Luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) desaconsejó
el uso de los cubrebocas con válvulas como barrera ante el coronavirus, tanto
entre el personal sanitario como en la población general, han surgido dudas
sobre cuáles son los mascarillas más efectivas para protegerse en la pandemia.
Sin válvula
En una nueva guía de recomendaciones, la OMS subrayó que el
uso de coberturas faciales que poseen válvulas o filtros removibles, utilizadas
sobre todo por trabajadores de la construcción, es “ineficiente” o “inservible”
para contener la propagación del virus, ya que el usuario podría exhalar aire
no lo suficientemente filtrado.
El peligro es que si llevas una mascarilla con válvula y
estás infectado puedes estar expulsando aerosoles infectados. En otras
palabras, anula el propósito de llevar una mascarilla. No es peligroso para ti,
pero simplemente anula el propósito”, explicó el director de emergencias de la
OMS, Michael Ryan, citado en un boletín de la entidad.
En esto coinciden los Centros para el Control y Prevención
de Enfermedades de EE.UU. (CDC), que ya en agosto advertían que los “agujeros
en el material pueden permitir que las gotitas respiratorias escapen y lleguen
a otras personas”.
Una investigación del Instituto Nacional de Estándares y
Tecnología de EE.UU. de noviembre pasado también halló las insuficiencias de
este modelo de coberturas faciales para detener el COVID-19.
Al analizar vídeos de alta velocidad, el ingeniero e
investigador Matthew Staymates evidenció el comportamiento del flujo del aire a
través de máscaras con o sin válvulas de exhalación.
Estas válvulas sí hacen que las mascarillas permitan
respirar más fácil y sean más cómodas, pero solo “son apropiadas cuando están
destinadas a proteger al usuario”, como por ejemplo a los trabajadores de un
hospital de los pacientes infectados.
Sin embargo, la OMS ha sido enfática en que los empleados de
la salud deben utilizar mascarillas médicas y sin válvulas ante los resultados
de estos estudios.
Médicas y no médicas: ¿quién usa cuál?
En esa línea, la OMS sigue recomendando a todo el personal sanitario
el uso de mascarillas médicas (las habituales en quirófanos, por ejemplo) en
zonas con menor riesgo de contagio aéreo (por aerosoles) y las de mayor
protección (N95, FFP2, FFP3) en zonas de mayor riesgo, como las áreas de
atención a pacientes con COVID-19.
Cubrebocas de este tipo también son aconsejables para grupos
de riesgo tales como ancianos y personas con enfermedades pulmonares crónicas,
cáncer, diabetes o problemas cardiovasculares, en contextos donde no puede
garantizarse la distancia física de al menos un metro o una ventilación
adecuada.
La OMS sugiere el uso en todo momento de mascarillas médicas
en cuidadores y otras personas que comparten espacio con pacientes de COVID-19
sospechosos o confirmados.Este tipo de material médico se ha limitado a estos
grupos para evitar así su escasez y fomentar un uso razonable.
Para el público general, en zonas de transmisión comunitaria
del coronavirus, la OMS recomendó el uso de mascarillas no médicas (incluso,
las de tela) en zonas interiores tales como tiendas, oficinas o escuelas, si no
se puede garantizar una distancia física de al menos un metro entre los
presentes o bien una buena ventilación.
Más allá del tipo, la organización ha insistido en que el
uso de tapabocas debe ser obligatorio y, sobre todo, combinado con otras
medidas: la higiene de manos, distancia física de al menos un metro, evitar
tocarse la cara, cubrirse al toser o estornudar, ventilar ambientes interiores
y la realización de rastreo de contactos, cuarentenas y aislamientos.
Solo una mascarilla, incluso cuando se usa correctamente, es
insuficiente para proporcionar una protección adecuada o un control de la
fuente”, añade la OMS en su guía más reciente.
De tela sí, pero con tres capas
Sobre las mascarillas de tela, la OMS ha dejado claro que
las verdaderamente efectivas son aquellas que están elaboradas con tres capas:
una interior que permita el paso de la humedad, una intermedia filtrante y una
exterior impermeable.
Con todo, el director científico de la Sociedad de
Infectología de Brasil, José David Urbaez Brito, puntualizó que este tipo de
cubrebocas “tiene una vida útil de tres a cuatro horas, ya que las secreciones
respiratorias van humedeciendo esos tejidos, sobre todo de algodón. Y un tejido
humedecido pierde su identidad como barrera”.
En esa línea, la OMS advirtió que las máscaras de este tipo
que sean fabricadas industrialmente “deben cumplir con los umbrales mínimos
relacionados con los tres parámetros esenciales: filtración, transpirabilidad y
ajuste”.
En sus condiciones, la OMS aclaró, además, que las caretas o
visores, si bien otorgan una protección ocular, “no deben considerarse como un
equivalente de las mascarillas con respecto a la protección contra las gotas
respiratorias”.
¿Los niños deben usar mascarilla?
La OMS reiteró que los niños menores de 5 años no deben usar
mascarillas, y que los que tienen entre 6 y 11 años las deben utilizar
dependiendo de factores como la transmisión comunitaria del virus y el entorno
social y cultural.
En los niños de más de 12 años se aplicarán las mismas
recomendaciones que en los adultos, según las sugerencias de la organización.
Estas sugerencias deben ser puestas en balanza en casos
clínicos de niños inmunodeprimidos, con enfermedades graves de base como el
cáncer o bien aquellos que tengan algún problema de movilidad, discapacidad o
necesidad especial.
Deporte y protección facial
Por último, la OMS advirtió de que las personas no deben
usar cubrebocas durante actividades físicas “de intensidad vigorosa”, ya que
“pueden reducir la capacidad de respirar cómodamente”.
En cambio, recomendó mantener la distancia física de al
menos un metro con otras personas y asegurar una buena ventilación durante el
ejercicio como “medida preventiva más importante”.
“Si la actividad se lleva a cabo en el interior, se debe
garantizar una ventilación adecuada en todo momento mediante ventilación
natural o un sistema de ventilación que funcione correctamente o se mantenga”.
Fuente: López-Dóriga Digital