Noticias de Yucatán.
El quillay, árbol sagrado para el pueblo mapuche, es el
suplemento vital de la farmacéutica con más financiación del gobierno
estadoundiense para desarrollar una vacuna contra la enfermedad
El quillay es un árbol endémico de la Zona Central de Chile.
Este lunes el mundo amaneció con la noticia de una vacuna
contra el covid “eficaz en un 90%”, de la compañía Pfizer. Pero hay más vacunas
en desarrollo. Y una de ellas le debe su eficacia a un árbol mapuche.
En la corteza gris, oscura y agrietada de un hermoso árbol
milenario endémico de Chile se esconde el ingrediente fundamental para la
vacuna contra el covid que la farmacéutica sueco-estadounidense Novavax ya ha
comenzado a probar en seres humanos.
Se trata de una vacuna que acaba de obtener la vía rápida
para su aprobación y está en su fase final de ensayo clínico en Reino Unido.
Este mes iniciará sus últimas pruebas en EU, México y Puerto Rico.
El elemento clave para esa vacuna está en un árbol que los
indígenas mapuches usan desde tiempos ancestrales como planta medicinal para
curar todo tipo de males, desde enfermedades estomacales y respiratorias hasta
problemas en la piel y reumatismos, y cuyas propiedades curativas son conocidas
(y aprovechadas) por la industria cosmética, alimentaria y farmacéutica desde
hace décadas.
El quillay -quilleja saponaria si le preguntas a un
científico, küllay para un mapuche- es conocido como el “árbol de la corteza de
jabón” por sus saponinas vegetales, unas moléculas que hacen espuma al entrar en
contacto con el agua y que se han convertido en un codiciado potenciador de la
respuesta inmunológica de varias vacunas.
Una de ellas es la de Novavax, que recibió la mayor
financiación del gobierno de Donald Trump para desarrollar la vacuna de el
Covid-19.
¿Pero qué tiene de especial la corteza del quillay para el
desarrollo de esta vacuna?
Potenciar la inmunidad
La clave está en que las saponinas del quillay pueden
transformarse en adyuvantes, unas sustancias que amplifican el efecto de la
vacuna. Pero el proceso es complejo.
“Los adyuvantes se llevan desarrollando muchos años y apoyan
la respuesta inmunológica de la vacuna, haciendo que sea mayor y de mejor
calidad”, le dice a BBC Mundo el doctor Gregory Glenn, jefe de investigación y
desarrollo de Novavax.
Glenn dice que esos compuestos “proporcionan a nuestro
sistema inmunológico una importante señal de alarma para que reaccione a la
vacuna”. En el caso del nuevo coronavirus, eso sería vital.
“La respuesta del sistema inmunológico a infecciones respiratorias
virales, como la gripe o el covid, tiene que ser muy alta y robusta porque, a
pesar de tener anticuerpos, nos enfermamos. Eso ocurre porque nuestra inmunidad
es muy baja -o mayoritariamente nula, en el caso del covid- para poder bloquear
la infección”, explica Glenn.
“Es importante agregar un adyuvante a la vacuna del covid
para obtener una respuesta más alta que nos proteja mejor”, resume el
científico.
“Lo que hacemos nosotros es fabricar una proteína específica
a partir del genoma del virus y la introducimos en una partícula. También
hacemos el adyuvante (a partir de las saponinas del quillay), que introducimos
en otra partícula. Esos adyuvantes son clave para que nuestro cuerpo reconozca
la proteína y así genere una respuesta potente”.
Las saponinas se encuentran en muchas plantas, pero hasta
ahora solo las del quillay han resultado ser efectivas para la industria
farmacéutica, que tras años de investigación encontró una fórmula para
transformarlas en adyuvantes no tóxicos para el ser humano.
El quillay concentra las saponinas en su corteza y estas
suelen extraerse del tronco.
La empresa que proporciona las saponinas a Novavax, la
biotecnológica Desert King, desarrolló un procedimiento para extraer los
agentes activos de la corteza y de la madera del quillay que, transformados en
polvo, vende a Novavax para que pueda fabricar sus vacunas.
Se sacan como 30 o 50 kilos (de saponinas) de un árbol
grande. Se le limpia el corcho, la parte de arriba de la corteza, se la sacan
con unos cuchillones, y lo demás lo botan. Es muy poca cantidad la que se puede
extraer. Yo planteé extraerlas de la madera para no matar el árbol, y así nació
nuestra empresa”, le cuenta a BBC Mundo el investigador chileno Ricardo San
Martín, quien lidera el Departamento de Innovación de Desert King International
desde San Diego, California.
Una búsqueda frenética
San Martín lleva toda su vida estudiando las saponinas del
quillay y su aplicación en vacunas.
“Cuando aparecieron nuevas enfermedades hacia los años 90 se
vio que los adyuvantes antiguos no estaban funcionando bien. El cuerpo no
recordaba lo que había pasado y la respuesta inmune era pobre. Ahí empezó una
búsqueda frenética por nuevos adyuvantes”, dice el investigador.
“Hacia los años 50 ya se había descubierto que ciertos compuestos
del quillay cumplen el rol de adyuvante. Más adelante, un investigador danés
con quien yo trabajé, Kristian Dalsgaard, observó que al inyectarlo en animales
les producía mucha irritación y lo purificó. Ahí fue cuando empecé a investigar
estos compuestos, en el 95”, le cuenta a BBC Mundo San Martín, quien entonces
trabajaba en la Universidad Católica de Chile.
“Poco después, en Estados Unidos descubrieron que una parte
de ese compuesto podía usarse en vacunas humanas. Así nació el QS21, el nombre
científico del adyuvante de la saponina purificada de quillay”.
“Hace unos 10 años la farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK)
obtuvo la aprobación para usarlo en vacunas humanas. La del herpes zóster y la
de la malaria, por ejemplo, usan esos compuestos”.
Novavax usa una fórmula un poco distinta que le permite no
tener que extraer el compuesto puro. “Eso hace que les resulte más fácil
obtener más cantidad de este adyuvante”, dice San Martín.
Ricardo San Martín lleva años investigando los usos del
quillay en medicina.
Él tiene muchas esperanzas puestas en la vacuna de Novavax,
para cuya fabricación el quillay, asegura, es “clave” ; “sin él no habría
vacuna”.
Otras vacunas que no tienen adyuvante se hacen a partir de
ácido ribonucleico (ARN o RNA), como la vacuna del covid que está desarrollando
el laboratorio británico AstraZeneca. Pero requieren refrigeración, lo cual
puede ser un problema para su distribución global, dice San Martín.
Hay hasta cinco tipos distintos de adyuvantes que pueden
usarse en vacunas humanas. El QS21 (y sus derivados) se considera un adyuvante
“moderno”.
“Hay muchos adyuvantes. El motivo por el que nos gusta el
que hacemos a partir del quillay es porque es muy efectivo”, cuenta Glenn. “Eso
hace que seamos optimistas hacia nuestra vacuna contra el covid”.
Jaime Pérez Martín, de la Asociación Española de Vacunología
(AEV) cree que el hecho de que la vacuna de Novavax tenga un adyuvante es
positivo, sobre todo al tratarse de una época pandémica, “pues tiene la ventaja
de que la producción (del adyuvante) se puede acumular, facilitando la
fabricación de muchas más vacunas”.
“El adyuvante de la vacuna de Novavax es muy reciente y
pertenece a la familia de nuevos adyuvantes que han tenido una gran potencia en
la reacción del sistema inmune”, añade el médico.
“Los adyuvantes tradicionales se basaban sobre todo en
aluminio, pero los modernos han conseguido que la respuesta inmune incluso en
personas muy mayores sea tremendamente alta, lo cual es muy importante”.
El quillay puede tener hasta 15 o 20 metros de altura y es
resistente al frío.
Carrera contrarreloj
Novavax espera empezar en noviembre la fase 3 en Estados
Unidos. “Si establecemos evidencia de que la vacuna está funcionando en Reino
Unido, significaría un gran avance. Por ahora está yendo muy bien. Veremos el
resultado del ensayo clínico a principios del primer trimestre de 2021”, dice
Glenn.
Mientras tanto, los proveedores de las valiosas saponinas
están en una carrera contrarreloj.
“Para una primera fase de vacunas -para poder satisfacer la
primera demanda- yo estimo que se necesitan de 5 mil a 7 mil árboles”, dice San
Martín.
“El problema es que para la vacuna se necesitan las
saponinas de la corteza, que tienen más concentración. La solución actual es
sacarlas de la corteza de árboles viejos, pero no hay tantos”.
Ricardo San Martín (en la izda de la imagen) cree que es
necesario aumentar las plantaciones de quillay.
“Hay dos posibles opciones: o se sintetizan los compuestos
-ya hay gente trabajando en eso, pero lleva tiempo- o se usan arbustos más
jóvenes, en los que ya estamos viendo buena cantidad de compuestos”, explica el
científico.
“Es una carrera contrarreloj. En los primeros años, Novavax
va a tener el suministro desde Chile, no me cabe duda, pero hay que empezar a
pensar en otras opciones. Es necesario tener suministros alternativos y
seleccionar aquellos árboles o arbustos con una alta cantidad de saponinas”.
“Una vez que los clonas, puedes replicarlos y plantarlos en
extensiones bastante pequeñas, agrícolamente hablando. Eso es en lo que estoy
trabajando ahora”.
San Martín dice que su empresa ya está haciendo experimentos
para plantarlos en California, donde parecen crecer bien.
“Uso y abuso”
Sin embargo, no todos ven con buenos ojos el interés -y
procedimientos- de las farmacéuticas en el quillay.
La dirigente mapuche Minerva Tegualda Castañeda Meliñán cree
que “no han respetado la propiedad intelectual de la sabiduría medicinal
mapuche” y se opone al “uso y abuso de los conocimientos medicinales
ancestrales del pueblo mapuche”.
“Las farmacéuticas han patentado y explotado nuestras
hierbas medicinales y nuestro conocimiento ancestral”, le cuenta a BBC Mundo en
conversación telefónica.
El quillay, dice Tegualda, “es usado por los mapuches por
sus propiedades medicinales desde tiempos ancestrales, tanto a nivel doméstico
-para lavarse el pelo o hacer jabones- como medicinal, por los machis
(chamanes) y lawentuchefes (sanadores)”.
Los mapuches tienen una relación especial con los árboles y
con la naturaleza.
“Pienso que ha habido una violación muy grande por parte de
las farmacéuticas y de algunos científicos al utilizar nuestros conocimientos
sin un debido resguardo”.
“Los mapuches tenemos ciertos protocolos hacia la
naturaleza”, agrega Tegualda. “Antes de usar plantas medicinales pedimos
permiso a la tierra. De igual manera, el quillay es un árbol sagrado y no solo
hay falta de respeto, sino que hay un lucro por parte de los laboratorios”.
“Yo no me opongo a una vacuna con los principios activos del
quillay, pues es un bien mayor y el coronavirus nos afecta a todos, pero deben
existir ciertos protocolos respecto a la propiedad intelectual de la medicina
mapuche que las farmacéuticas no han cumplido”, dice la dirigente.
San Martín cree que los mapuches “nunca utilizaron el
quillay con motivos de inmunología” y defiende que las farmacéuticas aprovechen
sus usos, una dinámica que no parece que vaya a expirar pronto.
“Lo que es seguro es que la demanda del quillay no va a
bajar, sea para la vacuna del covid o para otras”.
Fuente: El Universal