Desde hace varios meses, políticos de PAN y PRD, principalmente, hacen todo el ruido posible para llamar la atención en la pertinencia de aumentar el salario mínimo a un nivel que, postulan, le haga recuperar la dignidad perdida.
Nicolás Madáhuar Boehm, presidente de la Coparmex Mérida, opina que aunque la iniciativa parte de premisas verdaderas -laeconomía lleva tres décadas de estancamiento y los salarios mínimos han perdido mucho poder de compra-, es indispensable sacar la discusión del terreno electorero y llevarla a la arena de la reflexión apuntalada por cifras y estadísticas.
Ante todo, advierte que al organismo “le mueve la intención de aportar elementos para un debate serio. Es indispensable considerar los efectos que tendría subir el salario mínimo por decreto o vía consulta popular, que por supuesto no es más que una maniobra política”.
Acompañado de Gustavo Cisneros Buenfil, director del Centro para la Competitividad de Yucatán (CCY), Madáhuar Boehm presenta para argumentar con razones un reporte estadístico, elaborado por Coparmex nacional y el CCY.
Problema estructural
Una consideración antes de entrar en materia, apunta Cisneros. Primero que nada habría que desvincular al salario mínimo de la infinidad de precios y tarifas -multas, tarifas públicas, créditos hipotecarios- a los que sirve de referencia y que subirían junto con él. “Ya libre de ataduras, podríamos debatir en qué grado el mínimo refleja la realidad del trabajador en México”.
Realmente, dice, el problema no es tanto la precariedad del salario mínimo, sino el tamaño de la informalidad en México.
Según datos del Inegi, de los 6.462,570 mexicanos que ganan hoy un salario mínimo, la inmensa mayoría (93%) trabaja en el sector informal. Sólo 420,229 personas (7%) obtienen el ingreso mínimo de un empleo formal.
Además, las empresas formales han reducido consistentemente el número de empleados que ganan el mínimo, mientras que en las informales pasa todo lo contrario, cada vez hay más. Sólo el 2% de la población ocupada en el sector formal gana el mínimo, contra el 26% en el informal.
“El verdadero problema está en la estructura laboral del país. ¿por qué hay tanta informalidad? ¿Qué se puede hacer para reducirla?”, pregunta Cisneros.
Causas de la desigualdad
“De los empleados en el sector formal, el 76% gana dos o más salarios mínimos. Esto es, si no existiera la informalidad, casi 8 de cada 10 mexicanos ganaría más de dos salarios mínimos y casi 5 de cada 10, más de tres”, precisa Madáhuar Boehm.
Más claro, ni el agua. El problema real no es el salario mínimo, sino la informalidad de nuestra economía.
“En el país, los trabajadores del sector formal ganan en promedio 52% más que los del informal. En Yucatán la cifra aumenta hasta el 70%, o sea, los yucatecos que tienen un empleo formal ganan 70% más que los que hacen lo mismo en la informalidad”.
Hay estados donde se agudiza la diferencia: en Chiapas es del 160%, en Campeche el 105%, en Oaxaca más del 80%, interviene Cisneros. “Y todo tiene una razón, son los estados más amolados del país, en los que no sólo predomina una economía informal, sino además una informalidad de salarios deprimidos”.
Si se analiza la distribución promedio del ingreso por sector, se confirma la relación que existe en la composición del empleo en Yucatán -entre formal e informal- y los salarios que ganan los trabajadores de cada uno de ellos: el 70% de los que están en el informal ganan dos mínimos o menos, en comparación con el 28% de los que están en el formal. “Es importante señalar que el resto, el 72%, de los que tienen empleos formales, están ganando tres salarios mínimos o más”.
Desde 2005 las empresas legalmente constituidas han ido avanzando en los ingresos de los trabajadores. En las informales la tendencia es opuesta y cada día es mayor el porcentaje de personas ocupadas que obtienen el nivel mínimo de ingresos.
Informalidad y pobreza
La pobreza guarda una estrecha relación con la informalidad, revelan las estadísticas. En Yucatán, por ejemplo, donde la mayoría (63%) de los empleos está en el sector informal, casi la mitad (48%) de la población está en situación de pobreza (9.8% en pobreza extrema), mientras que en Quintana Roo, donde la informalidad es menor (48%), hay también menos pobres (38%, con 8.4% de pobreza total).
“Mientras más formales, más productivos, en Quintana Roo -que tiene un PIB similar al nuestro- hay más gente que gana más de tres mínimos, la distribución salarial está mejor que en Yucatán porque tiene más empleos formales”, señala el director del CCY.
El foco de la discusión
“El debate no es si subimos o no el salario mínimo, sino cómo subimos a la gente a la economía formal”, sentencia Madáhuar Boehm.
“Más de la mitad de la población ocupada en nuestro país se encuentra en el sector informal y es precisamente allí donde están los trabajadores más vulnerables, más pobres”.
Si algún mensaje nos dejan las estadísticas, prosigue, es que el salario mínimo es sobre todo una realidad en el sector informal. Esto es, donde hay más informalidad, hay más personas recibiendo el mínimo.
También muestran que las economías regionales más productivas son las que tienen menores tasas de informalidad y por tanto mejores niveles de ingreso.
“Una política que busca subir el salario mínimo sin una estrategia clara para abatir la informalidad no puede ser una solución integral”, sentencia el líder empresarial.
“Hay que tener mucho cuidado”, advierte Cisneros. “Debido a su propia naturaleza, el sector informal es casi imposible de fiscalizar, por lo que un aumento puede no tener el efecto deseado y además introducir distorsiones graves en otros sectores”.
No se trata de una visión apocalíptica, sino un aviso prudente de que de una mala decisión pueden derivarse externalidades negativas como la inflación y, en consecuencia, la disminución del poder adquisitivo.
Efecto bumerang
“Aumentar el salario mínimo con base en decisiones fundamentalmente de carácter político puede producir desempleo, porque al encarecerse la mano de obra, si el empresario no puede competir con precios internacionales va a tener que reducir su planta laboral”, dice.
“Tendríamos que hacer mucho más: reconvertir la planta industrial en México, tecnificarla, modernizarla, hacerla más competitiva”.
Por último, Madáhuar y Cisneros señalan que el segundo cauce que debe seguir el debate es cómo incrementar la productividad, única forma posible de generar un mayor crecimiento económico y, por ende, un mejor nivel de vida para todos los mexicanos.
Tenemos que replantear la discusión del tema, señala el líder de Coparmex. No se logrará la recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo por decreto, necesitamos cambiar la receta, buscar soluciones de fondo: tenemos que abatir la informalidad, aumentar la productividad. mover la economía.- Mario S. Durán Yabur
Salario mínimo | Cifras
El jefe del gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, fue quien subió a la agenda política el tema del salario mínimo.
Iniciativa
La propuesta de Mancera es elevar el salario mínimo inicialmente a 82.86 pesos, para alcanzar los 171 pesos diarios en 2018.
Cifras
En México hay 52.1 millones de trabajadores ocupados, de los cuales 4 millones no perciben ingresos por su labor y 6.4 millones cobran hasta un salario mínimo, 93% de ellos trabaja en el sector informal.
Informalidad
Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo correspondiente al segundo trimestre de 2014, en el país hay 28.6 millones de personas que se encuentran en el empleo informal, lo cual corresponde a casi el 60% de la población ocupada.
Desproporción
El ingreso per cápita en el país es de apenas el 30% que el de Estados Unidos. La proporción no ha cambiado en 20 años.