
Otros factores son el abuso de poder sin control, la corrupción exacerbada por los cambios socioeconómicos, la falta de un estado de derecho, el estigma hacia las víctimas de violencia sexual y la falta de apoyo social y servicios legales.